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CON SU MUSICA A OTRA PARTE

Una nueva guitarra, diseñada por físicos expertos en acústica y estrenada recientemente en Washington, está a punto de mandar a la tradicional al cajón de los recuerdos.

28 de agosto de 1995

TAL VEZ NO EXISTE UN INSTRUMENto más popular que la guitarra. Desde una serenata a ritmo de bolero hasta el más refinado recital en el Teatro Colón, la guitarra goza de una versatilidad que le ha permitido a los aficionados emparrandarse hasta la alborada al galope de los más variados ritmos, y a los concertistas maravillar en solitario al silencioso público que escucha. El hecho es que en torno de la guitarra giran eventos culturales tan amplios como quizás ningún otro instrumento puede provocar. Incluso, en el medio colombiano es difícil encontrar una familia sin un intérprete que cante acompañado de su guitarra, así jamás vaya a lograr que ésta le suene bien.
Pero, curiosamente, la preocupación de hacer sonar bien una guitarra no es exclusivo de los aficionados hogareños. En los últimos años hasta los más afamados concertistas han llegado a la conclusión de que el sonido de la guitarra, por más bien que ésta se toque, deja mucho que desear. Según varios intérpretes, el volumen es demasiado bajo, las notas son difíciles de sostener, las tonalidades altas se oyen con mucha debilidad y algunas notas graves, básicas, sencillamente no existen.
El problema, de acuerdo con los últimos estudios de fabricantes y de físicos especializados en música, es que la guitarra es un instrumento mal hecho. Thomas Humphrey, uno de los más famosos fabricantes de instrumentos para conciertos, dijo recientemente en Nueva York que ninguna guitarra clásica satisface las exigencias de músicos y compositores. Y Thomas Roxing, un físico de la Universidad de Northern Illinois (Estados Unidos), señaló hace pocas semanas, en una conferencia que dictó en la Sociedad Acústica Estadounidense, que todo el lío se debe a que "comparada con el violín, que es maduro, la guitarra está todavía en evolución".
A pesar de que sus antepasados se inventaron hace casi 3.000 años, la guitarra clásica que se conoce en la actualidad no ha cambiado prácticamente nada desde cuando la creó el español Antonio de Torres Jurado en 1840. Fue entonces cuando De Torres, con la intención de satisfacer las exigencias de los intérpretes de la época, alargó las cuerdas y colocó una serie de brazos dentro de la guitarra (ver diagrama), con lo cual creó el único instrumento de cuerdas mecánicamente simétrico.
Conforme a este diseño, los espacios de resonancia dentro de la cavidad de la guitarra son muy pequeños pues la abertura está en el centro del instrumento y el tablero es más grueso de lo que se requiere para lograr una vibración mayor. Por eso las tonalidades bajas son las más afectadas. De acuerdo con los físicos, lo ideal sería que las cuerdas gruesas de la guitarra empezaran a vibrar a 82.4 hertz (o ciclos por segundo), pero el tablero y los brazos de madera localizados dentro del instrumento dejan que se inicie sólo a 120 hertz.
¿Cuál es, entonces, la solución? Hasta hace poco los fabricantes creían que una guitarra de 1,95 metros, con cuerdas mucho más largas y un tablero enorme, no sólo eliminaría la falta de volumen de la actual, sino que le permitiría producir notas más graves dentro de la escala musical. Pero había un problema, nadie tocaría semejante armatoste. Se necesitaría un carro para transportarlo y quizás dos personas para sostenerlo.
Así las cosas, no hay más remedio que hacerlo preservando en lo posible las dimensiones del actual. Eso es precisamente a lo que se dedican Michael Kasha, profesor de la Universidad del estado de la Florida, y Richard Schneider, un prestigioso fabricante de guitarras, quienes le han hecho diversos cambios al instrumento de Antonio de Torres.
Con el fin de aumentar la zona de vibración, para ampliar la gama de notas graves, Kasha y Schneider decidieron no sólo adelgazar el tablero -que según ellos, debería ser de cedro o secoya-, sino que se atrevieron a hacerlo estéticamente impensable: mover la abertura del centro hacia uno de los extremos de las notas altas. Además, le dieron más longitud al área de las bajas.
Aun cuando esos cambios de diseño aumentaron considerablemente el volumen a la guitarra, Kasha y Schneider resolvieron alargar las cuerdas casi un 10 por ciento, insertarle una pieza de acero inoxidable al cuello del instrumento para hacer más fieles los altos y modificarle el puente para mejorar todas las tonalidades. De esta forma, el puente será igualmente asimétrico: más grueso y más amplio en la zona de las notas graves que en la de las altas.
Hasta el primero de junio pasado, mucha gente creía que el nuevo diseño de la guitarra no iba a ser más que algo simplemente experimental. Pero ese día, luego del recital que dio el concertista clásico Kurt Rodamer en el Lisner Auditorium de la Universidad George Washington, de la capital de Estados Unidos, los pronósticos empezaron a cambiar. Esa noche el público asistente salió asombrado, el concertista dijo que el instrumento que acababa de tocar era "como el día frente a la noche" en comparación con el tradicional, y los melómanos concluyeron que es muy posible que la vieja guitarra deba irse son su música a otra parte.


LA NUEVA GUITARRA

EL INSTRUMENTO actual corrige las deficiencias que según muchos intérpretes, ofrecía la guitarra tradicional: volumen demasiado bajo, notas difíciles de sostener, tonalidades altas débiles y algunas notas graves, básicas, imposibles de tocar.
1. Los físicos Kasha y Schneider resolvieron alargar las cuerdas en un 10 por ciento e insertar una pieza de acero inoxidable en el cuello de la guitarra para hacer más fieles los altos.
2. Trasladaron la obertura del centro hacia uno de los extremos de las notas.
3. Esta modificación, unida al adelgazamiento del tablero y la inserción asimétrica de los brazos de madera al interior de la caja de resonancia, hicieron posible aumentar la zona de vibración para ampliar la gama de las notas graves y en general, aumentar el volumen de la guitarra.
4. El puente también fue modificado: es más grueso y más amplio en la zona de las notas graves que en la de las altas.