La investigación agropecuaria, la conservación ambiental y las ciencias sociales conviven en la Universidad Católica de Oriente. | Foto: Alejandro Acosta

EDUCACIÓN

Biodiversidad y biotecnología en la Universidad Católica de Oriente

La UCO produce cinco millones de plántulas de banano al año, un alto porcentaje de la demanda de esta fruta en Estados Unidos.

27 de noviembre de 2017

En convenio con Rahan Meristen, una de las más grandes productoras de alimentos a gran escala del mundo, el personal del laboratorio de la Universidad Católica de Oriente (UCO) produce 5 millones de plántulas de banano al año, que se mantienen bajo condiciones climáticas semejantes a las de la región de Urabá. Luego son trasladadas allá para su cultivo y comercialización.

“El 80 por ciento del banano que consumen los estadounidenses sale de esta Unidad de Biotecnología Vegetal”, precisa Dagoberto Castro, director de investigación de la universidad. “Desde nuestros inicios tenemos programas de ciencias agropecuarias relacionados con buenas prácticas ambientales. Institucionalmente desarrollamos un Sistema de Gestión Ambiental (ISO 14001) certificado en 2008”, agrega. El laboratorio multiplicó, entre muchas otras iniciativas, algunas especies endémicas que estaban en peligro de extinción. “Metimos viejos de 150 años en un tubo de ensayo para reproducirlos”, bromea Castro.

La institución ha avanzado en biodiversidad y biotecnología: tiene colección de herbario, proyectos de ictiología (colección de peces de agua dulce) y una de las tres litotecas de Antioquia. Cuenta con más de 3.500 rocas, 350 minerales y unos 200 fósiles. Las otras dos colecciones pertenecen a la Universidad Nacional sede Medellín y al Servicio Geológico Colombiano, al que estudiantes de la UCO donaron 12 muestras.

En el laboratorio también trabajan expertos en limnología (estudio de los aspectos físicos y biológicos de los ecosistemas de agua dulce, especialmente los lagos). Ese grupo de investigación analiza la calidad y la conservación del agua y la supervivencia de vertebrados en la región de embalses de Antioquia, en consultoría para empresas como ISA, EPM e Isagen. Castro asegura que planean incursionar en la biotecnología vegetal en plantaciones de aguacate, piña y cacao.

La casa de Oriente

“Esta es una universidad con territorio”, dice Jair Solarte Padilla, director de Unidades Estratégicas, para explicar que la institución actúa desde y para un contexto específico. El altiplano del Oriente antioqueño se proyecta como una nueva área metropolitana y en esa zona, que no es ajena a la injusticia social y a las secuelas del conflicto armado, la UCO tiene una misión: “Solo podemos ser una buena universidad para un territorio”, aclara monseñor Darío Gómez Zuluaga, el rector.

Wolfy Ríos Betancur, director académico, explica que la universidad forma para que las personas impacten a su población. Quienes han estudiado alguna de las dos tecnologías, los 26 pregrados, las ocho especializaciones, las seis maestrías y un doctorado, materializan la misión del alma mater al volver a sus lugares de origen y aportar al desarrollo viable y sostenible de sus regiones.

La inclusión social es tan importante para las directivas como el desarrollo científico. Según Ríos Betancur, el Centro de Estudios Territoriales gestiona proyectos sociales para cooperar en la solución de conflictos y problemáticas. “Así formamos una triada estratégica entre universidad-empresa-Estado”, explica. El centro desarrolla tres líneas: pensamiento y memoria regional, formación en liderazgo político y social, y banco de proyectos y consultoría.

Otra de las estrategias de inclusión es la Fundación Social Monseñor Alfonso Uribe Jaramillo, que lleva el nombre del fundador de la universidad y canaliza apoyos para matrículas, vivienda, alimentación y transporte para más de 2.500 jóvenes.

La institución también ofrece el Servicio Educativo Rural (SER), uno de los tres modelos de alfabetización que existe en el país. Por este han pasado más de 100.000 personas de comunidades indígenas, campesinas y de cárceles. El enfoque de este programa, que nació en 1998 y que ahora es nacional gracias a un convenio con el Ministerio de Educación, es la educación popular: acercar la escuela a las personas.

Las comunidades se forman según sus posibilidades y necesidades, explica Guillermo Gómez Zuluaga, jefe de Educación a Distancia y director general de SER. Prueba de ello es Israel Marchán, uno de los 25 estudiantes del grupo de Paipa (Boyacá) que aprendió a leer después de haber dejado la escuela hacía más de 40 años.

La UCO sabe que la inclusión no solo es para los ciudadanos del Oriente con desventajas socioeconómicas, sino que es una responsabilidad también con quienes buscan oportunidades. Por eso, monseñor Darío Gómez Zuluaga asegura que tiene las puertas abiertas para los migrantes, incluidos los excombatientes de grupos armados. “Debemos ser un instrumento de inclusión para la paz”, concluye.