Una mujer de los Sudetes hace el saludo nazi después de la ocupación alemana en octubre de 1938. Foto: Us National Archives / Roger-v / Roger-viollet / AFP

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'El dinero de Hitler': la historia de la actualidad checa

Por: Catalina Holguín Jaramillo* Bogotá

Acostumbrados a verse como víctimas de la Segunda Guerra Mundial, el pueblo checo reaccionó con cierta histeria a 'El dinero de Hitler', un libro que expone lo que algunos llaman un genocidio contra los alemanes étnicos de Europa del Este.

Para la mayoría de nosotros, la Segunda Guerra Mundial acabó con las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki y los juicios de Nuremberg. Pero las guerras no son como un partido de fútbol: ni acaban con el pitazo del árbitro ni se distinguen perdedores de ganadores con la tabla de goles. Las guerras continúan en direcciones inesperadas y sus consecuencias se transforman con el paso del tiempo. El dinero de Hitler, novela de la autora checa Radka Denemarková, es una historia intensa y descarnada sobre la posguerra en Checoslovaquia. Esta empieza cuando Gita Lauschmanová, una adolescente checoslovaca de origen alemán, regresa a su hogar en los Sudetes después de sobrevivir a un campo de concentración nazi. El trágico retorno a su pueblo natal en 1945 y luego en 2005 para reclamar justicia habla de una herida de guerra que aún no cicatriza.

El contexto histórico de esta novela es fundamental. Por eso, antes de empezar la entrevista, le pido a Radka que explique en qué contexto fueron expulsados millones de alemanes checos de su propio país en lo que ha sido considerado por algunos historiadores como un genocidio perpetrado contra la población alemana étnica de Europa del Este. Se calcula que entre 10.000 y 100.000 personas fueron asesinadas y más de tres millones fueron deportadas forzosamente.

“Los Sudetes –explica Radka– son una región fronteriza poblada por checos de origen alemán. Después de 1945, tres millones de checos alemanes fueron expulsados de esta región. Eran alemanes que durante siglos habían vivido con los checos en esta región. El desalojo se realizó con decretos oficiales, pero también hubo uno espontáneo perpetrado por los checos en venganza contra los alemanes. Este desalojo también afectó a muchas familias alemanas de origen judío que recién volvían de los campos de concentración y que luego fueron expulsados de sus hogares en Checoslovaquia”. Durante la Guerra Fría, el tema se mantuvo congelado. Actualmente, el gobierno checo y buena parte de sus ciudadanos se niegan a admitir responsabilidad en el asunto. En una encuesta realizada en 2011, el 42 % de los ciudadanos checos afirmaron que la expulsión colectiva fue justa.

Radka Denemarková nació en 1968 en Checoslovaquia. Su literatura, localizada en Europa Central, se encuentra en permanente diálogo con la historia. Le interesa, especialmente, la forma como los mecanismos de la ficción sirven para señalar la ausencia de verdad y de justicia. Sus influencias literarias principales son Virginia Woolf y Franz Kafka. “Ellos me enseñaron que se puede vivir, pensar y escribir de otra manera”. Entre estos dos polos, el hecho histórico y el formalismo del lenguaje, se enmarca El dinero de Hitler.


Radka Denemarková nació en Kutná Hora en República Checa, en 1968. Foto: Milan Malicek

El recorrido narrativo de la novela ocurre dentro de la cabeza de Gita, una cabeza inflamada por el sufrimiento y por una sabiduría prematura forjada por el dolor y la muerte. No hay refugio posible en las respuestas fáciles: El dinero de Hitler es un libro sobre la complejidad moral centrado en un episodio histórico que representa las contradicciones de la identidad checa y de la historia europea. La novela ha sido traducida al polaco, húngaro, alemán, italiano, eslovaco, búlgaro, inglés y, más recientemente, al español.

¿Cuál fue su motivación personal para escribir sobre la expulsión de los Sudetes?

El motivo es muy simple: Checoslovaquia es mi país natal, nací aquí y voy a morir aquí, y voy a utilizar el idioma checo como mi lengua materna. Para mí es importante descubrir los secretos y la realidad en la que vivo. En la escuela siempre nos enseñaron que todos los alemanes que expulsamos después de la guerra eran nazis y lo hicimos porque ellos eran culpables. Pero nadie nos dijo que los checos y los alemanes habían convivido por siglos en este país. Para mí, el tema del libro no es la historia del pasado sino la historia de la actualidad.

La expulsión de los Sudetes es un episodio que aún hiere sensibilidades en su país. ¿Cuál ha sido la reacción allí?

Los checos quieren verse como víctimas, pero no es tan fácil. Por ejemplo, es una hipocresía que Franz Kafka sea el orgullo de nuestra literatura, un judío alemán que vivía en Checoslovaquia. Actualmente los checos atraen turistas a la región con la excusa de Kafka. Pero si él hubiera vivido más tiempo, habría terminado en un campo de concentración nazi y luego habría sido expulsado de su propio país. Ahora, con respecto a mi novela, la reacción en República Checa fue un poco histérica. No estaban de acuerdo con que yo hablara de un tema que ya está cerrado, decían que yo estaba empeorando la situación. A los alemanes y a los judíos tampoco les gustó este libro pues los personajes no son 100 % positivos. Y el otro tipo de críticas se referían al estilo de escritura. Decían que mi estilo era demasiado expresivo y que no era apropiado para estos temas. A mi juicio, la misión de la literatura siempre es la misma: no mentir. Me importan los seres humanos, y me da igual si se trata de alemanes, checos, judíos o nazis. Después de publicar esta novela me quedó claro que debo hacer mi propio camino y sacar los esqueletos de los armarios.

La protagonista, Gita, es víctima de todos los crímenes que una persona pudo haber sufrido en los últimos 50 años de historia europea: es prisionera en un campo de concentración, luego es expulsada de su hogar, es asaltada y violada por criminales neonazis, y finalmente es humillada en el proceso de buscar reconciliación y justicia. ¿Cómo podemos entender al personaje de Gita?

Para mí, Gita es como un personaje tomado de la tragedia griega. Es una mujer sola en contra de un pueblo. Gita siempre está unos pasos detrás de la historia, sin entender plenamente lo que le ocurre. Ella vivía en una familia de judíos alemanes asimilados y, de repente, se halla en un campo de concentración. Y cuando quiere volver a su hogar es acusada de ser nazi. Ella vive toda su vida con este estigma y lo único que busca es una disculpa. Debo decir que también me interesa cómo se comporta la gente después de los momentos históricos. En este caso, después de 1945, cuando acabó la Guerra. No son solo importantes las fechas históricas: también importa lo que pasa después de ellas, cómo la gente utiliza su libertad después de un momento decisivo de la historia. Y eso no solo ocurrió después del 45, sino también después del 89, cuando cayó la Cortina de Hierro. Quise escribir una historia que se repite en la historia de la humanidad, es una metáfora sobre la condición de las víctimas.

Denis, el hijo del hombre que victimiza a Gita y de la mujer que le salva la vida, es otro personaje bastante complejo. Él es el hijo de una contradicción y vive dentro de la contradicción del perdón y la venganza. ¿Se podría decir que este personaje representa una luz de esperanza?

Denis es un personaje complejo que enmarca toda la novela. Al principio, aparece de niño, sosteniendo una calavera que encuentra en el jardín de su casa, como si fuera Hamlet. Él es un símbolo, él es quien mete el dedo en la llaga. Pero por otro lado, es una persona que quiere vivir una vida fácil, sin familia, sin responsabilidades, solo le interesan sus amantes y vivir bien. De repente, vuelve a su pueblo natal y descubre que él hace parte de una historia muy oscura que él no conocía y que involucra a Gita. Denis recibe toda esta información sobre la vida de Gita y de su familia, pero no sabe qué hacer con ella. Muchas veces los políticos dicen que hay esperanza en los jóvenes, pero yo no lo creo. Porque los niños han sido criados por sus padres, y estos les transmiten sus historias, que son una mezcla de verdades, mentiras y prejuicios. Creo que la esperanza reside en los individuos que son capaces de tener pensamiento crítico y sentir empatía por otros.

¿Qué esperanza de redención social puede haber si, según usted, los ciclos de victimización son recurrentes y las mentiras y los prejuicios pasan de una generación a otra?

Lo importante es que la sociedad sea sana, y no podemos decirlo de las sociedades de Europa del Este. El primer paso hacia la salud es que les demos a los hechos del pasado con su nombre propio. Porque es muy difícil castigar los crímenes del pasado, pero es importante dar un nombre a lo que ha pasado. Porque si no lo hacemos, y si lo dejamos bajo el tapete, entonces los cadáveres van a perseguirnos y van a aparecer un día. La literatura puede hacer esto y puedo mostrarlos a través de las historias de los individuos. Y es muy importante hacerlo por medio de mecanismos artísticos, pero sin compromisos.

El título de la novela hace referencia a una compensación que Gita recibe del gobierno alemán. ¿Podría hablar más de estas compensaciones (o la falta de ellas) y el significado simbólico que tienen en la novela?

Cuando Gita vuelve a su pueblo natal, 50 años después de su expulsión, quiere instalar una placa para conmemorar la memoria de su padre, y quería financiar este monumento con el dinero que recibió como compensación por los años que pasó en el campo de concentración. Aunque para mucha gente recibir una compensación es como una conclusión, o como el final de la historia, para Gita es solo una parte de su historia. La de ella empieza en el campo de concentración al que la envió Hitler y al final recibe, como compensación, el mismo dinero de Hitler, que es el dinero del gobierno alemán. Así, el título de la novela contiene la paradoja que encierra la condición de víctima de Gita. Además, ella solo recibe compensación por ser judía, pero nunca recibe compensación por ser expulsada de su tierra y de sus propiedades por parte del gobierno checoslovaco. Por eso, ella dice que no quiere ser compensada como judía o como alemana. Quiere que se acepte públicamente que, como ser humano, sufrió una injusticia.

Su novela gira en torno a problemas morales complicados que no son fáciles de responder o resolver. No es sencillo tomar una posición frente a la madre de Denis, que agrede y a la vez ayuda a Gita. Tampoco sabemos qué sentir por Gita, una mujer victimizada y a la vez bastante agresiva, violenta y egoísta.

¿Cómo cree que la literatura aporta a la discusión de este tipo de complejidades morales?

El lenguaje que utilizo en el libro tiene como propósito hacerte dudar de si las cosas pasan realmente o solamente dentro de la cabeza de Gita. Ningún personaje de la novela es blanco o negro, ni siquiera Gita. Por eso no me gusta la literatura donde las víctimas o las personas con historias brutales son siempre personas buenas. Y por eso Gita es muy injusta, es un personaje complejo. Pero su valor como persona reside en su capacidad de guardar esperanza, de regresar a sus memorias y de buscar la verdad.