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'Les Belles Étrangères'

CONTROVERSIA

Colombia no es pasión

Esta semana comienza uno de los eventos culturales del año en Francia, con Colombia como invitada. El acento que los organizadores han puesto en la violencia como tema literario común promete polémica.

6 de noviembre de 2010

Todos los años, el Centro Nacional del Libro y el Ministerio de Cultura de Francia invitan a un grupo de autores para que el público francófono descubra la producción literaria del país al que pertenecen. El evento se llama 'Les Belles Étrangères' y comprende encuentros y charlas en colegios, librerías, bibliotecas e incluso cárceles de varias ciudades francesas y tambié belgas. Luego de más de diez años de ausencia de países latinoamericanos, 12 escritores colombianos con obras traducidas al francés serán los invitados este año al festival. Pero se trata de un reconocimiento que viene con controversia. Esta la pone el lugar central que ocupa la violencia en el marketing cultural del evento. Una mirada que se concreta en el documental que se hizo para promocionarlo tanto en Colombia como en Francia.

La presencia de la violencia queda clara en el texto de presentación a cargo de la reconocida editora Annie Morvan, quien también participó en la realización del documental. "No podríamos leer a los escritores colombianos de hoy sin saber que, desde el siglo XIX, varias guerras civiles han ensangrentado el país". Más adelante agrega: "Al igual que el continente suramericano, Colombia va y viene entre el rojo y el negro, entre la guerra y la paz, entre el crimen y el castigo". Y si quedaban dudas sobre el énfasis que se le quiere poner a la relación que el conflicto ha tenido con la literatura en Colombia, estas desaparecen al encontrar entre los invitados a una de las personas que con mayor rigor y consistencia han estudiado el tema: el historiador Gonzalo Sánchez, director de la Comisión de Memoria Histórica. Su presencia se debe, según explicó, a la necesidad de que "un historiador dé al público francés elementos de contexto de la producción literaria colombiana".

Pero la discusión no radica ni en el texto de Morvan ni en la decisión, acertada, aunque debatible (¿debe un historiador 'explicar' la literatura?), de incluir a Sánchez entre los invitados. Se origina en el documental ¿Qué tal Colombia?, carta de presentación de los invitados y referencia para los asistentes al festival que quieran saber más sobre Colombia. Es un video de 52 minutos con secuencias dedicadas a varios temas -el país, la violencia, el lenguaje y el oficio del escritor-, en las que intervienen los 12 invitados. Intercalados entre cada sección hay videoclips con pintorescas imágenes de paisajes representativos de la geografía colombiana junto a lugares comunes de la arquitectura colonial.

En la primera secuencia, cuyos temas son la violencia, el conflicto y la sociedad colombiana, sobresale la crudeza del discurso que se construye a partir de las intervenciones de los autores. Arranca con Antonio Caballero sosteniendo que "nuestro mal es sin remedio". Luego el poeta Juan Manuel Roca complementa: "Colombia es el país de Sísifo: todos los días subimos la piedra a la cima y la vemos rodar, no hay continuidad en las cosas, todos los días volvemos a reempezar, sobre todo en la cultura". De nuevo Caballero, sobre la tendencia de los colombianos a tomar como modelo otras sociedades, asegura que "la inautenticidad es lo único verdaderamente auténtico en Colombia". En su bien conocido estilo, Fernando Vallejo provoca con afirmaciones como "Colombia solo exporta colombianos a lavar inodoros, a hacer los oficios más bajos", al tiempo que Evelio Rosero, refiriéndose a su obra, plantea cómo hoy en Colombia "los desplazados son invisibles". El mismo Rosero profundiza en la relación entre la creación literaria y el conflicto cuando sostiene que "la situación actual es terrible, eso ha generado una respuesta del espíritu, de la cultura, del arte. Es la otra cara de lo que ocurre: la creación, el humor, el deseo de no aceptar lo oscuro, lo terrible que nos rodea".

La forma como en el video se pone en constante primer plano la gran tragedia de la guerra en Colombia ha abierto el debate entre los mismos autores. Uno de los que no están de acuerdo con este enfoque es el escritor y columnista Héctor Abad. "Yo hubiera preferido un trabajo más literario y menos concentrado en nuestra política o en nuestra violencia. Pero un documental en el que el hilo conductor son las declaraciones de Fernando Vallejo no puede más que ir por el camino del escándalo". Para él, "Colombia no es tan fea como allí aparece; y ellos fueron ciegos a todos nuestros paisajes. Pero a los europeos les gusta consolarse pensando que el horror vive siempre en otra parte. Cuando yo estoy allá les digo, y esta vez lo diré también, que incluso para la muerte nosotros somos subdesarrollados. No podemos compararnos, en nuestros 60 años de guerra de baja intensidad, con la eficiente maquinaria de muerte europea durante el siglo XX. No voy a Europa a hablar mal de Colombia ni a que me den clases de paz. La ropa sucia la lavo aquí, con toda la ira, pero allá no".

Tomás González también tiene sus reparos. Él cree que en la edición del documental "se hizo demasiado énfasis en la violencia, y al final lo que queda es la impresión de que Colombia es El País de la Violencia. Eso, por supuesto, es una distorsión, no porque el país no sea violento, sino porque el horror no es de ningún país sino del género humano".

En el otro bando está el poeta Juan Manuel Roca, para quien "no es ni gratuito ni sofocante que en el documental se hable, una y más veces, de la violencia de un país donde la guerra viene siempre después de la posguerra. Es natural que así ocurra. Sería impensable que un escritor no se viera asaltado por algo que es más que un tema". La opinión de Antonio Caballero, fiel a su estilo monosilábico, se limitó a un:"A mí me gustó".

Gonzalo Sánchez, por su parte, prefiere rescatar la visión de país "crítica e integradora" de la pieza, propia de un encuentro de "intelectuales y no de funcionarios". Un punto de vista que puede servir para para salirles al paso a las muy posibles críticas de quienes se preocupan por la buena imagen de Colombia en el exterior. En esta misma línea, González complementa: "La invitada no es la Colombia oficial sino la Colombia de sus escritores. En el documental cada uno de nosotros expuso su visión de la literatura y del país en el cual o sobre el cual escribimos".

Otro de los invitados, William Ospina, considera clave tener en cuenta que "un escritor no puede preguntarse cuál es la imagen que el país debe proyectar, sino qué pasa en él. La literatura puede ser una fiesta, y puede también ser agua para la fiestan. Para él, lo importante de esta invitación, más allá de los temas que aparezcan en la agenda inicial, es que los escritores puedan "trasmitir la complejidad del país y del continente al que pertenecemos. Tal vez entre todos se pueda formar un mosaico de la riqueza y la atrocidad de nuestra historia y de nuestro presente, o de la fecundidad de nuestra imaginación".

En suma, más que discutir la presencia de la violencia como uno de los grandes temas de la literatura y, en consecuencia, de la vida colombiana, lo que no deja a todos contentos es la dura mirada que se propone. Y esto porque, como sostiene Tomás González, "ningún país ni grupo humano deja de tener rabo de paja en lo que se refiere a esto de la violencia".