Así son los pulmones de Bogotá

Escaparse de la ciudad en la ciudad. Esa es la invitación para quienes necesitan con urgencia de una bocanada de aire puro. Bogotá, además de los cerros orientales y de una familia de 15 humedales, esconde maravillosos parajes para perderse entre árboles. Estos pulmones son los responsables de que el turismo de naturaleza siga creciendo en medio del concreto.

Prepárese para aventurarse por los parques Ecológico Distrital Humedal Santa María del Lago y el sendero San Francisco Vicachá. Al primero se llega saliendo por el costado sur de la estación Minuto de Dios de TransMilenio. A escasos 400 metros se encuentra la portería oriental de este refugio ubicado en la localidad de Engativá. Aquí el plan es dejar que el tiempo pase caminando por entre bosques de sauces, eucaliptos, arrayanes y cerezos. Son 10,8 hectáreas en las que viven tinguas de pico rojo, fochas, cucaracheros de pantano, monjitas, bienteveos y patos zambullidores. Hasta aquí también vuelan los patos canadienses para escapar del invierno que a final de año congela Norteamérica.

Muy cerca del centro histórico y de sus atractivos turísticos se encuentra el sendero San Francisco Vicachá, un lugar en donde la magia de la naturaleza se encuentra con el corazón de la ciudad. Este sendero es de gran valor para Bogotá, pues cuenta con distintas especies de plantas nativas que llaman la atención de visitantes y habitantes, y permite apreciar atractivos como la casa del Molino, el puente Holguín y el primer acueducto de la ciudad.

Estas dos maravillas son una oportunidad para incentivar el cuidado de los recursos naturales entre los bogotanos, generar sentido de pertenencia y antojar a los turistas de quedarse más tiempo en la ciudad.