Estos relatos de progreso están unidos a carreteras mejoradas. A ellos, las vías les cambiaron la vida. | Foto: Iván Valencia

PERSONAJES

Tres historias unidas a la transformación de Colombia

Édgar, por fin, tiene un cultivo propio. Elizabeth viaja en su moto para llegar al trabajo que más le gusta. Salvador protege la ciénaga de la Virgen.

10 de abril de 2018

Vivir en paz

Foto: Archivo Particular

Cada mañana, Édgar Darío Pacheco llega a su finca de cacao en el municipio de Granada (Meta), y antes de comenzar sus labores se toma sagradamente un vaso de limonada que acompaña con una taza de café. A sus 66 años por fin conoce la satisfacción de tener un cultivo propio. Vivió en otras zonas del país donde intentó sembrar cacao, pero la violencia le arrebató muchas veces la ilusión de tener su tierra propia.

“Para mí el cacao es la vida, la paz y la armonía, es mi completa felicidad”, dice. La tradición de cultivar esta semilla ya está dando frutos y cuenta con un aliado, la vía Granada - Villavicencio (74 km), para sacar la cosecha de su finca y de aquí al resto del país por la ruta a Bogotá.

En sus diez hectáreas florece la materia prima de uno de los más exquisitos chocolates del mundo. Gracias a su calidad lo exporta a Francia, pronto aterrizará en Argentina, y la comercialización de la chocolatina El Tata –como quiere que se llame–, será una realidad.

Un buen sabor

Foto: Archivo Particular

Después de dejar a sus dos hijos en el colegio, Elizabeth Acevedo viaja en moto 20 minutos por la recién rehabilitada vía La Unión - La Victoria (8 km), en la que los huecos y la inseguridad quedaron atrás, ahora va a trabajar por una carretera moderna. Su destino: Frutales Las Lajas, la empresa comercializadora y exportadora de frutas donde labora desde hace siete años.

Ella comenzó como empacadora de aguacate hass y limón tahití, pero al poco tiempo la ascendieron a supervisora en una línea de producción y hoy, es auxiliar de calidad de toda la planta, ubicada en el municipio de Zarzal (Valle). “No hay nada mejor que trabajar en lo que a uno le gusta. Cuando se hacen las cosas con amor, siempre saldrán bien, eso lo he aprendido”, expresa.

Aunque su conocimiento es empírico, el deseo de superarse la llevó a capacitarse en varios campos de la agricultura. Sueña con enseñar a los cultivadores lo que para ella es el trabajo más bonito: “Conquistar hogares de todo el mundo con nuestros productos y que se deleiten con su sabor”.

Aguas sagradas

Foto: Archivo Particular

Los guardias ancestrales en la región navegan lentamente en canoas estrechas que atraviesan los manglares de la ciénaga de la Virgen en Cartagena, en una tradición que continúa su cauce natural.

Salvador Zabaleta dedica sus días a proteger los siete kilómetros de laguna costera que albergan a una gran diversidad de peces del Caribe colombiano. Pero su labor, no es nada fácil, de él y de los demás guardianes depende que la construcción del viaducto más largo del país, que atraviesa a la ciénaga, no afecte este ecosistema.

Este cartagenero de 67 años que trabaja por el progreso de su comunidad desde hace más de tres décadas, asegura que “no se ha derramado ni una gota de aceite ni cemento en estas aguas sagradas". Cuenta además que con esta construcción será más fácil que los pescadores lleven sus productos hasta los principales centros de distribución.