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OPINIÓN

“En Colombia abundan los cuentachistes, por lo tanto, el mal humor”

Afirma en este artículo el crítico de medios de comunicación, Ómar Rincón. Dice que necesitamos la risa que han propiciado Pepe Sánchez, Jaime Garzón, Arias & Troller y el Profesor Super O. Se trata de reír para entendernos.

Omar Rincón*
25 de septiembre de 2018

Una torpe tradición dice que “la letra con sangre entra”. Y esto fue verdad en los tiempos de los padres y profesores dictadores, pero hoy, quien maltrata es un jurásico. Ahora la premisa es “quien ríe, aprende”. Esto es cierto porque la risa es un acto de inteligencia, un encuentro con el otro.

Hay diferentes modos de reír. El típico humor colombiano, el que abunda en los medios de comunicación, las redes sociales y las calles, es el burdo, el ramplón. Se ríe del defecto, del matoneo a las mujeres, a los gais, a los gordos, a los indígenas, a los negros, a los pobres y a los venezolanos; se goza con el dolor ajeno. El otro modo de reír es el que se comprende a sí mismo y a la sociedad, el que usa la inteligencia y entiende que el humor es una crítica del poder. Es ironía, juego de lenguaje, parodia, caricatura.

En Colombia abundan los cuentachistes, por lo tanto, el mal humor. Somos una nación que ríe ‘montándosela’ al otro. Pero también existe el humor que nos invita a pensarnos. En los medios tuvimos grandes maestros como Salustiano Tapias, el papá del actual fiscal; libretistas como Pepe Sánchez y Bernardo Romero Pereiro; y genios como Jaime Garzón, quien nos puso a pensar, pues criticó desde la risa al poder y a quienes lo mataron.

Hemos tenido a Arias y Troller, quienes jugaron a la ironía del poder. Tenemos a Daniel Samper Ospina, que caricaturiza a la autoridad. Gozamos con Martín de Francisco y Santiago Moure, quienes lograron que ver la televisión se convirtiera en una forma de reírnos de nuestro modo de ser colombiano.

De ellos nace El profesor Súper O, un clásico de nuestra televisión. Desde 2006 este programa descubrió con humor e ironía la manera de ser del Pacífico y creó un héroe afro. Su reír no es el chiste, es una historia que, bajo el pretexto de usar mejor nuestra lengua, nos lleva a comprender y a disfrutar la diversidad cultural, y que lo que nos hace inteligentes es respetar las diferencias.

El profesor Súper O es bueno en lo que somos poco hábiles: reírnos de nosotros mismos. Un reír amable y gozoso que hace retratos extremos de nuestras realidades. Vale la pena verlo porque con él reímos, aprendemos y ganamos ideas.

Necesitamos más programas como este para que entendamos cómo convivir, gocemos nuestras diferencias y practiquemos el humor antes que el matoneo porque “el que ríe, aprende” y “pobre es quien no sabe reír”.

*Profesor del Centro de Estudios en Periodismo, (CEPER) de la universidad de los Andes.