SALUD

Coronavirus, salud y mercado: ¿cuál es el dilema?

El dilema entre "producción y salud" ha dominado el debate sobre cómo enfrentar la pandemia. Hay otra forma de ver el problema.

4 de mayo de 2020
El sistema de salud recibe hoy toda la presión por la gran cantidad de enfermos de la covid-19. | Foto: Guillermo Torres

Con la llegada del nuevo coronavirus muchas cosas han quedado en evidencia. No solo las fisuras del capitalismo, un sistema que se creía infalible, sino la enorme dificultad que enfrenta cualquier forma de organización humana ante un desafío para la especie.

La necesidad de enfrentar tres crisis a la vez (la de salud, la económica y la financiera) exigen una enorme creatividad. Pero hoy nadie puede citar antecedentes, porque el mundo enfrenta una amenaza extraordinaria, agresiva y enorme.

Durante un evento del centro Princeton Bendheim para las finanzas, a mediados de abril, dos intelectuales le pusieron proporciones al desafío actual. Marcus Brunnemeier, director del centro, introdujo una charla del premio nobel de economía Angus Deaton sobre las implicaciones de la pandemia.

Brunnermeier explicó que, en el frente de la crisis de la salud, el mundo no ha podido dar con la verdadera intensidad de la pandemia, cuándo va a salir de ella y cuál trade-off origina la enfermedad. Por ejemplo, hoy nadie puede dimensionar el impacto de la covid-19 en otra clase de afecciones, o en la tasa de suicidio en un país o en el nivel de pobreza. Igualmente, puso sobre la mesa la evidencia que uno de los trade-off más evidentes es que hoy están implementando medidas para proteger a la vejez, en muchos casos comprometiendo el futuro de los jóvenes, pues aún no sabemos cuál va a ser el impacto de la pandemia en el mercado laboral o en el nivel de ahorro de los países para cubrir choques futuros.

Igualmente, está quedando claro el nivel de tensiones en torno de la propia industria de la salud.

En la mayoría de los países, este se ha convertido en uno de los principales rubros del gasto público (solo en Estados Unidos alcanza 12% del PIB). Además, en circunstancias como estas es obvio que hay que invertir en investigación y desarrollo para enfrentar la pandemia y todo fenómeno masivo que se presente en el futuro.

Pero el asunto no es en blanco y negro: muchos se preguntan por las reglas del juego para los sistemas de salud y cómo lograr unas que le permitan al planeta entero reforzar su capacidad de respuesta frente a eventos universales.

Este par de expertos planteó situaciones desafiantes. Solo un botón de muestra: ¿cómo va a lograr el mundo compartir información fundamental sobre los avances contra las enfermedades y de qué manera garantizará que estos mecanismos vayan a países sin recursos? Esto pone un interrogante enorme sobre la manera de remunerar los esfuerzos de investigación y desarrollo en salud y, en general, sobre el sistema de patentes mundial y su funcionamiento actual.

De hecho, Brunnemeier se pregunta si el desarrollo de la vacuna contra la covid-19 se va a convertir en un proyecto universal del tipo "viaje a la luna" que permita unificar los intereses de toda la humanidad. Él no lo dijo en su presentación, pero es claro que el mundo no puede perder esta oportunidad para establecer protocolos eficaces para que el conocimiento de salud llegue a todos los rincones del planeta.

Esta pregunta pone de presente cómo los principios de mercado aplicados a raja tabla al sector salud pueden formar parte del error que ha cometido la humanidad. En este punto inició su charla el premio nobel Angus Deaton, que presentó parte de sus conclusiones en su nueva obra Deaths of despair, una investigación que parte de una premisa inquietante: ¿qué revelan los casos de muertes por suicidio, sobredosis de drogas o por cirrosis atribuible al alcoholismo?. Es decir: ¿qué marcha mal en un sistema que se permite esta clase de fenómenos?

Las conclusiones son sencillas: la mayor parte de las personas afectadas tenían bajo nivel de escolaridad, habían tenido problemas para lograr un buen trabajo y en consecuencia tenían bajos ingresos. En muchos casos, sobre todo en los países en desarrollo, el problema se ve agudizado por los excesivos costos de acceso al sistema de salud. Una persona que padece de alguna de estas condiciones recibe otro golpe contundente: tener que acudir al sistema de salud, lo que definitivamente lo va a terminar de hundir en la miseria, por los excesivos costos asociados a la atención, los medicamentos y otros servicios.

Al hacer la analogía con la situación actual, Deaton señaló que hoy la economía genera muchos casos de "muertes por desesperación". Lamentablemente, muchas personas pierden sus trabajos y el ajuste en el mercado laboral afecta sobre todo a las personas más vulnerables.

La investigación de Deaton revela algo contraintuitivo: en épocas de depresión económica, los niveles de mortalidad caen porque las causas de muertes asociadas a la actividad productiva (accidentes laborales, de tránsito, de obras públicas) y muchas otras, como los asesinatos, caen drásticamente. Así las cosas, es posible afirmar que la actividad económica a 100% mata más personas que la recesión. Obviamente el objetivo no es hacer una crítica a la producción, sino a replantear el dilema entre salud y economía.

Pero con esta evidencia, hay que plantear el dilema en otros términos: cuál es el sistema de producción que a un ritmo de 100% garantiza prosperidad, pero a la vez menos muertes. Y cuál es el sistema de salud que garantiza que de verdad predomine la salud de las personas.

Sin lugar a dudas ya no es posible concluir que se desea simplemente la recuperación económica. La pregunta sobre la salud de la gente está quedando en la parte más alta de las prioridades de la humanidad.