Home

Cultura

Artículo

!ACCION!

La próxima semana, y bajo la mirada atenta de los espectadores, se da inicio a una nueva edición del Festival Internacional de Cine de Bogotá.

25 de septiembre de 1995

CON EL ESTRENO en Colombia de Mundo acuático (Waterworld), considerada la cinta más costosa del cine mundial con más de 200 millones de dólares de presupuesto, la noche del 4 de septiembre se dará inicio al XII Festival Internacional de Cine de Bogotá.
Durante nueve días consecutivos (del 5 al 13 de septiembre) los bogotanos tendrán la oportunidad de vivir de nuevo un festival que, en su adolescencia, intenta llegar a la etapa adulta.
Bajo la mirada del jurado, compuesto por Walter Schobert, director del Museo de Cine de Frankfurt; Miriam Murphy, experta internacional de cine; Giselle Breteau Skira, directora de la Biennale Internationale du Film sur Lárt, de París; Guillermo Conte, pintor argentino, autor del afiche del Festival, y un colombiano que al cierre de esta edición todavía no estaba con firmado, rodarán las siguientes películas en competencia internacional:
Por Alemania, Maldición, de Fred Kele men. Por Argentina, El amante de las películas mudas, de Pablo Torre; Mil boomerangs, de Mariano Galperin y Más allá del límite, de Ezio R. Massa. Por Colombia, Aguilas no cazan moscas, de Sergio Cabrera. Por España, Salto al vacío, de Daniel Calparsoro; Historias del Kronen, de Montxo Armendáriz; Hijos del viento, de Fernando Merinero, y Maite, de Carlo Zabala y Eneko Olasagasti. Por Francia, Rien de tout, de Cedrick Ckpish. Por México, Hasta morir, de Fernando Sariñana. Y por Portugal, Tres hermanos, de Teresa Villaverde.
Paralela a la competencia central, la muestra de cine contemporáneo estará encabezada por películas como Un paseo por las nubes, cinta estadounidense del afamado director mexicano Alfonso Arau; Ni idea, de Amy Heckering; Banquete de bodas, de Ang Lee (Taiwan) y el filme de Robert Rodríguez, Desperado, protagonizado por Antonio Banderas y que constituye la segunda parte de El mariachi.
De todo el programa, dos eventos llaman especialmente la atención. El primero es simplemente sobrecogedor. Se trata de la exhibición, en el Auditorio León de Greiff, de la cinta Las aventuras del príncipe Achmed, relato extractado del libro Las mil y una noches y dirigido por la alemana Lotte Reiniger. La película, de dibujos animados, fue realizada en 1923, y contará con la participación musical en vivo de la Orquesta Filarmónica de Bogotá, bajo la dirección de Frank Strobel, quien viene de Berlín exclusivamente para el evento. El segundo es para especialistas en el fenómeno John Lennon. Se trata de una completa muestra de las películas de Yoko Ono.
Así, en el papel el festival luce con mucha pompa. Falta esperar que, a diferencia de años anteriores, esta vez el programa se cumpla como los organizadores lo tienen prometido, para que el Festival de Cine de Bogotá alcance su madurez y se convierta por fin en uno de los sucesos insignias de la capital ante el mundo, como es el deseo de todos los bogotanos.

El juez
Basada en un héroe de las historietas, esta puede ser fácilmente la peor de las películas de Sylvester Stallone.

DIRECTOR: DANNY CANNON
PROTAGONISTAS: SILVESTER STALLONE,
ARMAND ASSANTE, DIANE LANE Y MAX VON SYDOW.

SUS SEGUIDORES ya están acostumbrados a que Sylvester Stallone no haga otra cosa en pantalla que lanzar golpes mortales y aniquilar ejércitos ayudado de armas sofisticadas. Tras las cámaras, al parecer ningún productor ni director le han sugerido que intente algo más que esa mueca rígida que aprendió en la época de Rambo. Trístemente, Stallone como actor es sólo masa muscular. Pero eso, en Hollywood, es insignificante en relación con la sorprendente capacidad para llevar espectadores a sus películas. Los millones que produce son inversamente proporcionales a su actuación, y tal vez esta regla pretendan seguirla siempre los productores con el ánimo de evitar el riesgo de que, con una buena interpretación, la taquilla se vaya al piso.
Ahora Stallone hace las veces de un héroe de las historietas estadounidenses, Judge Dredd, en la película El juez. Dirigida por el joven Danny Cannon, de tan sólo 26 años, la cinta sitúa la historia en el siglo XXIII, en una megalópoli descomunal y asfixiante que se caracteriza por no valerse por una ley diferente de la de los jueces, represivos policías que imparten justicia en un mundo hostil y de los cuales el máximo estandarte es Dredd (Stallone), quien debe enfrentar al malo de turno, interpretado por Armand Assante.
Con un presupuesto cercano a los 70 millones de dólares, la producción es un derroche de efectos especiales y maquillaje asombroso. Pero curiosamente ni la magia del computador salva la cinta de un estruendoso fracaso. Si por lo menos en las anteriores películas de Stallone aparecía alguna curiosidad tecnológica o malabarística que pagaba de alguna manera la boleta, esta vez ni siquiera la acción entretiene al más fanático. Aburrida, vacía y sin ninguna gracia, El juez, más que una película, parece un paseo en simulador por los estudios de la Universal; de esos pascos en los que al final el visitante termina prefiriendo la montaña rusa.