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CASI TODO POR LA PLATA

PRODUCCIONES BARATAS Y DE BAJA CALIDAD PUEDEN SER EL FUTURO

29 de julio de 1996

La muestra de que la televisión colombiana ha logrado una mayoría de edad es su reciente boom internacional. En las más reconocidas de las ferias de las ilusiones electrónicas en el extranjero, Colombia empieza a tener nombre. Para muchos especialistas la televisión nacional, con sus vicios y virtudes, ha logrado consolidar un paquete compacto que se lleva por delante a muchas producciones del continente. Este es al menos el cuento que rueda con frecuencia en los foros de televisión y que está en el centro de las tesis de los especialistas. Y es que aunque hay propuestas con diferencias de calidad del cielo a la tierra, aunque a veces se cuenta con todo el presupuesto y otras apenas con las migajas, la regla general es que los creativos han refinado sus medios y su gusto a través de los años. Es que todo el oficio que se ha ganado en 40 años de desarrollo audiovisual en cuanto a producción, iluminación, narración, fotografía y técnica básica, a veces se transmite sólo por ósmosis e incluso sale a flote en los espacios menos logrados. Sin embargo, contraviniendo esta tendencia afianzada por más de cuatro décadas de historia, han empezado a surgir ciertos lunares que parecen querer matar en media hora casi medio siglo de logros. Para la muestra hay varios botones y producciones como Todo por la plata, con sus denigrados concursantes, y el histérico programa de concurso Gente corrida, que encabezan por derecho propio la lista. Pero la última gracia que realmente desconoce los mínimos rudimentos del lenguaje televisivo es La grúa. Este, el único programa de las cadenas regionales que se ha importado a un horario estelar, no es ni mucho menos lo mejor que se está produciendo en TeleAntioquia. Pero quizás sea el más barato a juzgar por sus 'actores' improvisados, sus flojas historias, su pobre manejo de cámara y su torpe producción. Y con el argumento de sus costos se ha ganado el derecho a ser emitido en un tiempo Triple A y familiar a pesar de su burdo sentido del humor, de la narración y su desbordada torpeza. Lo más preocupante de este asunto no son estos casos aislados, sino la espada de Damocles que se cierne sobre el futuro de la televisión después de la privatización de los canales zonales. Para nadie es un secreto que la competencia descarnada que se ejercerá sobre una pauta limitada inevitablemente llevará al abaratamiento de las producciones. Ojalá la historia de la televisión, sus logros y la sofisticación de sus productos encuentre una salida comercial sin dejar a la pantalla chica del país inundada por los gordos con pelucas amarillas que La grúa y otros espacios están proponiendo desde ahora como opción barata al entretenimiento de los colombianos.