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| Foto: Esteban Vega

Filbo

“Es una prisión que ser hombre o ser mujer sean las únicas opciones”

El semiológo Armando Silva en su primera novela, ‘La mierda y el amor’, aborda el tema de lo que él llama las nuevas sexualidades.

26 de abril de 2018

Suele escribir de ciudades, de medios de comunicación, de cultura, de política, pero pocos apostaban a que un día publicara una novela. Así lo ha hecho con un tema que no muchos abordan, como el transgenerismo y su aceptación social. El nombre del libro tampoco pasa inadvertido: La mierda y el amor. SEMANA habló con Armando Silva.

SEMANA: ¿Por qué el nombre tan sugestivo de la novela?, la palabra mierda aún asusta a algunos…

Armando Silva: Esta novela tuvo muchos títulos. Antes se llamó ‘En búsqueda del sexo perdido’, que aún me gusta, pues además de hacerle un homenaje a Proust, uno de mis narradores favoritos, describe muy bien el suceso de un hombre que pierde su sexualidad cuando su novia lo abandona al volverse santa, que es el tema del libro. Con el editor, Luis Rocca, y su equipo se discutió mucho. Necesitábamos un título fuerte que fuese consecuente con las profundidades del cuerpo y del espíritu para amar.

SEMANA: ¿Por qué decide hacer una novela, si usted suele escribir ensayos o investigaciones?

A.S.: Si, soy un hombre de academia. Pero si mira con atención dentro de ella he jugado un papel en el que he querido ser innovador en los estudios sociales, haciendo muy presente la estética y el arte. Dirijo un proyecto, uno de los mayores a nivel internacional, donde se analizan las urbes desde los deseos de los ciudadanos y sus proyecciones. Mi material de trabajo son las fantasías ciudadanas, las fotos, los álbumes de familia, los grafitis, las noticias, los imaginarios sociales, en fin. Dirijo clips, filmes de ciudades; hacemos archivos de recuerdos ciudadanos y esto ya me pone al borde de la literatura.

SEMANA: Usted es filósofo y semiólogo. Se supone que en el libro hay mucho de filosofía, ¿pero qué tanto de semiología?

A.S.: Mi novela es un relato de emociones casi policíacas, pero adentro es un discurrir filosófico sobre el sexo y el ser hombre o mujer en la contemporaneidad. Quizá la parte más filosófica es aquello que mueve las acciones de los personajes: sienten que hay un cosmos expresado en coincidencias que dirige sus acciones de modo similar al destino griego. Sobre semiótica, sí, espero haberle sacado provecho. Desde el mismo titulo se abre un enigma semiótico. Oponer residuos del cuerpo (lo que sobra y sobresale) con el amor, el sentimiento más noble del ser humano. Y siguen. Toda la historia es una sucesión de señales. La novelas es un historia de amor y sus señales están dispersas pero amarrando todo. Un ruido, un olor, una canción que vuelve a aparecer en otro momento para decir algo extra.

SEMANA: Y aborda el trasgenerismo…

A.S.: Es un tema que yo trato de frente desde la primera frase y que se cuenta en primera persona. “Perdí mi hombría”, se queja Julio Almanza, uno de los personajes. Él, junto a Anís Strauss, la otra protagonista, enfrentan en el mismo relato sus fantasmas, sus memorias, sus fracasos. Julio sufre de matoneo en su infancia: lo burlaron por ser un tanto diferente, tener cara bonita y pelo rojo, le decían “maricón”. Sin embargo el evoluciona hacia una sexualidad más femenina y esto es uno de sus padecimientos y el motivo de sus luchas.

SEMANA: Él, sobre todo, busca su identidad…

A.S.: Él va al rescate de su “indefinición”. Lo dice: “No soy hombre ni mujer no gay, pero algo tendré que ser”. Y vivir en este estado exige mucha energía. Pero es la lucha que da. Anís, Ada y Asia, las tres mujeres que narran la historia de julio y Elisa, sí que estarán muy contentas de atizar la hoguera en favor de una democratización del género. Y como autor no dudo que la literatura es una formidable vía para enrostrar la sociedad machista y patriarcal. La novela aspira no solo a ser de una agradable lectura sino a perturbar. Hacer orificios a unos saberes hegemónicos que no solo desconocen sino que aplanchan a las minorías sexuales.

SEMANA: ¿Qué tanta cercanía ha tenido al tema transgénero?

A.S.: Más que todo se trata de nuevas sexualidades. El protagonista llega al transgénero en su búsqueda y angustia por ser algo definido. Como persona que he crecido en ambiente de letras y arte, me es familiar un mundo anti-macho, homosexual y femenino donde desde niño, por una educación materna, se me ensañaba a cocinar, a oír música clásica o al silencio. Aprendí mucho el silencio, como lo hace mi hija y me lo enseñó mi padre. Creo que algo de mí pasó a mis personajes. Muchos de mis mejores amigos y amigas son gais y he tratado ambientes trans. Pero también mucho lo hice investigando caracteres y personalidades de la vida real

SEMANA: ¿Sigue siendo un tema difícil de abordar en Colombia?

A.S.: Son más valientes los que viven a diario discriminación, odios y señalamientos por no ser hombres o mujeres definidos como una opción única. Eso, justamente, nos ha impedido ver que el mundo posee escalas muy variadas. Que ser hombre o ser mujer sean las únicas opciones de ser es una prisión. Antropólogos han relevado culturas como losSulawesi, en Indonesia, o los Ciucki, de Siberia, donde no se vive la oposición impositiva occidental y se puede ser hombre-femenino, hombre-masculino, y otras variaciones. Y esto se da en todas partes, solo que esas existencias no se reconocen como patrón de cultura posible. Así que como escritor soy sensible a estas experiencias y mi valor es darle forma literaria a una tragedia social que no deja vivir a los que no son uniformados.

SEMANA: ¿El arte puede ser un instrumento para acabar esas tragedias?

A.S.: La literatura puede ser un instrumento poderoso para crear nuevos imaginarios de género, en especial a Colombia donde se persigue con vehemencia a los que se salen del molde. Se puede nacer hombre y ser mujer como lo muestra el documental colombiano ‘La señorita María’, de Rubén Mendoza. Con su sabia sencillez reconoce ante la cámara: “Yo no existo en esta sociedad”. En ese sentido la novela trae una lectura política pues acelerar estos cambios es importante para una sociedad como la nuestra

SEMANA: ¿A qué se refiere cuando habla de nuevas sexualidades?

A.S.: A todas las experiencias humanas que excedan el dominio hegemónico y binario de ser hombre o mujer. Mientras el transgénero es más especifico, cuando un hombre se hace o nace mujer, o al contrario. En un pasaje de la novela, Asia, una trans operada, pide que no la llamen a ella o a alguien “por el género, según lo que ven los ojos, sino por lo que esa persona dice ser”

SEMANA: ¿Por qué las redes sociales son tan protagonistas en su novela?

A.S.: Es parte central de la contemporaneidad. Hay aplicaciones con las cuales las personas interactúan o intercambian sexo. No puedo imaginarme un mundo trans sin las redes. También es verdad que esta novela ha tenido buena acogida en las redes sociales con páginas de arte y memes con frases de la novela. Creo que las redes son uno de sus lugares naturales pues no solo es un relato sobre lo transgénero desde el punto de vista sexual, sino desde lo literario: se hace en los límites de géneros como narración, crónica, diario, música o cine. Y por todo eso se acomoda muy bien a los nuevos formatos transmedia que usan las redes. Un grupo de artistas, de hecho, ya hizo un clip que vi en YouTube

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SEMANA: ¿Tuvo alguna lectura especial para hacer este libro?

A.S.: Sí. Muchas. Sobre todo historias de vida. Conocí, entrevisté y observé a personas de los países donde ocurre la historia. No solo trans, sino personas místicas, asexuados, exhibicionistas. Hablé con mujeres y hombres sobre el orgasmo y quise bordear esos instantes –entre sublimes y dolorosos– de ese estar por “fuera de sí”. Pero claro, es un tema infinito como lo repite el personaje de Anís, quien no para de preguntarse sobre la diferencia entre el orgasmo masculino y el femenino. ¿Y cuando el hombre se hace mujer qué pasa?... Bueno, esto no tiene fin, es un espacio novedoso que está construyendo la sociedad. A eso contribuye la literatura, mientras que al mismo tiempo se hace la importante lucha política.