El desafío no es salvar al planeta, es ganarnos el derecho a seguir siendo parte de él. | Foto: César David Martínez

MEDIOAMBIENTE

El mundo feliz, de malezas y ‘buenezas’, que propone Gustavo Wilches-Chaux

Este experto en derecho ambiental y en gestión de riesgo nos invita a pensar el momento actual como la antesala de un positivo cambio para la Tierra. ¿Le cuesta creerlo? Revise este texto y lo comprenderá.

Gustavo Wilches-Chaux*
14 de junio de 2020

Escribí este texto en 2014 en mi blog Witches-Chaos, pero las circunstancias actuales lo han hecho hoy más pertinente y, me atrevo a pensar, más necesario. De hecho, lo he adoptado como compromiso vital. Estoy convencido de que debemos dejar de preguntarnos cómo será el mundo después de esta crisis. Podríamos, mejor, reafirmar cómo queremos y lograremos que sea. Si aprendemos de las estrategias del ‘Maestro Virus’, que hoy tiene en jaque a nuestra especie, si logramos convertirnos en estas “esporas de esporanza”, lograremos volar en bandada.

Por eso debemos contribuir a visibilizar y a fortalecer experiencias locales de gestión territorial, ambiental, climática y social. Experiencias reales de transformación cultural, que ya existen en el territorio colombiano y en otros países de la región. Tenemos que reconocer nuestras interdependencias con otros seres vivos, desde los microorganismos que le otorgan fertilidad al suelo y salud a nuestro cuerpo, hasta los ecosistemas y sus componentes, como el agua y el clima. Es cuestión de conocer, aprender y aplicar.

Mi blog

Formamos parte de una crisis planetaria, de la civilización, del desarrollo. La Tierra dejó de ser un simple escenario y reclama su papel como actor. Exige ser oída por las buenas o por las malas. Peores crisis ha tenido que enfrentar la vida y ha persistido. Gracias a esa lucha nosotros seguimos aquí, porque más allá de toda mezquindad, los humanos somos expresiones de las ganas que tiene el cosmos de vivir.

Entonces, el mensaje que les enviamos a los niños y a los adolescentes no puede seguir siendo: “Bienvenidos a este planeta, ¡pero llegaron a un barco a punto de naufragar!”. La esperanza se construye transformando la realidad. Participar significa ser expresiones activas de esa transformación. Ellos deben reclamar su derecho a tomar decisiones que marquen su presente y su futuro. ¿Cómo? ¿Con qué? Pues con su condición de vida que comienza y que está dispuesta a vivir bien.

"Si no nos dejan soñar..."

Nuestro desafío no es salvar el planeta, este se se salva solo; nuestro reto es ganarnos el derecho a seguir siendo parte de él. Nuestra Constitución afirma que “Colombia es una República democrática, participativa y pluralista”. Eso nadie nos lo va a quitar. Cada oportunidad que pierden la participación efectiva y la diversidad, la gana la violencia. La transformación de nuestra relación con la Tierra comienza en el pedacito de planeta del cual somos parte. 

No podemos seguir viviendo en función de pesadillas ajenas. Tenemos que convertir nuestros sueños en realidad. Como dice un grafiti en un muro de Popayán: “Si no nos dejan soñar, no los dejamos dormir”. Hoy, el mayor gesto de esperanza hacia las niñas, los niños y los adolescentes es apoyarlos a que ejerzan sus derechos. Participar no es imitar los errores de las generaciones anteriores sino construir un futuro en el que sea posible la felicidad. O nos aliamos expresamente con los procesos de la vida, o nos ponemos al servicio de su destrucción.

Ninguna crisis es meramente coyuntural, todas son “nudos” en procesos de largo plazo que debemos comprender. En ese sentido, la mejor educación es la que nos da herramientas para participar en la transformación de la realidad, y para lograrlo debemos reconocernos como eslabones de la vida en la Tierra y no permitir que los poderes abusivos nos quiten el derecho a la felicidad. Para alimentar la esperanza debemos aprender del agua, del suelo, de la gente y demás seres que encarnan la fortaleza vital. Afortunadamente, tenemos instrumentos que nos permiten ver el cosmos cara a cara. Pongámoslos también al servicio de la solidaridad.

Bienvenidos niñas, niños y adolescentes a este momento en el cual decidimos el futuro de nuestra especie en la Tierra, y sepan que erróneamente llamamos “malezas” a todas las especies que no se dejan imponer un orden autoritariamente convencional. Distingamos cuáles de ellas son en realidad “buenezas” de las que debemos aprender. Fortalezcamos en nosotros el entusiasmo vital de las especies que se niegan a dejarse exterminar.

No soy un “ falso positivo” que se niega a reconocer la gravedad de la crisis actual. Me aferro a la confianza en que la vida ha enfrentado peores desafíos y ha sido capaz de triunfar: Padre Nuestro Sol que estás en el cielo; Madre Nuestra Tierra que estás en nosotros, dennos energía y sabiduría para seguir. Del helecho al pecho. Que el viento lleve estas esporas de ‘esporanza’ hasta que encuentren suelos fértiles para germinar.

*Experto en derecho ambiental y gestión del riesgo.

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