El antropólogo Pablo Jaramillo afirma que el conflicto y la exclusión son constitutivos del ser humano. | Foto: Juan Carlos Sierra

ANÁLISIS

Migraciones, encuentros y creatividad

El movimiento de personas produce desencuentros y enfrentamientos, pero también incentivan la creatividad. Así lo afirma el antropólogo social Pablo Jaramillo.

Pablo Jaramillo*
25 de septiembre de 2018

En un mercado de Maracaibo (Venezuela) conocido como Shawantamana’ana, los indígenas wayúu reciben y envían los víveres a sus familias desde hace varias décadas. En él conocí a Carmen, una escribana. En su escritorio ella vende papel, sobres y ofrece el servicio de escribir mensajes a mano que acompañan la comida que se envía entre las familias. Al no poder pasar la frontera, las personas realizan ese intercambio para mantener vivas sus relaciones y parientes.  Los mensajes viajaran ocultos en bultos anunciando un matrimonio, una enfermedad o sencillamente un saludo.

Para llegar a este mercado desde Maicao (Colombia) tuve que pasar una gran cantidad de puestos de control policial, llenar formularios, cambiar dinero y justificar mi presencia ante muchas personas.

Un cruce de fronteras como este, difícil y conflictivo en una dirección, pero productivo y creativo en la otra, me hizo pensar sobre los peligros y las posibilidades de las migraciones contemporáneas en nuestro país.

Los movimientos de población son constitutivos de la humanidad misma. Sólo hasta hace muy poco existe la posibilidad de que algunas instituciones (los estados son el ejemplo más común, pero no el único) se atribuyan la labor de gobernar el traslado de las personas (de las ideas y las tecnologías).

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Fue solo bajo estas circunstancias que el movimiento de personas se volvió un sinónimo de peligro tanto para quienes se mueven (esclavos, desplazados, gente pobre y trabajadores precarizados) como para las instituciones (embajadas, autoridades fronterizas, etc.). De allí el odio a los gitanos, a los nómadas, a los migrantes.

Por supuesto que hay razones para afirmar que el conflicto entre las personas es constitutivo de los humanos, de la misma manera que el movimiento y la migración. Cada población humana se llama a sí mismo “los humanos”. Esto abre la posibilidad para que los lejanos y extraños sean vistos como intrusos.

 Pero cada población humana tiene formas de adoptar al otro, vincularse con él y crear nuevas ideas en el encuentro. Aunque el movimiento y la migración sean constitutivos de los humanos, también son causantes de fricciones. Dichos cruces suelen ser difíciles y llenos de malentendidos, pero son revolucionarios y creativos.

Lo anterior implica que si bien los desencuentros con los otros, los diferentes, puede ser universal en la humanidad, la institucionalización de la violencia con el extraño es realmente una anomalía en la larga historia de movimientos humanos.

Y no sólo me refiero a los movimientos pasados, previos a la existencia de Estados, también me refiero a los que ocurren hoy en día. Sin estos movimientos, es imposible pensar en personajes como Carmen, creadoras de encuentros, relaciones y de nuevas ideas. También es ignorar las oportunidades que aparecen con los encuentros inesperados que surgen al cruzar fronteras.

*Antropólogo social.