Paseo en la plaza principal de Envigado, uno de los municipios con las tasas más altas de crecimiento poblacional. Foto: Erick Morales

DESARROLLO

En 2050, el Valle de Aburrá tendrá casi dos millones más de habitantes

Así se está modificando su modelo de ocupación, sin sacrificar la calidad de vida de quienes lo han escogido como su hogar.

27 de octubre de 2017

La población mundial crece a un ritmo aproximado de 80 millones de personas al año, de acuerdo con un estudio realizado por la Universidad de Carolina del Sur. En este momento hay 7.600 millones de habitantes en el planeta, y al menos la mitad, según Naciones Unidas, reside en zonas urbanas.

En el Valle de Aburrá viven 3.866.000 personas, de las cuales más de la mitad ocupa el 2 por ciento del territorio, 95 por ciento del cual es suelo urbano. Si este crecimiento continúa, a mediados de este siglo Colombia tendrá 18 millones de habitantes más y 1,8 millones de ellos estarán en el Valle de Aburrá, con todo lo que eso implica en materia de servicios públicos, producción de basuras, movilidad, seguridad, salud, educación y consumo de alimentos.

Teniendo en cuenta la topografía de la subregión se hace urgente tomar acciones antes de que sea demasiado tarde. Como afirma Víctor Piedrahíta, subdirector de Planeación del Área Metropolitana del Valle de Aburrá, “somos el valle más grande de Antioquia, pero el más pequeño de Colombia para una conurbación como la de Medellín”. Lo dice porque este valle está rodeado de montañas que limitan su expansión, lo que significa que llegarán más personas a ocupar el mismo espacio. Además, ya está claro que construir en las laderas es imposible debido a los frecuentes deslizamientos de tierra en invierno y los efectos dañinos sobre el ecosistema de bosques y cuencas hidrográficas.

Con esa realidad en mente, el Área Metropolitana del Valle de Aburrá se prepara para atender el crecimiento poblacional de manera organizada, “pues un territorio que no se planifica, será insostenible”, agrega Piedrahíta. Desde el año pasado han trabajado en diseñar un nuevo esquema de ordenamiento que potencializará el territorio. Este diseño mira hacia adentro y planea aumentar las densidades cerca del río para convertirlo en el eje estructurante del desarrollo.

Entre las propuestas para cumplir estos objetivos está crear el Parque Central de Antioquia, un gran cinturón semejante a un bosque protector que vele por las montañas. Este contempla tres elementos: un cinturón externo, que salvaguarde las laderas con arborización; una estructura de conexión ecológica, que contribuya a la restauración de la flora y la fauna; y un sistema de transición urbano-rural, que contaría con espacios libres para que la gente se apropie de ellos y ejerza la vigilancia para impedir la construcción informal.

Así mismo, este nuevo modelo de ocupación plantea tres centralidades: una sur, una norte y Medellín como centro. La idea es que las dos primeras disminuyan la demanda de servicios para la capital, generen un mayor arraigo en los territorios y reduzcan los trancones y la contaminación ambiental.

Un diálogo fluido

El Plan Integral de Desarrollo Metropolitano es la carta de navegación que permite todos estos proyectos para el Valle de Aburrá. Sin embargo, la Ley 1625 de 2013 obliga a las áreas metropolitanas a diseñar un Plan Estratégico Metropolitano de Ordenamiento Territorial (Pemot) que tenga en cuenta el modelo de ocupación de la zona y, a su vez, armonice los POT de los municipios.

Esta coyuntura hace necesario un diálogo permanente, no solo entre los diez territorios que conforman el Área Metropolitana, sino también con las subregiones oriente y occidente. Finalmente, se persigue el crecimiento y desarrollo del territorio en su conjunto, en busca de lo mejor para todos.

Que las ciudades aumenten el número de habitantes implica en gran medida abandonar el campo. Para garantizar la dignidad de los campesinos y generar mayor arraigo en su oficio, la Subdirección de Planeación diseñó los programas de Seguridad Alimentaria, Nutricional y Desarrollo Rural Sostenible y de Mercados Campesinos.

Lo estratégico de todo este panorama es que la definición del nuevo modelo de ocupación del territorio sea el resultado de acuerdos y visiones conjuntas de la planificación y el desarrollo. Con amplia participación ciudadana y diálogo constructivo con todos los actores del territorio, a fin de poner el conocimiento acumulado al debate amplio y participativo que legitime las acciones por tomar.