El sainete es una tradición que sigue viva. Se trata de historias que los esclavos usaban para burlarse de sus amos. Foto: Juan José Quintero / Alcaldía de Girardota

CULTURA

Sainete, una tradición que sobrevive

Los esclavos africanos popularizaron estas piezas teatrales burlonas en el Valle de Aburrá, que se han popularizado y siguen vigentes en municipios como Girardota.

Angie Palacio Sánchez*
27 de octubre de 2017

Los esclavos africanos que llegaron a la provincia de Antioquia, y sus descendientes, solían burlarse de sus amos blancos por medio de sainetes. Narraban historias ridículas y las representaban jocosamente con trajes coloridos, máscaras y grandes sombreros con espejos para recordar la manera en que los españoles engañaron a los nativos para llevarse su oro.

Así explica el surgimiento de esta tradición en el municipio de Girardota el sainetero Carlos Luis Cadavid, quien desde hace 20 años recrea esa tradición en la vereda de San Andrés. Para él, esta forma de teatro iniciada por sus ancestros siglos atrás, es parte fundamental de su identidad como afrodescendiente y antioqueño.

El sainete tiene sus orígenes en España. Llegó a territorio paisa con la colonización, se popularizó en varios municipios y en Girardota sigue vigente. Según la historiadora Ángela Sosa se conserva en pocos lugares, y su fusión de influencia africana con lo andino la hace única. “Por lo general se piensa que una comunidad afro tiene relación directa con tambores, mapalé o currulao, pero esta no: son afro y al mismo tiempo campesinos antioqueños, su música es andina de cuerda”.

A sainetear

En Girardota dicen que no hay diciembre sin sainete. Igual que los abuelos y los tatarabuelos, sus habitantes esperan ansiosos cada año que el ‘sopero’ o el ‘abanderado’ salgan a presentar a los otros nueve personajes que harán parte de estas piezas teatrales escritas por ellos mismos desde 1850.

Tocan principalmente los acontecimientos diarios del pueblo. Cada obra recordaba lo sucedido en la comunidad de una manera burlona, como el sainete Doña Pola, escrito a un vecino que se quedó sin dinero porque su mujer huyó con él. Ese vecino respondió con otro sainete al autor de Doña Pola y lo llamó Don Cirilo.

Como muchas otras tradiciones, el sainete es un asunto de familia. Los Rojo, los Foronda, los Saldarriaga constituyen, entre otros, los apellidos típicos de este ambiente teatral. Joaquín y Jesús Rojo, por ejemplo, emparentados porque la abuela del primero era tía del segundo, han sido actores, músicos y se dicen a sí mismos “saineteros de toda la vida”.

Joaquín recuerda que cuando era niño los ensayos empezaban en junio y eran de noche y a puerta cerrada. Nadie podía saber quiénes actuaban bajo esas máscaras o qué situación interpretarían. Los días más especiales eran el 23 de diciembre, con un ensayo público, y después venían el 24 y el 25, con representaciones completas y vestuario incluido.

Las prácticas son menos privadas ahora. Todos saben quiénes actúan y hay funciones en diferentes fechas del año, pero se mantienen la pasión y el interés por seguir la tradición.

La nueva generación

Hoy los saineteros más antiguos, como Jesús Rojo, recuerdan con nostalgia a Nazario Foronda, el mejor abanderado que ha tenido San Andrés: “Tenía un timbre de voz y una elegancia inigualables”. Sus descendientes siguieron la tradición: sus hijas Adela y Arnobia fundaron el primer sainete femenino, del que también hacen parte sus nietas Verónica y Nancy.

Esta última lidera el Parque Vivo El Sainete, un espacio en el que esta manifestación cultural deja de ser intangible y se convierte en obra, recorridos, murales. Hasta allí pueden llegar los turistas o los vecinos para ver una pieza y conocer más sobre su historia.

Pese a estos esfuerzos, los propios saineteros reconocen que ha sido difícil el traspaso generacional y la tradición ha estado a punto de quedar en el olvido por la falta de interés de los jóvenes. Verónica Serna Foronda, la más joven de esta familia solo lleva tres años actuando y dice que durante mucho tiempo no se veía como parte activa de estas piezas.

Por eso, saineteros, corporaciones culturales y la alcaldía crearon el Plan de Salvaguardia del Sainete, que plantea una serie de acciones para preservar esta manifestación cultural. Una de ellas es conformar un grupo infantil de sainete, para que las nuevas generaciones sigan riendo y haciendo reír como lo hicieron sus antepasados en la Colonia.

*Periodista.