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Fotograma 'Virus tropical'. Cortesía Black Velvet.

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El acto de imaginar: una reseña de 'Virus tropical'

Por: Óscar Garzón M.

Una mirada a la película animada Santiago Caicedo y la artista Power Paola.

Virus tropical, la película de Santiago Caicedo, abre con una secuencia que va de lo general a lo específico: el paisaje lluvioso de Quito retrata la llegada al mundo de su protagonista, Paola. La secuencia plantea algo que será central: Virus tropical se mueve entre los escenarios y lugares de la memoria, y en aquellos de la creación y la gestación de una identidad propia.

Basada en la novela gráfica del mismo nombre de la artista Power Paola, la cinta animada relata la infancia y la adolescencia de Paola y su vida en familia a través de episodios que evocan el valor de transitar fronteras y forjar identidades: la familia se muda de un lugar a otro; Paola pasa de niña a adolescente; la familia atraviesa estados de unión y desencuentro. Allí, en esa creación de sí misma, Power Paola encuentra su propio universo y reflexiona sobre lo que significa hacerse un lugar en el mundo.

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Si bien la novela gráfica ha sido uno de los géneros preferidos en la escritura autobiográfica de las últimas décadas (vienen a la memoria textos poderosos como Fun House de Alison Bechdel o Persépolis de Marjane Satrapi), esta adaptación al cine es particular pues hace que las imágenes en movimiento adquieran nuevas maneras de narrar la memoria y que la ensoñación vaya más allá del texto original.

Tomemos, por ejemplo, una secuencia memorable. Durante el viaje que Paola y su madre hacen a Galápagos para visitar a la hermana mayor se produce un momento revelador: enfrentadas en una mesa, madre e hija discuten, ríen, lloran, mientras en el medio está Paola dibujando. La animación 3D y la música de Adriana García Galán nos permiten ver cómo un dibujo se transforma en la experiencia narrada. Los planos generales gestan nuevos planos en su interior, y la dibujante, la pequeña Paola, parece filtrar, experimentar y recrear con su pluma la vida propia y la de los demás. Así, el acto de dibujar se convierte en el objeto de tensión de la composición.

Precisamente por su complejidad esta secuencia sobrepasa la lógica inherente a las viñetas de la novela gráfica y permite que la memoria y la ensoñación se conviertan en expresión cinematográfica: en un dibujo que se transforma en experiencia; en una experiencia que se transforma en dibujo. Así, la biografía y estilo se hacen indivisibles.

Un sonido único

Virus Tropical también es una película particular por su diseño sonoro y por las voces de sus actores. El universo urbano, sea Quito o Cali, posee una expresividad que oscila entre la ensoñación y el realismo. Los motores de los automóviles y los sonidos de la calle parecen tener origen en la imaginación de la niñez. Las voces de los personajes y los acentos –las cadencias y la jerga de Quito y Cali– son, a la vez, un recordatorio de la memoria compartida que produce la relación con el lenguaje y el habla.

Las voces de Alejandra Borrero, María Cecilia Sánchez, Camila Valenzuela y Diego León Hoyos recuerdan las entonaciones y los rasgos que construyen la particularidad del afecto y el desencuentro en las familias. Las voces con rasgos extranjeros de las muñecas Barbie con las que juega Paola son un ejemplo de cómo caracterizar y parodiar un simple acto de juego, que a su vez se convierte en expresión del mundo interior de una niña.

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La estructura episódica alude a la manera en que recordamos las anécdotas fundamentales de la vida propia y así sacrifica el drama de las narraciones clásicas para darle prioridad a la representación de lo que significa crecer y construirse una identidad; temas propios de los relatos de iniciación. Al traer la estructura ya conocida de la biografía narrada (yo nací, yo viajé, yo crecí), Power Paola y el dramaturgo Enrique Lozano tienen espacio para dibujar con empatía las particularidades de la familia de Paola: una familia definida por sus viajes (sus raíces surgen entre dos países) y por los modos en que se une y se separa (la madre, Hilda, da paso a su hija Patricia para que se convierta en madre y amiga de Paola).

Esa frontera específica –ser una familia unida y a la vez una fragmentada; una que vive en dos países y está anclada en el protagonismo de lo femenino– construye y explica el el universo particular de su protagonista.

La expresión del dibujo y la animación de la memoria y la biografía son en Virus tropical no solo su forma y su medio, sino también su tema central. Power Paola y Caicedo nos señalan cómo el acto de recordar está profundamente ligado al acto de imaginar, recrear y representar. También muestran cómo, al encontrar y narrar una identidad, quedamos también en la obligación de encontrar un estilo. Así, los trazos que vibran con la fuerza de la memoria y la biografía son trazos dobles: en ellos se hace indistinguible la vida propia y el estilo que nace de ella.

Así como la película arranca con una secuencia de procreación (la de Paola), también termina con los trazos de la misma Paola iniciando su vida de mujer independiente: Paola crea ahora a Power Paola.