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A R T E S    <NOBR>P L A S T I C A S</NOBR>

Cazadores de imágenes

Héctor Acebes y León Darío Peláez presentan en el Callejón de las Exposiciones fotografías que combinan reportería gráfica y arte.

Fernando Gomez
8 de mayo de 2000

A mano derecha, entrando por la carrera séptima, poco antes de llegar a la mitad del Callejón de las Exposiciones del Teatro Jorge Eliécer Gaitán de Bogotá, hay una imagen aterradora. Un joven indígena de los jíbaros ecuatorianos posa sin pudor junto a su trofeo de batalla: una cabeza humana reducida casi al tamaño de una maraca. Y esa es sólo una de tantas. Porque hay imágenes de nativos africanos con peinados que envidiaría el mejor estilista de Hollywood; negras desnudas, bellas y arrogantes como Naomi Campbell; una bailarina de cinco años saludando en medio de dos soldados en el Palacio de Nariño; un par de palomas que se saludan en una mesa de restaurante en Oaxaca-México...

Los responsables de estas imágenes son Héctor Acebes y León Darío Peláez. El primero tiene 75 años y, revisando rápidamente su hoja de vida, a duras penas se puede llegar a una conclusión: es un heredero de Indiana Jones. En 1944 batalló en la Segunda Guerra Mundial y vio la caída del Tercer Reich, más adelante se internó en el Africa profunda, navegó la selva amazónica y se hizo cineasta y retratista de todo lo que pasaba por sus ojos. Un testigo de lujo. Sin embargo sus fotos no tienen nada que ver con la mirada clásica del antropólogo aventurero. Hay algo más sofisticado: es una mirada que atrapa la grandeza, el poder y la dignidad de los hombres y las mujeres que se mueven a su alrededor. Si se observan con cuidado las poses de sus personajes, el énfasis de su mirada, sus sonrisas e incluso la rigidez con la que se paran frente a la cámara, recuerdan un modelo de un aviso publicitario de Guess, Calvin Klein o Versace. Son imágenes ideales, per- fectas, imágenes que, por qué no, alcanzan a confrontarse con las de la reconocida documentalista alemana del Partido Nazi, Leni Riefenstahl (Olimpia, El triunfo de la voluntad), quien, luego de verse decepcionada por la raza superior, llevó a cabo una serie de fotografías con tribus africanas en busca de la perfección.

Por su lado León Darío Peláez (Medellín, 1961), editor fotográfico de SEMANA, ex reportero de El Tiempo, El Mundo y la Presidencia de la República, narra otras historias en sus imágenes. Su vida como periodista, en el sentido de la aventura, va de la mano con la historia personal de Acebes. Las fotos que llenan su espacio en la exposición, en muchos casos, provienen de viejas misiones periodísticas que no se cumplieron pero que le dejaron dentro de su cámara una imagen memorable. Imágenes que no se ajustaban a la política noticiosa de su medio de turno pero que si lo hacían con su política estética y poética, y valía la pena guardarlas. Imágenes como la de un campesino subido en un árbol que, bajo el encuadre de León Darío, queda atrapado en una maraña de ramas como un espantapájaros. Imágenes como esa de las dos lanchas que avanzan por el río Caquetá dejando una estela de espuma que las convierte, milagrosamente, en dos aves iguales a las de un grabado japonés. Y también hay algo inteligente en el montaje. Como esa imagen de un Festival Iberoamericano de Teatro en la que hay un hombre encadenado a una pared y, aparentemente, sin piernas. A un lado están las piernas rotas de un Cristo fotografiadas en un cementerio de Nueva York.

Estos hombres son grandes cazadores y, por suerte, sus trofeos son imágenes y no cabecitas humanas.