BORGES A LOS CIEN AÑOS DE KAFKA
Desde París, el escritor argentino afirma que está cansado y desea morir
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Cuando se dice Kafka, ¿en qué piensa usted? Los visitantes de la exposición "El siglo de Kafka" se ven directamente confrontados a ese interrogante, SEMANA se lo formuló, en una charla pública, al poeta Jorge Luis Borges, invitado especialmente a ir a París para participar en los actos que conmemoran el centenario del nacimiento del escritor checo. "Pienso --nos respondió el poeta argentino-- más en sus "nouvelles" que en sus novelas. Quizá porque no tengo la costumbre de leer novelas. Leí a Dickens, Conrad y la segunda parte de Don Quijote. También traté de leer Madame Bovary de Flaubert pero no pude hacerlo. En las novelas siempre hay rellenos, descripciones y disgresiones.
"En las "nouvelles" o en los cuentos, en cambio, cada palabra tiene valor. Y algunos de ellos como los de Conrad, Kipling o Maupassant pueden ser esenciales. Por eso, cuando pienso en Kafka, pienso en "nouvelles" como la historia de la muralla china o en sus aforismos. Las novelas de Kafka son un poco mecánicas. Uno de mis amigos, el poeta argentino Carlos Mansonardi se dio cuenta que Kafka tomó las paradojas de Xenón y las renovó de una manera patética. Es difícil hacerlo pues todo el mundo ha léído a Xenón y nadie ha escrito El Proceso o El Castillo. Pero el mecanismo es el mismo. Quizá por ello, Kafka no quería que sus libros fueran publicados. El quería que fueran infinitos como la carrera de Aquiles o la flecha que nunca llega al blanco. Y uno los siente como infinito. A tal punto que, a veces, uno no los termina..."
Borges reconoce que La Metamorfosis es la obra de Kafka que menos le gusta "¿Es desagradable no? Prefiero otras páginas de Kafka. La historia del mensajero del emperador por ejemplo, es de una gran belleza" ¿Hay elementos del mundo de Kafka que podrían hacer parte de su universo?, repregunta SEMANA. El escritor argentino esquiva la pregunta pero afirma que hubo un momento en el que quiso ser Kafka. "Para ello escribimos historias como La Biblioteca de Babel y La Lotería de Babilonia". Pero esa experiencia le mostró que era imposible convertirse en un segundo Kafka. "En mis libros hay, sin embargo, --espero-- páginas de Kafka y de otros escritores como Chesterton".
Esos dos escritores son antagónicos. Chesterton es el escritor de la alegría de vivir; Kafka pasa por ser el de la desesperación. Borges lo admite pero encuentra entre ellos una filiación. Chesterton comenzó, según él, "por las pesadillas, por el horror, por el monstruo. Empezó, pues, siendo Kafka y enseguida encontró en la razón y en la Iglesia Católica razones para salvarse".
El escritor de Ficciones reconoce que esas razones fueron válidas y eficaces para Chesterton pero no para él. "Mi padre me decía que el universo es tan extraño que todo es posible, incluso la trinidad. No tengo pruebas de que Dios existe. Sospecho que no existe. Es una vaga sospecha. ¿Ustedes sospechan que Dios existe? Digamos entonces que son dos sospechas que vierten a ser lo mismo". Con todo, Borges considera que "La teología --como la filosofía-- es la forma más alla de la poesía". Pero no cree en ella "aunque haber inventado a Dios no esta mal como invención".
Tampoco cree que ha elaborado una obra filosófica: "Soy un simple lector de filosofía y nunca he podido pensar en forma abstracta. Cuando pienso lo hago espontáneamente en forma de sueño de metáfora, y de soneto". "En el campo de la filosofía le debo, en cambio, mucho a Schopenhauer. Lo leo siempre". "A él se le debe la conección del mundo como voluntad de representación. Se puede pensar que en la voluntad se representan no solamente las pesadillas sino los bellos sueños". "El pesimismo de Schopenhauer es algo personal que él adjuntó a su sistema. Pero puede ser olvidado pues no es esencial. Schopenhauer no es un pesimista. A veces lo soy porque creo que el universo declina. En realidad el universo continúa y el que declina es Borges".
¿Ha habido una evolución en su manera de concebir la muerte? "Sí --respondió a SEMANA el escritor latinoamericano-- hoy soy más impaciente. Quisiera morir rápidamente. Quisiera cesar. Creo que he vivido demasiado. A mi edad, 84 años, uno se siente un poco fatigado. Cuando pienso que mi madrejmurió a los 99 años, con verdadero terror de llegar a los cien a pesar de que yo le repetía que el sistema decimal era una convención. Pero ese sistema la impresionaba". "Por mi lado, he vuelto a leer a mis místicos. Pero esas certidumbres no son razonables. Lo siento así. El hecho de creer que tras la muerte no hay nada, nos da una fuerza. A veces, me siento triste. Pero pienso: ¿Qué puede importarme la desaparición de un escritor sudamericano del siglo XX que se llama Borges si hay otras cosas en el universo y tantas conciencias que continuarán?".
Invitado a precisar si el conocimiento de varias lenguas extranjeras transformó su expresión y, con ello, renovó el español, Jorge Luis Borges expresó: "El español ha sufrido varias influencias. Garcilaso lo enriqueció con el italiano. Quevedo con el latín. Darío con el francés de Hugo y de Verlaine. Es verdad que siempre he leído textos ingleses, franceses y alemanes. Eso modificó seguramente mi escritura". El poeta argentino estimó, no obstante, que "cada lengua es una tradición y una manera de sentir el universo". Y que esas transformaciones, de producirse, se tienen que llevar a cabo naturalmente. "No creo, puntualizó, en la voluntad del escritor. Pienso que el escritor debe recibir esas cosas y ser digno de sus dones".
En ese sentido, el intelectual más cosmopolita de nuestro continente reconoce que siempre ha tenido la impresión de escribir a pesar de él mismo. "En muchas oportunidades he sentido que mis opiniones estéticas no convenían a mis textos. Por eso, cada vez que escribo me siento como un instrumento. Tengo el sentimiento que he recibido algo, un poco vago, que me toca traducir en palabras. Tengo la certidumbre de no inventar nada. El escritor no debe buscar nada. Debe encontrar".
Interrogado sobre sus "tonterias políticas" el poeta argentino suscitá una carcajada al declarar "Usted es muy generoso conmigo, pues, comento no sólo tonterías políticas sino tonterias de todo tipo". En realidad, Borges confirmó, una vez más, su desdén por la política. "Hoy se juzga a un escritor por su doctrina. Se piensa: Chesterton o León Bloy son católicos. Se les enjuicia según sus opiniones que son superficiales. Lo que me interesa en un escritor son sus imágenes y sus cadencias. Esa es la voz del escritor". Pero Borges confiesa interesarse en la evolución política del mundo. "Espero que dentro de poco tiempo, tres o cuatro siglos, no habrá países, gobiernos, frontera ni policía. Actualmente no somos dignos de eso. Es injusto, igualmente, que haya gente pobre y gente rica. ¿Por qué no esperar la realización del ideal estóico y creer que se puede ser cosmopolita, es decir, ciudadano del mundo? Yo trato de serlo".
Borges explicó, en fin, la fama de que goza en París por el hecho de ser "algo pintoresco" a los ojos de los franceses: "Viejo, ciego, poeta y además, sudamericano".--
José Hernández Corresponsal de SEMANA en París Kafka en 6 períodos
La exposición "Franz Kafka" ha sido organizada en seis períodos que permiten, afirman sus animadores, reconstruir el itinerario progresivo de la obra del escritor checoslovaco en este siglo: 1883-1901: ¿Alemán checo o judio? 1902-1912: ¿Asegurador o escritor? 1912-1924 "K".
1924-1942 ¿Toca quemar a Kafka?
1942-1962: Los guardas de la tumba
1962-1984: El efecto Kafka
Cada período incluye objetos de la época de Kafka (teléfono, máquina de escribir, cuchillo para efectuar la circuncisión) o del mismo escritor (sus manuscritos, las primeras ediciones de sus libros, su biblioteca encontrada en 1963) así como dibujos y esculturas de 30 artistas escogidos por su afinidad con la obra de Kafka como Karel Appel, Henri Michaux, Roberto Matta, Max Ernst, Alberto Giaccometti, Paul Klee, Alfred Kubin y David Levine.
Varios símbolos, concebidos por el checo Yascha David y el psicoanalista Félix Guattari, buscan familiarizar al visitante con el universo de Kafka. Los seis períodos se relacionan a través de pasarelas que dan al espacio el aspecto de un laberinto. La exposición ha sido instalada en un espacio cerrado. La inmensa fosa del centro Georges Pompidou ha sido rodeada de gigantescos telones decorados con una imagen de Praga, con sus torres y sus campanarios bajo un cielo gris, nostálgico, de Jan Parik. "El siglo de Kafka", que durará hasta el 1° de octubre, comprende, por otro lado, una serie de manifestaciones de cine, fotografía, video y conferenciasdebates sobre Franz Kafka, su influencia en nuestro siglo y las interpretaciones (católica, judía, surrealista, existencialista, psicoanalítica, etc.) a las cuales se ha visto sometida su obra.--