Cuando le restituyeron su tierra, a Daniel Emilio Polo el gobierno le entregó 29 millones de pesos para emprender un proyecto de siembra de plátano. | Foto: Getty Images

CRÓNICA

Veinte años después, a Daniel Emilio Polo le devolvieron su tierra

Este ciudadano de Turbo (Antioquia) es uno de los 36.947 beneficiarios del Programa de Restitución de Tierras.

3 de mayo de 2018

En la subregión del Urabá, en el departamento de Antioquia, está localizado el distrito portuario de Turbo. Su población, cercana a los 160.000 habitantes, es tres veces mayor a la de Sabaneta, el municipio más pequeño de Colombia. El 38 por ciento de los turbeños viven en la cabecera municipal y el 62 por ciento, en el área rural.

Daniel Emilio Polo Anaya hace parte de ese porcentaje que habita en las zonas verdes de Turbo. A pesar de tener 60 años y de estar enfermo desde los 45 porque tiene “el azúcar alto”, recuerda a la perfección ese día, en la década de los noventa, cuando llegaron unos aliados de los paramilitares a despojarlo de sus suelos.

También recuerda que perdió sus 12 hectáreas de tierra “dos meses después de abril, porque las cosechas y el arroz ya estaban sembrados”. No olvida que esos ilegales le compraron su parcela por tan solo 3.200.000 pesos, un valor que no les hace justicia a las cuatro hectáreas de plátano, dos de maíz y seis de arroz que tenía cultivadas. Recuerda que solo 20 años después le devolvieron esos terrenos que le quitaron.

Recién expropiado, se fue a vivir a la casa de su hermana, Isidora Polo Anaya, localizada en el corregimiento de Currulao, Antioquia. Doce meses más tarde comenzó a trabajar en una finca bananera en Turbo. Pasaron 20 años y recibió una noticia inesperada: las tierras donde cultivaba plátano, arroz y maíz volverían a ser suyas.

Cuando le restituyeron el terreno, el gobierno le entregó 29 millones de pesos para que pudiera realizar proyectos productivos a partir de la siembra de plátano. Su parcela sería la número 83 y recibiría el nombre de La Bendición. De ese dinero, Anaya destinó 9 millones a la siembra de ese fruto y el resto a la parte técnica, al alambrado y a una mula que bautizó Muñequita.

Daniel Emilio recuerda lo joven que era cuando le quitaron sus tierras, asegura que “era todo un rey, un duro para trabajar”. Cuenta también que antes de la restitución le dolía caminar, pero la devolución de su parcela lo alivió “un poquito, porque trabajaba arduamente. Estaba enfermo, pero tenía todo el equipo para laborar”.

Llegó 2014 y con otras familias que fueron restituidas crearon la Asociación de Campesinos de Paquemás. Anaya, al igual que otros agricultores, recibió recursos de la Embajada de Suecia y del sector privado para la tecnificación del cultivo de plátano y para la construcción de empacadoras. El año pasado, Daniel Emilio, y otros hogares beneficiados por la Unidad de Restitución de Tierras, enviaron 1.000 cajas de plátano al exterior, haciendo de sus parcelas terrenos productivos como la del campesino en la década de los noventa.