Que desde hace mucho tiempo no sonreía, que este momento le había servido para alejar los malos pensamientos y que los recuerdos son como la arena movediza—entre más se revuelve en ellos más se hunde—, que "gracias a Dios" llegó un día como hoy para poder escuchar y ser escuchado.
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Alguna vez el director de cine francés François Truffaut dijo que siempre había preferido el reflejo de la vida a la vida misma. En un auditorio para aproximadamente 250 personas había 200. Las paredes eran blancas con gris, los pupitres de madera estaban unidos unos a otros, sobre algunas mesas había un cuaderno y un esfero y al fondo una pared completamente blanca sobre la que se proyectaba una película. La escena: una mujer en plano americano caminado hacia la cámara. La película: Presos. Los espectadores: reclusos de los patios dos, cuatro, cinco, seis y siete del Centro Penitenciario La Picota en Usme, Bogotá.
El viernes 26 de febrero fue un día diferente. Generalmente los reclusos desayunan a las seis de la mañana, almuerzan a las doce del mediodía y comen a las cuatro de la tarde, pero ese día era la hora del almuerzo y ellos seguían en las sillas del auditorio. El teniente Rivas trabaja en la cárcel hace 14 años y está encargado del área psicosocial, dice que siempre trata de ponerles películas con reflexión, se acuerda de Amigos y La vida es bella, pero aclara que son muy pocas las que se ven en este espacio y que esta es la primera vez que se hace un ejercicio donde ellos puedan expresar sus reflexiones en un debate abierto después de la proyección.
La película Presos fue dirigida por el costarricense Esteban Ramírez y coproducida por Proyección Films de Colombia. Gran parte de las escenas fueron rodadas en la cárcel La Reforma en Costa Rica y los internos actuaron en ella. Hay una escena postcréditos tomada del documental Los presos dirigido por Víctor Ramírez en 1975, es a blanco y negro y aparece un hombre, en primer plano, hablando por entre las rejas: “no culpo directamente a nadie, me culpo a mí mismo porque si hubiéramos estado en un tiempo distinto no fuera lo que hasta el momento soy, un hombre que a ratos creo que no valgo nada, pero que al mismo tiempo dentro de mi propia persona, creo que soy un hombre igual a todos y no un monstruo como me pinta más de uno”.
Termina la película. Su protagonista Leynar Gómez, el actor Alejandro Aguilar, en compañía del productor colombiano, Juan Pablo Solano, suben al escenario. Les dicen a los espectadores que si quieren pueden hacer preguntas. Se levantan varios brazos y comienzan a hablar. "¿Qué sintió al hacer de preso?", es lo primero que le preguntan a Leynar. Él les responde que fue una experiencia muy bonita porque pudo compartir y aprender de los privados de la libertad, además que él cree que las realidades latinoamericanas son muy similares y que con su personaje quería transmitir un mensaje de esperanza. Aplauden.
Otro brazo se levanta, después de saludar, un recluso dice que sintió que a la película le faltó un poco más de realidad porque en la cárcel las riñas son más violentas y nunca va a haber solamente puños, se van a encontrar también cuchillos y un poco de cosas. Que de pronto le hizo falta más adrenalina, más “hardcore”. Se ríen. El protagonista les dice que ellos lo que buscan con la película es que pueda llegar muchos públicos, incluidos los niños.
Llega el turno del actor Alejandro Aguilar, les dice que para él, la película es una metáfora del encierro porque no necesariamente los que están en la cárcel son presos y agrega que también lo son los que están afuera. Aplauden nuevamente. Alejandro habla fuerte, menciona que es interesante estar ahí porque una responsabilidad que tienen como artistas es recordarles que no deben perder la esperanza, y que no se puede olvidar que están hablando de seres humanos. Aplauden más fuerte que antes.
A los reclusos que asistieron a la proyección de esta película les descuentan ocho horas de condena, la mayoría acaban de entrar a la cárcel. Algunos no veían una película desde septiembre del año pasado, otros nunca habían visto una desde que llegaron. Después del debate que generó la historia, unos salieron del auditorio y otros se quedaron hablando con los actores. El lugar fue quedando desocupado, iban saliendo solos o en grupo. Se dirigían al patio, solo por ese día, almorzarían a las dos y comerían un par de horas más tarde. Alguno preguntó ¿cuándo vuelven?
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Estaba de pie junto a los demás, tenía un buzo blanco y un pantalón gris, la mayor parte del tiempo mantuvo las manos dentro de los bolsillos. Antes había dicho que a la película le hacía falta un poco más de “hardcore”. Ahora dice que se llama Luis Eduardo Maldonado y que lleva 22 meses en la cárcel. Muestra una cicatriz en su brazo con el nombre de su hijo –Daniel–. Dice que se la hizo con una minora hace unos días, de una sola vez. Dice que los recuerdos son como la arena movediza y que desde hace mucho tiempo no sonreía. Pero, también dice que "gracias a Dios" llegó un día como hoy.