Durante cinco años, el hotel Maryland San Andrés se renovó para recibir de nuevo a los turistas y darles una experiencia moderna y única. | Foto: Cortesía Decameron

INDUSTRIA

La expansión de los reyes de los hoteles "Todo Incluido"

Decameron pone al servicio del turista internacional dos nuevos hoteles: uno en la isla de San Andrés y otro enclavado en los andes peruanos.

31 de julio de 2018

Decameron vuelve a brillar. Dos viejos hoteles ubicados en mágicos parajes latinoamericanos fueron adquiridos por la cadena hotelera colombiana que los sometió a un riguroso proceso de modernización y adecuación de sus instalaciones. Hoy, abren sus puertas al turista con su ya emblemático sello del ‘Todo Incluido’.

El Pueblo, en un pedazo del desierto peruano en el corazón de los Andes, y el emblemático Hotel Maryland, ubicado en la paradisiaca isla caribeña de San Andrés, son las dos nuevas joyas que estrena como parte de su proceso estratégico de expansión.

Este plan incluye, para los próximos meses, la materialización de nuevas alianzas y alternativas de exclusividad para los clientes de Decameron, una de las franquicias más reputadas del continente, que nació hace tres décadas en Cartagena de Indias. Hoy, la cadena ofrece 35 hoteles en Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Haití, Jamaica, Panamá y Perú.

El Pueblo es un precioso hotel ubicado en las montañas de Santa Clara, a 30 minutos de Lima. Inspirado en la arquitectura tradicional de las poblaciones de la serranía peruana, las cabañas del hotel se alzan a lo largo y ancho de las 16 hectáreas de terreno que fueron intervenidas por la compañía en un proceso que tardó un año.

“Es un hotel ‘boutique’ típico que copia un pueblo del desierto, en una montaña. Lo reformamos completamente y quisimos adaptar más salones, habitaciones y restaurantes”, señala Jürgen Stütz, vicepresidente comercial de Decameron.

Con respecto a Maryland, un hotel con historia que ha sido emblemático para los habitantes y turistas de San Andrés, Stütz asegura que está próximo a abrir sus puertas, después de un proceso de remodelación que tomó cinco años. “Del viejo hotel conservamos el nombre y el esqueleto, todo lo demás es renovado. Ahora es un hotel moderno y cuenta con la última tecnología. Todas sus habitaciones, el restaurante, la piscina, las tuberías, absolutamente todo es nuevo”, destaca Stütz.