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Figura antropomorfa que hace parte del Tesoro Quimbaya compuesto por 122 piezas.

ARQUEOLOGÍA

Al rescate de un tesoro colombiano

Colombia recuperó 691 piezas de cerámica precolombina. Su entrega reabrió el tema sobre la repatriación del patrimonio cultural de los países.

6 de septiembre de 2014

En 2001, un ciudadano colombo español sacó ilegalmente 894 piezas precolombinas entre silbatos, figuras humanas, máscaras, ollas y vasijas de cerámica. En ese entonces, el tráfico ilícito de piezas no era tan controlado y era fácil cargar con ellas. Informada por las autoridades españolas del hallazgo, Colombia pidió los 691 objetos de su patrimonio cultural (los otros 203 eran de otros países). Su valor, según Fabián Sanabria, director del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (Icanh),  radica en que es una colección que se distingue por su variedad de formas y estilos pertenecientes a diversas culturas precolombinas.

El gesto español de devolverlos, que se concretó la semana pasada, tiene a varios soñando con el regreso del Tesoro Quimbaya. Pero tratándose de un regalo del entonces presidente Carlos Holguín Mallarino a la reina de España, ¿aplican las leyes de repatriación?

No es tan seguro. En 1892 el presidente agradeció generosamente el laudo arbitral proferido por España a favor de Colombia en un problema de límites con Venezuela. En octubre, como parte de la celebración de los 400 años del Descubrimiento de América, hizo entrega oficial del Tesoro Quimbaya a María Cristina de Habsburgo-Lorena, reina de España. 

La prensa española afirmó que ese país jamás había recibido un regalo tan generoso de sus antiguas colonias. Y no era para menos. Según notificó Holguín Mallarino al Congreso el Tesoro Quimbaya es “la colección más completa y rica en objetos de oro que habrá en América.”

Las 122 figuras de oro son parte de los ajuares funerarios de líderes político-religiosos Quimbaya del siglo III d.C, que fueron saqueadas por guaqueros en Filandia, Quindío. En efecto, a finales del siglo XIX la guaquería había entrado  en auge, cuando Colombia comenzaba a rescatar sus raíces indígenas. En 1891 el gobierno compró a un comerciante las figuritas humanas de oro, los poporos, las vasijas, los cascos y las narigueras del tesoro. Para ello invirtió 10.000 dólares, una suma grande para la época.  A pesar de que el presidente describió las piezas como “una obra de arte y las reliquias de una civilización muerta que le dan a la colección un valor inapreciable”, nunca las exhibió en el país, por lo que muchos aseguran que su intención siempre fue regalarlas para exhibirlas en Madrid, donde están ahora en el Museo de América. Un acaudalado personaje, Vicente Restrepo, que había también comprado una pequeña parte, se la vendió al Smithsonian Institution de Estados Unidos.

En 2006 el abogado Felipe Rincón interpuso una acción popular para buscar que el gobierno enmendara el error. El juez aceptó la demanda en primera instancia, pero el Tribunal Administrativo de Cundinamarca revocó esa decisión. Rincón presentó entonces una tutela que la Corte Constitucional escogió para tramitar. Al parecer la ponencia  que dejó el magistrado Alberto Rojas sería favorable, pero la sala que debe decidirla no ha sido citada. Es decir, por ahora no es más que un proyecto. 

Según Rincón, Holguín Mallarino no pidió permiso al Congreso, por lo que no estaba autorizado a entregar los bienes. “La ofrenda sería entonces declarada inconstitucional –explica el abogado- y el tesoro habría salido del país ilegalmente. Por eso cabe pedir su repatriación”. Pero no todos están de acuerdo. Para el jurista Ricardo Vélez como Colombia regaló el tesoro, España no está obligada a regresarlo así la entrega haya sido inconstitucional. De confirmarse esta posición, esta historia reafirmaría aquello de que la mayor amenaza al patrimonio cultural de los países suelen ser sus propios ciudadanos. 

Saqueos famosos

A lo largo de la historia los poderosos de Europa se aprovecharon de la vulnerabilidad política y económica de otros países y saquearon buena parte de su patrimonio. Hoy los afectados lo reclaman. 

Egipto

En 1791 las tropas napoleónicas hallaron la piedra Rosetta que permitió a los egiptólogos descifrar los jeroglíficos. En su regreso a Francia se la llevaron al igual que el obelisco de Luxor, que hace guardia en la plaza de la Concordia de París, entre otros. Años después los alemanes se llevaron el espléndido busto de Nefertiti.

Grecia

En 2004 Grecia inauguró el Museo del Partenón en parte para mostrar que es capaz de cuidar su patrimonio cultural. Los griegos llevan décadas pidiendo al Museo Británico que devuelva los tesoros robados por el conde Thomas Bruce, entre ellos una de las magníficas cariátides. Según el museo las piezas no fueron robadas sino rescatadas porque estaban en peligro. Y en el Museo Pérgamo, en Berlín, la colección de obras griegas es impresionante.

Irak

Durante años los europeos excavaron la antigua Babilonia. Sus hallazgos se exhiben en el Museo Pérgamo de Berlín, donde está la monumental puerta de Ishtar; en el Louvre, el código Hammurabi, uno de los conjuntos de leyes más antiguos, y el Museo Británico, el colosal toro alado con cabeza humana.

España

Por corrupción y por excesiva generosidad perdió obras como por ejemplo una parte del artesonado de La Alhambra, que hace parte de la lista de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Para verla hay que ir al Museo Pérgamo de Berlín. También perdió la portada de la iglesia románica de San Miguel de Uncastil, que hoy hace parte del Museo de Boston.  

Turquía

Turquía, Alemania y Rusia están disputando la propiedad de los tesoros encontrados en Troya (actualmente Turquía). Arqueólogos alemanes excavaron la ciudad. Pero en la toma de Berlín, a finales de la Segunda Guerra Mundial, las tropas rusas se robaron las piezas.

Bélgica

Un caso de repatriación es el de La adoración del cordero místico, un famoso cuadro de Jan van Eyck robado dos veces por la tropas de dos de los hombres más poderosos de la historia: Hitler y Napoleón. Pasó de París, a Gante, a Berlín y después de haber sido rescatado de las garras de los nazis regresó a la ciudad belga. Allí adorna el altar de la iglesia de San Juan.