En su taller, ubicado en la estación del tren, en el centro de Bogotá, es posible ver las antiguas locomotoras que cubrían rutas como la de Santa Marta o Chiquinquirá. | Foto: Nathalia Angarita

PERFIL

Eduardo Rodríguez, el hombre que fundó Turistren

Esta compañía es la única del país que hoy transporta pasajeros por rieles. Su propietario es un santandereano de 82 años que aprendió de este sector en Inglaterra, Francia y Japón.

María Alejandra Karpf*
1 de octubre de 2018

Son las diez de la mañana de un domingo cualquiera, Eduardo Rodríguez se sienta en una de las sillas del restaurante del Tren de la Sabana. Pide un café, toma un sorbo y pone el vaso en la mesa. La bebida humeante se mueve al compás del estado de las vías férreas por donde todos los días sus trenes atraviesan Bogotá.

“Durante un tramo del recorrido, mi café va a dejar de moverse de un lado para el otro, porque vamos a pasar por una de las vías que ya fue recuperada”, me explica el propietario de Turistren –el único ferrocarril de pasajeros que hay en Colombia– y uno de los mayores conocedores del sector en el país, mientras observa atentamente el movimiento de su taza.

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Este santandereano de 82 años sabe cómo armar y desarmar una locomotora casi sin ver. Recuerda que cuando era niño esperaba ansioso el ferrocarril que lo llevaba desde Arcabuco (Boyacá) a Bogotá, y gracias a sus habilidades con las matemáticas decidió estudiar Ingeniería Mecánica en la Universidad Industrial de Santander, en Bucaramanga.

“Cuando terminé el pregrado vi que en la universidad pusieron un letrero que decía: ‘Los Ferrocarriles Nacionales de Colombia ofrecen una beca para ir a estudiar a Inglaterra’. No lo dudé y me presenté. Viví dos años y medio en Mánchester y estudié todo el tema ferroviario. Fue una época increíble en mi vida porque además me abrió muchas puertas”, cuenta Rodríguez.

A su llegada a Colombia, se empleó en los Ferrocarriles Nacionales. Allí, se desempeñó en distintos cargos y trabajó en los talleres de Flandes (Tolima), Chipichape (Cali) y en el del noreste en Bogotá. En esta última etapa con la empresa, Eduardo conoció a su esposa Patricia y al mes de ser novios le propuso que se fuera a vivir con él a Francia, a donde debía ir para hacer una interventoría en los ferrocarriles de ese país.

Después de recorrer Inglaterra, Francia y Japón, restaurando y aprendiendo sobre las locomotoras, y tras la desaparición de los Ferrocarriles Nacionales, Rodríguez decidió abrir su propia empresa de trenes turísticos que administra junto con sus dos hijos, Andrés y Carolina. Hoy, también es asesor de la compañía ferroviaria Inca Rails en Machu Picchu.

*Periodista de Especiales Regionales de SEMANA.