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La historia espiritual, religiosa, política y militar de Bizancio.

4 de mayo de 1998

Bizancio, el dique iluminado Alvaro Uribe Rueda Instituto Caro y Cuervo Bogotá, 1997 $ 15.000 Hay gomosos de la historia de Bizancio, ese imperio situado en los límites de Oriente y Occidente, que duró 11 siglos y cumplió un riquísimo papel civilizador. Uno de ellos es Alvaro Mutis, quien no se cansa de repetir que el hecho histórico más lamentable y el único que le parece importante en la historia de la humanidad es la caída de Constantinopla en poder de los turcos en 1453. Ahora Alvaro Uribe Rueda se une a la causa con una historia sobre el itinerario espiritual del imperio romano de Oriente, fundado en el año 330 por el emperador Constantino. 'El dique iluminado' llama Uribe a Bizancio, queriendo recordar que sirvió durante siglos de muralla para detener el paso hacia Europa de persas, árabes, turcos y tribus bárbaras procedentes de Oriente. Una muralla que además protegió y conservó la cultura clásica frente a esos embates invasores. Tal es también el tema del libro. Uribe parte de la existencia de una vocación universalista del imperio romano, la cual pasa a Bizancio. Por obra de Constantino, quien convierte su principado en una monarquía cristiana y oriental, el universalismo bizantino se basó en una fe religiosa que tiene sus raíces en el helenismo y el judaísmo, los cuales se funden para dar paso a la revelación cristiana y constituir la culminación del mundo clásico. A partir de tal presupuesto la investigación se dedica a establecer la veracidad y fortaleza de esas raíces en el imperio, la estructura romana de éste y su ideología cristiana. Tal propósito exige un recorrido selectivo por la historia religiosa, política, militar y espiritual de Occidente durante los 11 siglos de vida del imperio. Uribe, haciendo uso de una documentación muy completa, realiza ese recorrido, poniendo énfasis en la herencia helénica y en la compleja relación de Bizancio con la institución papal desde el momento en que ésta se instaura. Se interesa también en estudiar las causas de la caída del imperio y entre ellas el problema de la sucesión imperial, adentrándose en la intrincada telaraña de las dinastías que reinaron. El propósito esencial de este extenso estudio es demostrar que sin Bizancio no hubiesen existido _según lo señala Uribe explícitamente_ ni la cristiandad, ni el descubrimiento y poblamiento de América tal y como aconteció, ni el humanismo europeo ni el renacimiento. Aunque hoy existe consenso sobre ello no siempre fue así, como lo prueba la incomprensión de Voltaire y otros pensadores del siglo XVIII hacia la historia bizantina. La desgracia de este imperio es que no tuvo un gran historiador, como Tucídides y Tácito. El siglo XX, sin embargo, le hace justicia con aportes como el de Uribe Rueda.