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ARTE TRIDIMENSIONAL

El colombiano Alberto Sojo usa la fotografía como punto de partida de su profundo universo pictórico.

Alberto Sojo es un joven pintor colombiano que vive en París, que ha realizado ya algunas exposiciones individuales y ha participado en numerosas colectivas. Todo lo cual sirve para indicar que, a pesar de su juventud, no ha tenido reparo en medir su capacidad frente al público exigente, en sus países, tanto de origen como de residencia.
Hace aproximadamente tres años, Sojo expuso en la Sala del Convenio Andrés Bello, en Bogotá, una serie de cuadros que tenían por tema la acción y la visión del fotógrafo enfrentado a la realidad. En el trabajo que muestra actualmente, el interés del tema se traslada a su propia acción como pintor, manejándola como fuente de una iconografía compleja en la cual el artista aparece a la manera de un monstruo, o ser sacro, entre otras cosas por la tremenda volumetría con la cual se ha autorrepresentado; monstruo sagrado en el ámbito privado del taller donde reina absoluto, para, pincel en mano y armado también de caballete, lienzo, modelo, esquema de modelo, y aun de inspiración (representada en un cuadro por un ángel regordete que cae), revelar el misterio presente, no tanto en sí mismo, ni en su modelo, ni en lo que ve, ni en lo que lo rodea, como en el acto mismo de pintar. En la obra actual de Sojo, el acto de pintar es el procedimiento de factura, pero también es el asunto o tema principal.
De esta manera y desde el punto de vista puramente literario, ejecuta un giro completo, un círculo que, en términos figurativos, abarca una gama muy extensa de posibilidades, y hace que su actividad esté respaldada por una preocupación mental que, en definitiva, justificará que se le tome o no en cuenta como artista.
Pero sería bien difícil referir la actividad intelectual del pintor, dejando por fuera lo que tiene que ver con su cocina, o artesanía; lo que tiene que ver con la manera específica en que Alberto Sojo se aproxima a sus materiales, colores, brochazos, formas, composición, etc., todos ellos manejados desde el punto de vista de la familiarización con la gran pintura europea, pero enmarcada por el uso del recurso fotográfico. En efecto, Sojo usa la fotografía como punto de partida para la pintura; inmediatamente después interviene con la pintura, con el propósito específico de trastocar la visión fotográfica. Esto sucede, primero, a través del manejo dramático del dibujo y, segundo, a traves del color insistente e intencionado. Por parte del dibujo, las figuras y objetos serán modificados y pasarán a formar parte de un mundo monumentalizado y grandioso en el cual toda forma es rotunda y claramente tridimensional. Por la parte del color, y a través del brochazo libre y acertado, se señalan pasos en el espacio con los que definir superficies de formas y el aire que entre ellas existe.
El caso de Alberto Sojo es bien notable; sirve para señalar cómo un artista joven se ciñe a principios y métodos de pensamiento contemporáneo, para sobrepasar el nivel de recursos que, más que tradicionales o convencionales, son básicos para comunicar la interpretación de asuntos trascendentes y de ideas complejas y ricas.