La película El disícpulo se estrenó en 2016 internacionalmente. Ha estado en distintos festivales cinematográficos en los que ha ganado premios como el de Mejor Director, en el Sochi Open Russian Film Festival, y el Premio de Audiencia, en el Biografilm Festival de Bolonia. Aunque ha generado controversia, en términos generales ha sido aclamada por la crítica. El director es el ruso Kirill Serebrennikov, que hace cine y teatro.
La película se centra en un periodo de la vida de Venya, el personaje principal, interpretado por Pytor Skwortsov. Venya es un joven que recita pasajes de la Biblia y fundamenta sus acciones radicales en todo lo que está escrito en ella. Es apasionado, directo, enérgico y nada dubitativo, aunque todavía sea un adolescente.
El largometraje produce un vaivén de emociones en el espectador, desde sorpresa hasta odio por la tenacidad y crueldad de los actos del protagonista. Venya afirma una y otra vez durante la película que haría cualquier cosa por Dios. Consigue, por ejemplo, que en su colegio les prohiban a las jóvenes usar bikini en las clases de natación, porque las sagradas escrituras condenan que una mujer exhiba su cuerpo y sea deseada carnalmente. También logra que se cancelen las asignaturas que giran alrededro de la teoría de la evolución, ya que esta contradice la creación divina en siete días.
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Su radicalismo y sus expresiones de odio van aumentando. Venya se va volviendo cada véz más violento, sin tener en cuenta a quien pueda perjudicar. Y todo esto por desconocimiento: Venya selecciona frases de la Biblia, pero las interpreta de manera descontextualizada. Esto es precisamente lo que Kirill Serebrennikov quiere destacar con la producción: cómo el radicalismo religioso nace de la desinformación, de lecturas sesgadas de un texto sagrado.
Todos los personajes, con excepción de la profesora de Biología, se van enredando en esa telaraña de supersticiones y odio. En el colegio, las directivas aplican las medidas que Venya propone, su madre lo protege (aunque él la insulte por ser divorciada y estar viviendo en pecado), y sus amigos lo ven como un ídolo y secundan sus acciones. Él es el discípulo que hay que seguir ciegamente. El rencor y el drama son sus aliados.
Un elemento esencial de esta película es la música: violines veloces que producen angustia y un rock ruso estruendoso. En términos de fotografía, la colorización de la película está en un espectro entre el amarillo y el verde. Y en cuanto a la imagen, los movimientos de cámara son bruscos, acentuando la intención dramática. Ese dramatismo alcanza niveles tan extremos que a veces incluso lleva a la risa, y sobre todo al desconcierto.
Una película que vale la pena ver para sentir intensamente.
El estreno de El discípulo es el 31 de agosto en Colombia y estará disponible en las salas de Cine Colombia.