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BATUTA CHILENA

La nueva dirección de la Filarmónica de Bogotá pretende convencer a los jóvenes de que no sólo de rock y salsa se alimenta el oído.

5 de agosto de 1991

CAMBIOS FUNdamentales ha vivido en este año la Orquesta Filarmónica de Bogotá. En primer término la renuncia de quien fue su cerebro y director ejecutivo por espacio de 23 años, Raul García, quien situó a la orquesta en primerísimo lugar respecto de otras del país. Con creatividad y constancia fue forjando la institución, que en sus comienzos no sobrepasaba los 30 musicos y en la actualidad contabiliza más de 100.
Consciente de que en Colombia difundir la cultura no es tarea fácil, con paciencia, interesante programación e interpretaciones de calidad poco a poco fue conquistando a un publico díscolo, a veces violento e irrespetuoso: el mismo que hoy disciplinadamente asiste cada sábado al auditorio universitario a escuchar musica culta.

Hoy la Filarmónica está en manos del administrador y buen aficionado a la musica José Hernández Iglesias, quien asumió la responsabilidad y el reto de proyectar la institución más lejos aun.

En el terreno estrictamente musical, con el retiro de la directora Carmen Moral, quien permaneció tres años en la institución, el cargo le fue encomendado al chileno Francisco Rettig, quien debutará como titular el sábado 13 de julio en el auditorio León de Greiff de la Universidad Nacional. Formado musicalmente en Chile y Alemania, Rettig recibió además enseñanzas de dos maestros de maestros: el ya fallecido Franco Ferrara, figura de primer orden en la formación de directores de orquesta, y de Sergiu Celidibache, una de las personalidades más destacadas de la dirección actual.

Como director, Francisco Rettig se ha fogueado tanto en el campo sinfónico como en el operático, y su trabajo lo ha llevado a dirigir buen numero de orquestas europeas y suramericanas. La ultima de ellas, la Orquesta Sinfónica de Chile, de la cual fue director titular hasta hace algunos meses.
Nuevos rumbos se prevén para la Filarmónica de Bogotá. Los dos nuevos directores tienen el reto de convencer a los colombianos de que no sólo de rock y salsa se alimenta el oído.