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El traslado de los hermanos Rodríguez Orejuela de la cárcel de Palmira a la de máxima seguridad en Tunja no parece tener mayor sentido. El Inpec justificó la decisión argumentando una posible fuga pero resulta que Gilberto Rodríguez cumple su condena antes de que finalice este año. Estaba tan listo para quedar en libertad que acaba de blindar con placa de acero la totalidad del techo de su enorme mansión en Cali. Pensaba, para neutralizar detractores y enemigos, encerrarse ahí y no dar papaya.

2002-09-16

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