La ardilla es uno de los roedores que habita en este parque de 17 hectáreas. | Foto: Manuela Henao

TURISMO

Ecoparque El Salado: pura vitamina N

Los paisajes, las montañas, los árboles y los animales del ecoparque El Salado, ubicado a tan solo 15 minutos de la zona urbana de Envigado, se convirtieron en la medicina que alivia las angustias de quienes lo visitan.

1 de agosto de 2018

Daniel Muhlemann, un fotógrafo de 58 años, llegó a Colombia en 2006 para casarse con Ana María. Toda su vida había sido un escritor de aforismos y, por eso, tenía el sueño de estudiar Filología. Alcanzó a cursar un semestre en la Universidad de Antioquia, pero no pudo continuar con la carrera por el costo de la matrícula. Cayó en una crisis tremenda.

En ese momento conoció El Salado, un parque ecológico de 17 hectáreas que lo ayudó a sobrellevar la situación. Tal y como asegura este suizo, su relación con la naturaleza es “muy íntima y especial. La respeto tanto como a mi mamá. La Pachamama es grande”. Asiste casi todos los domingos al parque, ya son casi 300 visitas.

Una vez allá es fácil entender por qué Daniel y sus visitantes se enamoran de él: es un recinto de paz que sana hasta las penas del alma. Pura vitamina N. Lo atraviesa la quebrada la Ayurá y el arrullador sonido del agua se puede escuchar en cada uno de sus rincones. Al llegar, los monos titís, las ardillas, los lagartos y las mariposas ‘alas de cristal’ dan la bienvenida a este mágico espacio.

Hay más de 100 tipos de aves. El 40 por ciento de las especies de pájaros registradas en Envigado están en el parque, esto refleja su riqueza en términos de fauna. También se destaca su flora diversa: árboles de café, cacao, limón, naranja, mandarina, aguacates, zapotes, mangos, guayabas, entre muchos otros.

El Salado puede recorrerse en dos partes: la alta y la baja. En la primera se encuentran unos senderos de alrededor de 1.800 metros que llevan al visitante a los miradores, paradas obligadas durante esta travesía. El primero de ellos es ‘el Bayano’, que se denomina así porque El Salado está ubicado en una vereda de Envigado que recibe el mismo nombre. Esta impactante vista hace sentir a los viajeros insignificantes al lado de la naturaleza.

Después de cruzar un puente elevado y el bosque de ‘los Pinos’, se llega al segundo mirador. Este es mucho más alto y fue bautizado como ‘las Vigas’ en honor a Envigado, municipio que se edificó a partir de este material. Desde ahí no solo se puede apreciar una infinidad de árboles, sino también la ciudad de Medellín.

Para llegar es necesario bajar una buena cantidad de escaleras. En la parte plana hay 18 quioscos con fogones que invitan a preparar un buen sancocho a pocos metros de la quebrada. Como uno de los principales intereses del parque es cuidar el ambiente, la madera que se provee para cocinar es industrial, libre de productos químicos como pintura y aceite. El Salado, además, busca mantener las tradiciones del siglo pasado, pero debe seguir leyendo para saber cuáles son esas costumbres.

Hace algunos años este parque estaba bajo la jurisdicción del municipio de Envigado, el primero de febrero de 2017 se unió con la caja de compensación familiar Comfenalco, para aumentar su dinamismo. Y sí que lo logró. El año pasado, 94.417 personas lo visitaron. Créame, es hora de que este lugar sea reconocido en todo el departamento de Antioquia y en el país.

Así empezó la historia

A principios del siglo XX, como las lavadoras no habían llegado a Envigado, sus habitantes iban hasta las quebradas, como la de Ayurá, a lavar la ropa. Era un plan que incluía paseo de olla. Las mujeres preparaban el sancocho, mientras que los niños jugaban en los charcos. Esa actividad duraba todo el día, casi hasta que anochecía.

Para mantener esa tradición, a finales de la década de los noventa, algunos líderes de Envigado decidieron comprar los terrenos aledaños a una de las franjas de la quebrada la Ayurá. Fue así como en noviembre de 2006 inauguraron el ecoparque El Salado, ubicado en el Corredor Regional del Tigrillo, el núcleo de conservación más importante del Sistema Local de Envigado. Desde entonces, los envigadeños tuvieron la posibilidad de encontrar un refugio y escape en la naturaleza, tal y como lo hizo Daniel hace 12 años.