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ENTREVISTA

"En Palenque encontré el cubismo"

Esto asegura la artista Ana Mercedes Hoyos.

8 de diciembre de 1997

De los artistas colombianos vivos Ana Mercedes Hoyos es quizá la pintora más destacada en el exterior después de Fernando Botero. Su universo, recreado alrededor de la vida cotidiana de San Basilio de Palenque, ha sido pieza clave en el desarrollo del arte colombiano.


SEMANA la entrevistó a propósito del lanzamiento de su libro Trópico, editado por Enrique Michelsen.

Semana: En su trabajo reciente se notan claros homenajes a la historia del arte, en particular a los bodegones. ¿Por qué este retorno en el tiempo? 

Ana Mercedes Hoyos:
En la búsqueda de mi universo formal fue fundamental la investigación de la geometría. Comencé buscando modelos que me acercaran al cubismo de Picasso, de Braque. Pero a través de la investigación descubrí que el origen del cubismo estaba en Caravaggio, en el momento en que independiza una canasta de frutas de la cotidianidad para convertirla en un objeto artístico por sí mismo. Esa canasta de frutas es pura geometría. Después pasé a Zurbarán y, así sucesivamente, hasta que de pronto me di cuenta de que esa investigación en la historia del arte me había permitido encontrar el cubismo en la realidad cotidiana de las palenqueras. A partir de entonces recurro con frecuencia a la historia para que me brinde las soluciones formales que necesito en determinado trabajo. 

Semana: ¿Cómo relaciona el cubismo con sus palenqueras?

A.M.H.:
El palenquero tiene una aproximación cubista a sus objetos. Una fruta cortada por un palenquero puesta en una palangana es como una máscara africana, y esto obedece a que ellos nunca rompieron con su raza, siguen siendo muy africanos, genuinos. Yo exploraba la geometría y descubrí que en las palanganas de las palenqueras estaban todos los elementos que yo siempre había buscado en la historia del arte. El equilibrio de una porcelana es también visualmente perfecto. Es decir, el peso armónicamente repartido coincide con exactitud con el equilibrio visual. Fue un descubrimiento sensacional.

Semana: ¿Le gusta que hablen de sus cuadros como bodegones?

A.M.H.:
Me gusta en el sentido español del término por su origen. La palabra bodegón viene de la pintura de bodeguilla, así llamada en el barroco de Velázquez por ser una pintura que reflejaba la más popular cotidianidad. Me interesa que mis cuadros sean bodegones en la medida en que representan una realidad cotidiana y no en el sentido en que lo utilizan en Estados Unidos. Allí el bodegón es confundido con el still life, o naturaleza muerta, que no es más que la impostación de esa cotidianidad. 

Semana: ¿Qué es lo que más le interesa al pintar un cuadro?

A.M.H.:
La luz. Ya no pienso en el color a pesar de que mucha gente diga que mi pintura es colorista. En mi cabeza yo eliminé el color. Yo no pinto pensando en el rojo, en el amarillo o en el azul, sino en la reacción de un color al lado del otro y cómo de esa reacción va apareciendo la luz. No pienso en los tonos sino en cómo voy a crear la luz.

Semana: ¿Por qué cree que sus cuadros gustan tanto en el exterior?

A.M.H.:
Pienso que gustan porque tuve el privilegio de haber visto una cosa que no habían visto antes en el exterior. Una realidad como la de Palenque, que siendo así de chiquito posee valores universales reconocibles en cualquier parte. Uno puede trabajar con temas locales, pero conservando conceptos universales. Sin estos valores no me habría sido posible comunicarme tan bien con un público como el japonés.

Semana: ¿Cuál es su posición frente a quienes piensan que la pintura está en desuso?

A.M.H.:
Yo creo que la pintura buena no se va a acabar nunca. Lo que se acaba es la pintura mala. En Colombia hay una gran equivocación al respecto. Lo que se acabó no fue la pintura sino las escuelas de arte y en un 90 por ciento la crítica seria. Así como Colombia está en crisis, el arte también. De esta forma, lo que la gente joven está planteando ahora es lo que le ofrece Colombia. No es que yo sea retrógrada. Conozco y me gusta el arte de vanguardia. Pero las buenas obras permanecen por la solidez de su estructura, y desafortunadamente en Colombia son muy pocas las obras vanguardistas con estructura. La educación es en parte culpable de esta situación.

Semana: ¿En este sentido qué le hace falta al arte joven?

A.M.H.:
A los jóvenes les hace falta disciplina académica, pero esa disciplina debe empezar desde la estructura de la universidad. Hasta hace un año no había profesor de pintura en Los Andes, por ejemplo, lo cual ha degenerado en que los jóvenes comiencen a hacer arte por el final, cuando debieran empezar por el principio.