James May, Richard Hammond y Jeremy Clarkson durante la grabación del especial en nuestro país, en enero de 2018. | Foto: Cortesía Amazon

ENTREVISTA

Richard Hammond: “¡Los autos nunca se acabarán!”

El presentador de los icónicos programas de autos ‘Top Gear’ y ‘The Grand Tour’ habló con SEMANA sobre el episodio que grabó en Colombia, sus motos y carros favoritos, y su peor experiencia al volante.

12 de mayo de 2019

Hay personas que se toman muy en serio su pasión por los vehículos. Tan en serio que estas máquinas –pedazos de metal y gasolina para muchos– se convierten en su vida. Richard Hammond pertenece a este club. El británico es uno de los presentadores, junto a Jeremy Clarkson y James May, de dos de las series sobre carros más icónicas del mundo: Top Gear, de BBC, que estuvo al aire entre 2002 y 2015; y The Grand Tour, de Amazon Prime, que inició en 2017.

Hammond y sus colegas se han encargado, desde hace más de 20 años, de probar, conducir y ‘destruir’ cientos de carros alrededor del mundo. Han conducido tractores, motos acuáticas, superdeportivos, clásicos, tractomulas, tractores de nieve, autos de Fórmula 1, de Rally y de Nascar. También tanques y hasta el carro de Barbie. Automóviles que van desde los 3.000 hasta los 2,7 millones de euros, como el Apollo IE, que puede alcanzar los 335 kilómetros por hora en un par de segundos.

En 2006 Hammond conducía un jetcar (un dragster Vampire) a 463 kilómetros por hora, en una pista de la fuerza aérea inglesa, y la llanta delantera derecha explotó. Su cabeza, protegida por un casco, quedó clavada en la tierra después de dar varias vueltas en el aire. Y sobrevivió. Se dice que nadie ha logrado salir con vida de un accidente a esa velocidad. En medio de la explosión él logró controlar y reaccionar de la mejor forma para evitar su muerte. Jeremy Clarkson, compañero de Hammond en el programa, aseguró después del accidente que “lo que hizo fue un milagro realmente brillante”.

Gracias a ese ‘acto divino’, diez años después, él y su equipo pudieron hacer un viaje épico por Colombia. Recorrieron más de 2.000 kilómetros arrancando en Cartagena y terminando en el sur de Antioquia. Richard Hammond condujo una monster truck Chevrolet Silverado, después de ‘naufragar’ en playas del Caribe: “Fue toda una aventura”, aseguró.

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Él tiene una de las colecciones de autos y motos más valiosas y variadas del mundo: desde un Laganda de 1931, hasta un Porsche 911 GT3 RS; y desde una moto Indian de 1953 hasta una Ducati 900. En su casa, en Londres, respondió esta entrevista telefónica justo un par de días antes de que se anunciara oficialmente su salida de The Grand Tour para presentar un programa en Discovery Channel.

SEMANA: ¿De dónde viene su pasión por las motos y los carros?

RICHARD HAMMOND: Mira, desplazarte de un lugar a otro es una necesidad básica que tenemos todos desde la época de las cavernas. Con el paso del tiempo la manera de movilizarnos evolucionó. Por eso estar abordo de una máquina que te puede llevar a tu destino de forma veloz es fascinante. Eso es lo que hacen los carros y las motos: ¡magia! Te pueden transportar física y espiritualmente. ¡Y con rapidez! Por eso la velocidad se siente tan bien.

SEMANA: ¿Por qué los vehículos son tan importantes en nuestra sociedad?

R.H.: Aunque hoy tenemos los medios para ver imágenes de lugares de todo el mundo, todavía queremos ir a ellos físicamente. Y, en ese sentido, los vehículos se han convertido en un medio de comunicación: ellos nos conectan con otros paisajes, otras culturas, nos ayudan a entablar otras relaciones. Son parte de nuestra sociedad y sus historias. ¡Nuestras historias! Desde el rock and roll hasta un amorío adolescente. Son parte de nuestro patrimonio y de lo que somos.

SEMANA: ¿Qué es lo más increíble que ha visto en un carro?

R.H.: Creo que es el ala trasera de un Plymouth Roadrunner del sesenta. También me sorprendí la primera vez que vi un carro con cinco cambios, cuando era un niño.

SEMANA: ¿Y qué carro lo ha decepcionado?

R.H.: Probablemente el Lamborghini Countach. Es espectacular, supremamente bonito, pero la experiencia al manejarlo fue terrible.

SEMANA: En su opinión, ¿qué carro comercial y de fácil acceso es el más parecido a uno deportivo?

R.H.: Esto le sacará una sonrisa a más de uno, el Ford Fiesta ST. Realmente creo que Ford lo diseñó para que uno pensara, mientras lo maneja, “uy, ¿quién se inventó este carro?”. Es un auto que te hace sonreír.

SEMANA: Usted tiene una inmensa colección de carros, ¿cuál es su favorito?

R.H.: Hoy me quedo con el Jaguar E Type Roadster de 1962. Estoy enamorado de ese auto, es rápido, tiene un sonido increíble y con él todo fluye. Hasta nuestro amor (suelta una carcajada).

SEMANA: ¿Qué carro siempre ha querido pero todavía no tiene?

R.H.: Varios. El Citroen SM, un De Tomaso Pantera o un Lamborghini Miura.

SEMANA: Sabemos que es un apasionado por las motos y que tiene una colección grandísima. ¿Por qué estas no han sido protagonistas en ‘Top Gear’ o en ‘The Grand Tour’?

R.H.: Porque es muy difícil que la gente las pueda diferenciar a menos de que las monte. Pocos entienden por qué son distintas una Harley Davidson y una Fireblade. En cambio, la mayoría de las personas, aunque no estén interesadas en los carros, pueden notar las diferencias entre una van y un modelo deportivo. La gente comprende el idioma de los autos, pero no tanto el de las motocicletas, que termina siendo una pasión de nicho. Yo he manejado motos durante 34 años y es algo muy privado. Algo mío. Me gusta mantenerlo así.

SEMANA: Después del accidente en el que casi muere frente al volante, ¿se ha vuelto un conductor más precavido?

R.H.: Realmente no porque desde hace varios años soy consciente de que estoy más viejo. Tengo dos hijas y una esposa que hacen que sea más cauteloso… En realidad nunca he sido arriesgado. Al contrario, soy muy precavido. Cuando me enfrento a un riesgo muy alto prefiero no aceptar.

SEMANA: ¿En qué parte del mundo le gustaría grabar un episodio?

R.H.: Me gustaría volver al Polo Norte o ir al Polo Sur. Allá todos los detalles importan. Si te quitas un guante puedes perder la mano, entonces debes ser muy ordenado y cuidadoso. Me gusta ese reto físico.

SEMANA: ¿Cuáles sitios lo han maravillado mientras realizaba el programa?

R.H.: La pasamos muy bien en China, tiene mucho para ver y visitar. También me encantó Mongolia. Y, claro, Colombia. Es un país bellísimo, y no solo lo pensamos nosotros tres, también todo el equipo, de más de 40 personas.

SEMANA: ¿Qué fue lo que más les llamó la atención de nuestro país?

R.H.: La amabilidad de la gente. Los colombianos tienen un sentimiento general por acoger a los visitantes y a los turistas. Me encanta cuando uno va a un país y existe esa amabilidad. Además, a veces uno visita lugares donde conducir es una locura, pero en Colombia nos encontramos con vías coloridas y gente amable en el camino. Recuerdo estar cambiando constantemente de paisajes: de bosques a montañas y después a valles. Fue maravilloso.

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SEMANA: Usted ha sido testigo de gran parte de la evolución de los carros en los últimos años, ¿cómo ha cambiado la industria?

R.H.: Los autos se inventaron, en principio, para las personas adineradas. Estas se sentaban en la parte de atrás del carruaje y ahí hablaban y reían. Luego la industria se reinventó y, ¡sí!, ahora es para todos. Hemos avanzado mucho en temas de seguridad, sostenibilidad, confiabilidad, durabilidad. ¡Los autos nunca se acabarán! Al contrario, seguirán transformándose. Es más, la evolución que estas máquinas han tenido desde su creación no se compara con el giro y el avance que tendrán de ahora en adelante.

SEMANA: ¿Qué tipo de motor prefiere: híbrido, eléctrico o de combustión?

R.H.: Amo los de combustión porque los asocio con velocidad y potencia. Tengo varios Mustang 68 y el sonido de sus motores V8 me eriza hasta el cuello. Ahora, algún día los motores eléctricos ocuparán ese lugar y los asociaremos con potencia, pero, tal vez, sin ruido. Entonces, aunque amo los motores de combustión, espero con ansias lo que sucederá con los eléctricos.

SEMANA: Y los carros autónomos…

R.H.: Serán una realidad, pero todavía falta mucho. Las personas los usarán para moverse en una autopista y llegar a un sitio específico, no para ‘explorar’. Estoy seguro de que habrá gente conduciendo su Lagonda Supercharged 1934 para dar un paseo por el país, como yo. Creo que puede convertirse en un hobby, más que en una necesidad.