En Cucunubá los o cios tienen género: las mujeres tejen, bordan y urden la lana; los hombres se dedican al telar manual. | Foto: César David Martínez

PROGRESO

Una colección de otoño inspirada en Cucunubá

El diseñador Juan Pablo Socarrás creó su primera colección independiente con ideas que nacieron de las tierras cundinamarquesas.

Juan Pablo Socarrás Yani*
10 de septiembre de 2017

Hace más de ocho años, gracias al trabajo que adelantaba en esa época con Artesanías de Colombia y a la gentil invitación de la Fundación Compartir, conocí este mágico lugar llamado Cucunubá, municipio que cambió mi vida en muchos aspectos. Siempre tengo ganas de volver a él, incluso de quedarme a vivir en la enorme casa de la plaza del pueblo. Me gusta porque es un lugar tranquilo de construcciones coloniales con fachadas blancas y puertas verdes. Sus calles son empedradas y el único medio de transporte necesario es una bicicleta.

Recuerdo con mucho cariño esa primera invitación. Se suponía que iba a dictar una charla de moda pero me llevé una sorpresa cuando entendí que, más que a enseñar, yo había ido ahí para aprender. Aprender de nuestros tejidos, de cómo se fabrica la ruana colombiana o cómo se esquila una oveja. Pero además entendí que hay oficios que tienen género porque así lo han decidido en Cucunubá desde tiempos ancestrales: las mujeres tejen, bordan y urden la lana; los hombres se dedican al telar manual.

Hay una anécdota que me gusta contar. Un día se me ocurrió decirles a los hombres que deberían aprender a bordar. Les expliqué que los mejores bordadores de Cartago eran los hombres recluidos en la cárcel. El perfeccionismo y la dedicación hacia este oficio era lo mejor que las monjas españolas les habían enseñado. ¡Por ese comentario casi me expulsan del pueblo! En ese municipio está claro que son las mujeres quienes tejen a dos agujas, bordan, hilan o hacen macramé. Para la comunidad esos son oficios femeninos. Así que ese día aprendí que lo más importante es oír y no hablar de lo que no se sabe.

A partir de estas historias elaboré mi primera colección como diseñador independiente, se llamó Un otoño en Cucunubá, la presenté en Medellín –ante más de 7.000 personas–, junto a Beatriz Camacho y Lina Cantillo. Esta fue tomando forma en los viajes que hice cada semana al municipio. Ahí descubrí su particular otoño al caminar por el campo y ver las hojas caer, o cuando apreciaba el cambio de color en el follaje de los árboles. Quise transmitir eso en la colección. Las tejedoras lo plasmaron de manera maravillosa en los sacos, ruanas, faldas y pantalones que hicieron; mientras ellos elaboraban telas más finas en sus telares, telas similares a los paños ingleses. Así tejimos juntos una historia, y cada año repetimos la experiencia para el proyecto Festilana, que me llena de orgullo y emoción.

Cucunubá también me ha permitido mostrarles a muchos extranjeros el valor de la confección artesanal y, por supuesto, mi trabajo, como ocurrió durante la visita del príncipe Carlos de Inglaterra, quien pudo conocer de cerca lo que creamos en alianza con los artesanos. Me enorgullece trabajar con ellos, por eso sueño con el día en que pueda convertir a la ruana colombiana en un ícono de moda en el mundo, y, a través de mi Fundación Juan Pablo Socarrás, crear un centro productivo para la comunidad en esta población que siempre me llena de historias hechas a mano.

 *Diseñador de moda.