Los cambios de las casas de los beneficiados significan una mejora radical en su calidad de vida. | Foto: Istock

DESARROLLO

Una ciudad de viviendas dignas

Las condiciones de los hogares de las zonas rurales de Pasto hoy son distintas, gracias a un programa de la Alcaldía que busca construir entornos más equitativos.

2 de octubre de 2017

En un sencillo pero emotivo acto hace unas pocas semanas, en la zona rural del municipio de Pasto, María Nelly Rojas, campesina del corregimiento de Genoy –en los alrededores de la capital nariñense–, habló, en compañía de su esposo y sus tres hijos, sobre el cambio que significó para ella el mejoramiento de su casa: “El sueño de mis niños de tener una cocina y un baño se hizo realidad gracias al programa de mejoramiento de vivienda que adelanta el Instituto Municipal de la Reforma Urbana y Vivienda de Pasto, Invipasto”.

Eduar Moncayo Moncayo, también beneficiario del programa, vive en la vereda Arrayanes, corregimiento La Caldera, ubicado a una hora de Pasto. Moncayo Moncayo tampoco oculta su felicidad y confiesa que ahora él y su familia tienen una vivienda digna, pues antes vivían en una casa de madera en muy malas condiciones. Hoy, en cambio, “ya contamos con una vivienda hermosa con cocina, baño y habitación, algo que no esperábamos”, dice.

El estado de la casa de María Emérita Montánchez Jojoa era muy similar. Esta mujer, que habita en la vereda Campo Alegre del corregimiento El Encano, cuenta que tenía tantas goteras que estar bajo techo daba igual que pararse a la intemperie. Su cocina, además, se encontraba en la alcoba, lo que le causaba muchos problemas de salud. Ahora, en su nuevo hogar, ella y su familia pueden vivir dignamente.

María Nelly Rojas, Eduar Moncayo Moncayo y María Emérita Montánchez son apenas tres de los muchos habitantes del campo que se han beneficiado con el programa de mejoramiento de vivienda de Invipasto, una estrategia para cerrar brechas y construir entornos más equitativos, incluyentes y solidarios.

La casa grande

Foto: Cortesía Invipasto.

En 2016, el primer año de la administración municipal de Pedro Vicente Obando, Invipasto asignó 450 mejoramientos de vivienda –292 de ellos en el sector rural–, financiados con recursos propios. El propósito de la administración es que cada año gocen del mismo beneficio aquellos hogares que generación tras generación han vivido en condiciones de extrema pobreza y vulnerabilidad.

La arquitecta Liana Yela Guerrero, directora ejecutiva de Invipasto, explica que “estamos llegando efectivamente a quienes teníamos que llegar, beneficiando a las familias que menos tienen y que más necesitan el subsidio para gozar de una vivienda en condiciones dignas”. Yela Guerrero asegura que los resultados son muy satisfactorios, pues el programa ha logrado impactar positivamente en la calidad de vida de familias, especialmente en el campo, que vivían en condiciones precarias. “Muchas de ellas se encontraban en condiciones de hacinamiento y con limitaciones de servicios públicos, pero hoy ya tienen un baño, una cocina y una alcoba digna”, afirma.

La metodología aplicada no tiene misterios: funcionarios de Invipasto visitaron a las familias que se encontraban en condiciones de extrema pobreza para que tuvieran la oportunidad de conocer el programa y postularse. Gracias a esto, los pisos de tierra de sus casas quedaron atrás, reemplazados por suelos de cemento y cerámica, y los techos de teja rústica fueron cambiados por cubiertas en buen estado.

Ana Luisa del Carmen Gelpud, residente en la vereda San Gabriel, del corregimiento El Socorro, afirma mientras sostiene en brazos al más pequeño de sus cuatro hijos: “Sentimos una alegría inmensa al recibir nuestra nueva casita. Donde antes vivíamos estaba lleno de agua, llovía igual adentro que afuera y hacía mucho frío”.

Como el suyo hay muchos más ejemplos. El programa les ha cambiado la vida a varias familias, y su objetivo es continuar haciéndolo hasta 2019.