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BAMBUCO SIN RUANA

El grupo "Nueva Cultura" esta creando una revolución vanguardista partiendo de los viejos aires campesinos.

27 de junio de 1988

Son siete muchachos y tres chicas dedicados desde hace doce año a recorrer campos y veredas en busca de la música popular de las diversas regiones del país. No para interpretarla con frac en el teatro Colón ni disfrazados de campesinos, sino para hacer sobre ella una versión contemporánea y audaz. El grupo "Nueva Cultura", como se llaman, le ha quitado la ruana y las cotizas a bambuco para vestirlo de bluyin calzarlo de tenis.
Son una especie de Astor Piazzolla pero a la colombiana y sin pretensiones de clasicismo. Tras un severo estudio de las leyes de comportamiento y de la estructura fundamental de la cumbia, el merengue, la guabina, el sanjuanero, el joropo y demás aires vernáculos, han realizado un trabajo creativo de composición y de ampliación sonora e instrumental, apelando a una concepción contemporánea de la música. Y así han logrado una especie de urbanización de nuestros ritmos campesinos, pero sin pastiches "modernosos" ni estridencias de guitarra eléctrica.
Nacieron como grupo en la Universidad Nacional de Bogotá, cuando eran estudiantes de química o de ingenieria o de administración, pero picados por el virus de la música y por el sarampión revolucionario de mediados de la década pasada. Comenzaron cantando letras de protesta en barrios pobres y sindicatos, como aquella "Lora proletaria" de Jorge Veloza, que se acompañaba con el estudio del "Foro de Yenán" de Mao Tse-Tung (en aquellos días todavía no había cambiado la nomenclatura china).
Superado el estilo panfletario inicial, se proyectaron a una fama efímera al ganar el primer concurso de música típica organizado por Colcultura en 1980, por encima de grupos tan prestigiosos como los Gaiteros de San Jacinto. "Les ganamos a los duros", comenta hoy Jorge Sossa, fundador y director de Nueva Cultura, quien recuerda todavía la polémica que se armó entonces, porque nadie esperaba el triunfo de unos jóvenes universitarios cantando guabinas sin el sombrero de los campesinos de Tibasosa, y para el colmo, guabinas "chiviadas" .
Después, ganaron el segundo puesto en el Festival del Mono Núñez de 1981, viajaron a Rosario, Argentina, al Primer Taller de Música Popular Latinoamericana en 1984 y llegaron a grabar tres discos de larga duración el último de los cuales, "Una propuesta" todavía se consigue en las disqueras. Desde comienzos de los 80 todos abandonaron sus profesiones técnicas y se dedicaron de lleno a la música. Hoy, viven de ella, pero como docentes, porque el grupo, a pesar del mérito de sus investigaciones y de los premios obtenidos, no ha recibido el favor de los grandes circuitos de difusión y comercialización de canciones, y la radio y la televisión apenas muy esporádicamente les brindan sus canales.
Como son gente tesonera, que no se contenta con el concierto y el disco, resolvieron crear hace poco una fundación con el mismo nombre del grupo, para aglutinar a su alrededor a investigadores e interesados en la cultura, que desarrollen actividades para las cuales los 10 integrantes originales no dan abasto.
En una casa recientemente arrendada, en el barrio de los intelectuales de la bohemia, La Macarena, montaron un centro de documentación e informática con el material de libros artículos, discos y grabaciones que han recogido en todo el país. Aspiran a que un computador prestado le permita convertirse en la primera "musicoteca popular" de Colombia articulada, además, con redes similares en otros países.
Otra área de trabajo de la fundación es la de formación y proyección, que tiene la meta de convertirse en una escuela popular de música, desde donde se irradien nuevas concepciones y metodologías del hacer musical regional. Confían en que dentro de un año, el Icfes haya aprobado un pensum formalizado para expedir títulos intermedios. Mientras esto sucede, durante las próximas vacaciones escolares de mitad de año dictarán cursos para músicos, sobre instrumentos típicos como requinto, tiple, guitarra, bandola llanera, arpa y percusión. Otros de iniciación para niños y de apreciación para el común de los mortales.
La primera acción, en forma, de la Fundación Nueva Cultura, fue la organización durante la pasada Semana Santa, del Quinto Taller Latinoamericano de Música Popular, evento que pasó casi desapercibido porque simultáneamente los teatreros del Festival Iberoamericano, montaron sus tablas y acapararon toda la atención. No obstante, este taller reunió a músicos de 10 países del continente con creadores colombianos, y produjo llenos completos en conciertos en el auditorio León de Greiff y en el teatro Jorge Eliécer Gaitán.