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Bombardeo anunciado

Aunque en Estados Unidos la película ‘Pearl Harbor’ ha sido muy criticada, durante los próximos meses se hablará tanto de esta batalla como se habló del hundimiento del Titanic hace tres años.

25 de junio de 2001

El 7 de diciembre de 1941, un día que vivirá en la infamia. Eso dijo el presidente Franklin D. Roosevelt ante el Congreso un día después del ataque japonés a la base de Pearl Harbor, cuando Estados Unidos entró a la Segunda Guerra Mundial. Esta es una de las escenas centrales de la película Pearl Harbor, de Michael Bay, el director de Armagedón, que ya se estrenó en Estados Unidos y que llega a Colombia el próximo 8 de junio.

Apasionado por el tema de la guerra, Bay, junto con el productor Jerry Bruckheimer —con quien ya había trabajado en La roca y Armagedón—, hace tres años decidió reconstruir el ataque a la base militar de Pearl Harbor. “Me parecía que en 2001 era un buen momento para estrenarla pues se cumplen 60 años del hecho”, comentó una vez terminó la posproducción.

Comparada con Titanic por su gigantesca campaña publicitaria y por su elevada inversión que alcanzó los 145 millones de dólares, Pearl Harbor se constituye en una de las noticias cinematográficas del año. Y, como en Titanic, el centro de la cinta es una historia de amor. El piloto Rafe McCawley, interpretado por Ben Affleck, se enamora de la enfermera Evelyn Stewart (Kate Beckinsale). Junto a ellos se desarrolla el drama de Danny Walker (Josh Harnett), otro piloto que ha compartido con McCawley todo tipo de peripecias. El reparto también cuenta con William Lee Scott, Catherine Kellner, Jennifer Garner, Tom Sizemore, Michael Shannon y Cuba Gooding Jr.

Además del ingrediente amoroso que no puede faltar en Hollywood también hay una obvia intención de Bay de que los gringos terminen como héroes. Por ello la cinta recuerda el bombardeo a Tokio del 18 de abril de 1942, que le mostró al pueblo japonés que sus ciudades estaban a merced de la Fuerza Aérea de Estados Unidos. Alec Baldwin encarna al coronel Doolitle, quien comandó la operación y (esto es Hollywood) los pilotos McCawley y Walker son su brazo derecho.

Un poco de historia

En 1941 las relaciones entre Japón y Estados Unidos no podían estar peor. El 10 de noviembre el embajador japonés llegó a Washington con dos propuestas: que Roosevelt reconociera la invasión japonesa a China y restablecer el intercambio comercial entre ambos países. El 25 de noviembre el gobierno de Estados Unidos rechazó la propuesta. A Japón poco le importaba, pues desde varios meses atrás el ataque a Pearl Harbor parecía inminente. Roosevelt recibió tres informes de inteligencia militar que advertían del riesgo. ¿Pudo evitar el desastre? Esa pregunta aún se la hacen los historiadores.

Lo cierto es que ni siquiera el alto mando militar de Estados Unidos se tomó en serio la posibilidad del ataque. En la mañana del 7 de diciembre de 1941 el almirante Kimmel se disponía a jugar golf con el general Short, jefe de las fuerzas terrestres de Hawai. Pero a las 7:55 de la mañana Pearl Harbor recibió el primer ataque, a cargo de 183 bombarderos dirigidos por Mitsuo Fuchida. Al mando de toda la operación estuvo el almirante Yamamoto.

La flota japonesa había partido de la bahía de Tankan el 26 de noviembre y pocos días antes del ataque 20 submarinos, dos barcos, seis portaaviones y más de 400 aviones se instalaron en las islas Kuriles, a 1.600 kilómetros de Hawai. Nada interrumpió la aproximación de los japoneses, hecho que produjo desconfianza en Yamamoto y sus hombres pues temían una emboscada de la marina estadounidense. Los portaaviones se situaron a 800 kilómetros de Pearl Harbor. Cuando los radares detectaron algo extraño (un submarino japonés) ya era tarde. A las 8:40 de la mañana los japoneses lanzaron el segundo y definitivo ataque. Más de 2.500 estadounidenses murieron, 1.100 quedaron heridos, 188 aviones fueron destruidos y 25 navíos hundidos.

Esta recreación maquillada de uno de los episodios más dramáticos del siglo XX seguramente encabezará la lista de nominaciones al premio Oscar y, sin duda, será todo un éxito en taquilla mundial y poco o nada importará que les provoque sonrisas sarcásticas a los historiadores.