ENTREVISTA
“Aprendí a vivir en la oscuridad”
Harvey Keitel, uno de los actores más reconocidos del cine estadounidense de las últimas décadas, habló con SEMANA antes de su llegada al próximo Festival de Cine de Cartagena.
Encuentra aquí lo último en Semana
Pocos actores se pueden dar el lujo de mostrar una filmografía como la de Harvey Keitel. Aunque mantiene un perfil bajo, ha tenido una carrera deslumbrante. Ha participado en más de 80 producciones, algunas de las cuales son clásicos de la segunda mitad del siglo XX: Calles peligrosas (1973), Taxi Driver (1976), Los duelistas (1977), La última tentación de Cristo (1988), Thelma y Louise (1991), Bugsy (1991), Reservoir Dogs (1992), Bad Lieutenant (1992), El piano (1993), Pulp Fiction (1994), Blue in the Face (1995) y Smoke (1995), entre muchas otras. Keitel habló con SEMANA antes de viajar a Colombia.
Harvey Keitel: Es un asunto de lenguaje. Cuando conoces a alguien y te das cuenta de que compartes una misma manera de ver el mundo, de entender las cosas, y de que hablas el mismo lenguaje, te identificas. Con esos directores me entiendo bien y comparto ideas.
H.K: Ser productor no afecta mi trabajo como actor. La única diferencia es que si soy productor es más difícil despedirme.
H.K: Es cierto. A los 17 años me alisté en la Marina. Fue una experiencia formadora. El incidente que usted menciona ocurrió una noche; yo estaba con otros de guardia y la noche era tan oscura que ni siquiera alcanzábamos a ver nuestras propias manos. Todos estábamos muy asustados. Un superior nos vio y nos llevó a un bosque cercano. Entonces empezó a gritar: “Ustedes le temen a la oscuridad, pero para sobrevivir tienen que aprender a conocerla”. Todavía, tantos años después, le sigo temiendo. Pero, para poder sobrevivir, aprendí a vivir en la oscuridad.
H.K: Hubo una época en Estados Unidos en la que empezar una carrera de actuación en el teatro era muy bien valorado. Quienes no tenían esa trayectoria no eran tan valorados por los productores. Eso se ha perdido un poco. Sin embargo, creo que en el teatro hay un ambiente único. Es muy especial pues ocurre una sola vez y no se puede repetir jamás. Ese sentimiento lo impregna todo: a los actores, al escenario, a las sillas, a los muros. El cine tiene un ambiente muy especial, pero muy diferente debido a la precisión de las escenas. En el cine se pueden repetir las escenas y se cuenta con ayudas, en el escenario uno está solo. Cada actuación es única e irrepetible, la del cine queda ahí para siempre.
H.K: La verdad he sido muy afortunado por haber trabajado con gente talentosa. Creo que sería una equivocación escoger una como mi favorita, porque todas han sido experiencias fundamentales e inolvidables. Tampoco creo que alguna de ellas haya sido malinterpretada. Hay una, tal vez, que me gustaría haber hecho mejor: The Gray Zone, de Tim Blake Nelson. Es una cinta muy dura sobre el Holocausto.