El actor Diego Trujillo prefiere una dieta omnívora | Foto: Diego Zuluaga

OPINIÓN

Defensa de una dieta no apta para vegetarianos

A nuestro columnista Diego Trujillo le fascinan las ensaladas, pero no como para reemplazar un buen pedazo de carne, sino para complementarla. Aquí sus argumentos.

Diego Trujillo*
26 de abril de 2020

En términos de destrucción medioambiental, según veo, no existe claridad sobre quién tiene más responsabilidad, si los grandes agricultores o los ganaderos. Los vegetarianos alegan que su dieta a base de vegetales es lo único que puede salvar al planeta del desastre ecológico y de paso mantener limpias sus conciencias evitando las muertes de animales.

Los carnívoros, por su parte, dicen que los monocultivos extensivos son los responsables de la degradación de los ecosistemas de nuestro agobiado planeta. Que si las vacas se alimentaran de pasto, su alimento natural, y no de maíz, sus flatulencias serían prácticamente inocuas. Unos y otros aparentemente tienen razones válidas para defender sus puntos de vista, suficientes para que un acuerdo entre las partes sea prácticamente imposible.

Yo adoro los vegetales, me encantan las ensaladas: como complemento de un churrasco. Prefiero deglutir tres kilos de chunchullo, una tira de longaniza y un buen chicharrón (así tenga que bajarlos con sal de frutas para no desvelarme) que un bowl de quinoa con brotes de alfalfa. Eso es alimento para aves.

Creo firmemente que la naturaleza de los seres humanos es la de ser omnívoros y que los vegetarianos en su afán por oponerse a ese instinto en el vano intento de convertirse en seres más espirituales, elevados, terminan sufriendo lo indecible, padeciendo la ausencia de la carne. Si no, ¿por qué se inventan chorizos de soya, hamburguesas de portobello, albóndigas de lentejas o filetes de tofu a la parrilla?

Si tanto reniegan de todo lo que evoca la carne, ¿por qué no se comen su soyita en puré? Porque en el fondo añoran la manteca de cerdo, las carnes, las aves de corral y el cuerpo es sabio y tarde o temprano termina por reclamarlo. Lierre Kieth, autora de El mito vegetariano y vegana durante 20 años, desarrolló diversas enfermedades debido a las carencias de su dieta que estuvieron a punto de postrarla hasta que, en buena hora, decidió volver a ingerir proteína animal, y milagrosamente comenzaron a cesar sus males.

Creo que la discusión es estéril, que carnívoros y vegetarianos estamos condenados a vivir aislados, cada uno en su ley. Pero de seguir como van, estos últimos están inevitablemente condenados a extinguirse, porque a punta de brotes, cogollos y semillas los machos de esta especie en vez de semen van a empezar a producir polen.

*Actor

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