Artesanías, porcicultura, piscicultura y granjas avícolas hacen parte de los emprendimientos que 442 familias de comunidades indígenas han desarrollado con el apoyo económico y social otorgado por el convenio realizado entre la Gerencia Indígena, la Secretaría de la Mujer, la Secretaría de Agricultura y la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito. | Foto: Cortesía Gobernación de Antioquia

EMPRENDIMIENTO

Proyectos productivos en lugar de coca, la clave para la sostenibilidad

Mujeres indígenas de 12 resguardos, y sus familias, desarrollan proyectos productivos que les dan la posibilidad de generar recursos a largo plazo y dejar atrás la sombra de los cultivos ilícitos.

15 de diciembre de 1900

A tan sólo 12 kilómetros del municipio de Jardín, Antioquia, se encuentra el resguardo indígena de Cristianía. Y a pesar de la cercanía entre ambos territorios, las brechas económicas, sociales y de infraestructura son notables; este es un problema que los programas asistencialistas de las instituciones no han podido paliar. Por ello, a lo largo de los últimos cuatro años, la Secretaría de Productividad de Antioqua cambió la estrategia hacia una inclusión productiva, que da herramientas e impulso a las comunidades para que su futuro esté en sus propias manos.

Hoy las mujeres indígenas de la etnia embera chamí, que habitan Cristianía –junto con otros 11 resguardos– cuentan con proyectos productivos que les brindan la posibilidad de ser autosostenibles a largo plazo: desde cooperativas artesanales hasta piscicultivos. De esta manera, las comunidades no dependen de las 13.403 hectáreas de cultivos de coca que hay en el departamento, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).

En total, 442 familias de comunidades indígenas de Antioquia reciben apoyo social y económico para transformar sus vidas, gracias a un convenio de la Gerencia Indígena de la Gobernación de Antioquia, la Secretaría de la Mujer, la Secretaría de Agricultura y la UNODC. Los recursos invertidos llegaron a comunidades de Caucasia, Tarazá, Zaragoza, Murindó, Támesis, Necoclí, Segovia, San Pedro de Urabá, Cáceres y Arboletes.

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Para el secretario de Productividad, Juan Manuel Valdés Barcha, el éxito de estos programas es la superación del enfoque asistencial, lo que garantiza que los proyectos se mantengan en el tiempo. “La idea es no solo respetar los derechos ancestrales de estas comunidades, sino incluirlas y reconocerlas como actores productivos que tienen mucho potencial para contribuir al país”, explica Valdés. Añade que esta nueva forma de relacionarse con las comunidades más vulnerables debe ser la hoja de ruta de todo el país en el futuro. Por ello, espera que se aumenten y se consoliden los 14 proyectos ya formulados y financiados que mejorarán su calidad de vida. Estos son algunos de ellos.