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¡Coooorten!

El rigor de los directores de cine no siempre es el ideal y todavía son muy comunes los errores históricos y de continuidad en sus películas. Los cinéfilos se han propuesto detectarlos.

27 de noviembre de 2000

Uno de los aspectos que más tratan de cuidar los directores en sus películas es el rigor de sus puestas en escena. Uno de los más estrictos en ese sentido fue el cineasta italiano Luchino Visconti. Cuando filmaba en el teatro Fenice, de Venecia, la escena inicial de su película Senso (que ocurre en 1866), estalló en cólera cuando vio a actores y extras con sombreros de copa negros. “¡Ignorantes! ¡Imbéciles!”, les gritó a sus colaboradores y agregó: “En aquella época se usaban sombreros de copa grises y no negros para ir a la ópera. Si hubieran leído a Balzac y Stendhal con más atención lo habrían sabido”. Sin embargo no todos los directores trabajan con el rigor de Visconti. Por el contrario, en recientes películas, muchas de ellas aclamadas por la Academia, la crítica o el público, son muy frecuentes los errores, algunas veces protuberantes.

Uno de los casos más conocidos fue el de Charlton Heston, quien llevaba un reloj de pulsera durante la famosa carrera de Ben-Hur. O el de Michelle Pfeiffer con una cajetilla de cigarrillos Marlboro en una escena de La edad de la inocencia. También es común que el público detecte en un plano la presencia de un micrófono, una cámara o un cable de luz. O imprecisiones tan simples como ocurrió en Goldeneye: en el momento en que James Bond y su acompañante saltan del helicóptero los dos paracaídas son blancos, pero cuando caen en tierra uno de ellos es rojo. A pesar de lo meticulosos que puedan ser los directores es muy posible que siempre haya un hecho que pasen por alto. Y los cinéfilos se han empecinado en encontrar dichas fallas. Varias páginas de Internet se han dedicado de lleno a ello.