El Piedra es el primer largometraje del realizador cartagenero Rafael Martínez. | Foto: Johan Correcha.

OPINIÓN

La fuerza de lo que somos

Natalia Villegas descubre en las escenas de 'El Piedra', una película cartagenera que compró HBO, la fuerza de una ciudad que está encontrando nuevas formas de verse y reafirmarse a través de prácticas populares como la del boxeo.

Natalia Villegas, periodista.
12 de agosto de 2019

Tengo que confesar que siento antipatía por ese ya acuñado término de “la otra” Cartagena, como si hubiera Una Cartagena y Otra Cartagena, como si existiera una pared que dividiera a la ciudad y sus habitantes. Prefiero pensar en una inmensidad de Cartagenas diferentes, tantas, quizá, como su número de habitantes. Eso es precisamente lo que muestra la película El Piedra –y no pretende algo diferente–: una de tantas visiones que existen sobre la ciudad. Y esa visión sobresale por honesta, por auténtica y por bella.

El Piedra, que se estrenó el pasado 16 de mayo en las salas de cine del país, es el primer largometraje del realizador cartagenero Rafael Martínez y cuenta la conmovedora historia de Reynaldo el ‘Piedra’ Salgado, un boxeador cartagenero que no es héroe sino perdedor. En medio de su declive aparece Breyder, un niño de la calle que dice ser su hijo, y a partir de ese momento el mundo del protagonista comienza una profunda transformación.

Mientras Martínez nos adentra e hipnotiza con las luchas internas de ese personaje –que en realidad son el centro y alma de la película–, nos va introduciendo en su mundo circundante. Nos muestra esa Cartagena afrocaribeña, cuna de campeones del boxeo, pero también de los peleadores promedio. Una ciudad donde, según sus propias palabras, “tú le preguntas a una persona de 40 años y todos han practicado el boxeo, así no lo hayan hecho. Todos tienen una leyenda alrededor, porque además en la costa Caribe el boxeo empodera”.

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Es en esa atmósfera donde Martínez encuentra una Cartagena auténtica, una que no está todavía “permeada por el ritmo de las normas del visitante”. Y sí, la película refleja una realidad social llena de problemas, pero más allá de eso logra mostrar belleza en esa autenticidad, en la vida común de barrio y de una historia sencilla y humana que no recurre ni a estereotipos ni a caricaturizaciones.

Qué tremendamente poderoso es cuando el talento local cuenta lo local. La primera proyección de la película se hizo a comienzos de marzo en el barrio popular cartagenero Canapote, como apertura del programa ‘Cine en los Barrios’, del Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias. Esa fue quizá su prueba mayor, y la pasó.

Dice Martínez que las personas del barrio se apropiaron de la película, se sintieron identificados, lo que genera orgullo en una ciudad “donde los habitantes crecieron pensando que el extranjero es más”: se dan cuenta de que pueden contarse dignamente, de que están haciendo cine, de que pueden actuar. Los actores son todos naturales de Cartagena y por eso esta historia también es contada por ellos. Y al contarse se crea identidad, se reconocen. “Necesitamos reafirmarnos, encontrar nuevas formas de vernos”, esas que van más allá de la india Catalina y la ciudad amurallada.

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