La Asociación de Pescadores de Ceballos trabaja de la mano con la Fundación Puerto de Cartagena, aquí algunos de ellos con lanchas de pesca nuevas. | Foto: Héctor Rico

FUNDACIÓN PUERTO DE CARTAGENA

La Fundación Puerto de Cartagena ayuda al gremio de los pescadores

La entidad lleva a cabo un novedoso programa que fortalece el trabajo de una asociación dedicada a la pesca artesanal. Ellos hacen su labor sin redes y sin explosivos que puedan dañar el ecosistema marino.

Adriana Llano*
1 de noviembre de 2019

Desde mi balcón, en la Avenida Miramar, amanezco y anochezco mirando el sube y baja de la grúa pórtico, el símbolo por excelencia del Grupo Puerto de Cartagena, que tanto ha contribuido al desarrollo de la ciudad.

Las cifras así lo indican, su aporte a la economía local y nacional, su papel vital en el comercio extranjero, y su innovación, son visibles. Innegables. Pero hay otras razones para hablar de la gran labor de la compañía, dos de ellas son la participación social y el empoderamiento de las comunidades. De estas se encarga la Fundación Puerto de Cartagena, que lleva a cabo acciones propias de las políticas públicas, pero en el ámbito de la responsabilidad social empresarial, lo que es muy novedoso.

Si mirara el quehacer de la fundación desde la lingüística, diría que ha transitado todas las preposiciones: desde el ‘para’ de la caridad inicial, pasando por el ‘por’ de la solidaridad, el ‘con’ de la corresponsabilidad, hasta el ‘desde’ de la apuesta más transformadora: la participación social.

Hoy, las comunidades impactadas por el grupo son gestoras sociales e impulsoras de su propio progreso. A las tradicionales líneas de educación, cultura y medioambiente, se han sumado estrategias de desarrollo comunitario para multiplicar la presencia de líderes capaces de planear y gestionar proyectos sociales junto con los miembros de su barrio. Líderes que sean un ejemplo para los jóvenes, que puedan garantizar el relevo y propiciar un diálogo intergeneracional para la resolución pacífica de los conflictos. Líderes para impulsar el emprendimiento económico, el desarrollo humano integral y que ayuden a construir proyectos de generación de ingresos. Así, los jóvenes y adultos que viven en el área de influencia del puerto de Cartagena podrían crear negocios propios y autosostenibles que jalonen el desarrollo.

Quiero detenerme en uno de los programas de la fundación, diseñado por la propia comunidad con el acompañamiento del puerto. Se trata del fortalecimiento empresarial de la Asociación de Pescadores de Ceballos. Esta organización se dedica a la pesca artesanal, una actividad ancestral que utiliza cordel y que permite a quienes la realizan seleccionar las especies que capturan en cada faena. Lo hacen sin redes de arrastre, sin explosivos ni dragas hidráulicas que atenten contra el ecosistema marino.

La Fundación Puerto de Cartagena rompe el círculo vicioso de la pobreza y crea uno virtuoso de posibilidades, que ayuda a las comunidades a desplegar un abanico de oportunidades, más allá de las trampas de la inequidad. Así lo hacen con los pescadores artesanales. De esta manera, la participación social cierra brechas.

*Filósofa y columnista de `El Nuevo Siglo´