Oliverio García, presidente de Andemos explica que hoy las marcas buscan “intercambiar tecnologías, complementar portafolios, desarrollar nuevos modelos, reducir costos de producción, aumentar los volúmenes de ventas. ¡Sobrevivir!”. | Foto: AFP

RADIOGRAFÍA DEL SECTOR

¿Por qué las casas automotrices se están aliando?

Quizá porque la unión hace la fuerza en esta era de nuevos usuarios y tecnologías. Así lo indica la operación entre dos gigantes del sector, FCA y PSA. De esta forma queda el rompecabezas de esta industria.

Esteban Dávila Náder*
15 de diciembre de 2019

A finales de octubre de 2019 anunciaron la fusión de dos grandes industrias automotrices, FCA, compañía propietaria de Peugeot, Citroën, DS Automobiles, Opel y Vauxhall; y PSA, constructora de Fiat, Chrysler, Alfa Romeo, Jeep y Dodge. Esta operación consolida el cuarto grupo más poderoso del sector si se tiene en cuenta que entre las dos empresas vendieron 8,7 millones de vehículos en 2018. Sin embargo, esta es solo una muestra reciente –de las más grandes, eso sí– de una tendencia común entre los fabricantes de autos.

Los motivos para fusionarse se han multiplicado. Oliverio García, presidente de la Asociación Nacional de Movilidad Sostenible (Andemos), explica que hoy las marcas buscan “intercambiar tecnologías, complementar portafolios, desarrollar nuevos modelos, reducir costos de producción, aumentar los volúmenes de ventas. ¡Sobrevivir!”.

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Su visión coincide con la de Nicholas Parkes, director de Operaciones Comerciales de Rest of Latam, de FCA, quien le explicó a SEMANA que “vivimos una nueva fase de disrupción, innovación y revolución tecnológica: la electrificación, la conectividad y la conducción autónoma están formando un nuevo mundo para esta industria. Es una revolución profunda, solo comparable con los primeros 20 años de la historia del sector”. Ante esto, unirse con PSA les facilita a ambas compañías multiplicar sus capacidades de investigación y desarrollo “con velocidad y eficiencia financiera”.

Camilo Herrera, presidente de la firma de análisis de mercado Raddar, le suma a lo anterior otras razones, como el cambio en las preferencias de los consumidores en términos de equipamiento y diseño. Además, argumenta que en esta “continua reorganización no se pueden producir fácilmente carros de dos marcas en una línea de ensamblaje debido a la diferencia en sus especificaciones. Pero en las cadenas de comercialización, posventa, producción y compra de insumos, se logran los procesos”.

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Y tiene razón, pues adaptar una fábrica a los planos de un auto nuevo y ajeno a los protocolos de una marca puede tomar meses o hasta años. Pero también es cierto que los grandes grupos automotores han aprendido a solventar el obstáculo con el esquema de las plataformas compartidas. Así, un fabricante logra producir más y hasta ‘nuevos’ vehículos en menos tiempo. Esta es la respuesta de las marcas occidentales, dice Herrera, que se alían frente a las amplias capacidades de producción de países como Japón y Corea. Por eso cada día se llevan a cabo más uniones transnacionales.

*Periodista.