En las últimas pinturas al acrílico sobre tela de Gloria Uribe (joven pintora que vive en París desde hace 10 años), encuentro ese mundo de valores matizados de luz y cromatismos de una dimensión figurativa, casi metafísica, de lo real maravilloso, que brota de su imaginación de artista en la búsqueda del alma de la pintura: el color.
A través de su experiencia anterior con la acuarela, el grabado y el acrílico, Gloria Uribe, en sus pinturas recientes, capta desde un ángulo muy personal la visión libre del paisaje reventado en color y luminosamente estallado en calor, de una resolana tranquila. Controlando la pincelada de acrílico a la manera de una miniatura china, en estos cuadros de 100 X 120 cm., la artista va jugando con una atmósfera reververante en contraposición de luz y color. El tiempo corta los espacios, dándole una identidad climática donde se personifica una imagen--sueño--realidad que va ordenando el resurgimiento de casas, patios, solares, caminos que van hacia el pueblo cercano, casuchas típicas de las afueras de las grandes ciudades y pueblos; pero es este clamor poético que deja florecer su pintura imaginativa lo que nos con mueve por su sinceridad plástica.
Gloria Uribe ha llegado a construir y filtrar su mundo pictórico liberando el color a cánones prácticos donde logra una composición ordenada por la emoción de lo tratado. Sus pinturas se han venido equilibrando en una temática bien precisa y van a ser expuestas en varias exposiciones colectivas en el otoño e invierno de este año, y en el 85 hará su primera gran exposición personal en la ciudad de Toulouse, Francia, donde está invitada por el Museo del Centro Aéreo Espacial.
Isaac Ortizar