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El corto ‘Xpectativa’, de Frank Benítez, ganó el año anterior el premio de In Vitro Visual y el Festival El espejo, dos de los concursos más importantes de este género en el nivel nacional

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Corto también vale

Cada vez se producen más y mejores cortometrajes en el país, lo que indica que el futuro cinematográfico nacional es prometedor. Sin embargo, falta mucho apoyo y espacios de difusión para estos trabajos.

20 de mayo de 2006

Si fuera por los cortometrajes que se ven en las salas de cine colombianas, cualquier persona podría creer que la calidad de este género cinematográfico en el país es baja, por no decir deplorable. También pensaría, que la producción es minúscula. Ningún espectador se ha salvado de ver una y otra vez el mismo cortometraje antes de la proyección de una película.

Lo que se ve en las salas no representa en lo mínimo el estado de la producción de cortos en el país. Esto se debe a que, entre otros factores, las distribuidoras sólo compran trabajos de cuatro minutos de duración y con temática clasificada para toda la familia, lo que excluye a la gran mayoría de producciones. En particular, porque en este género hay trabajos que pueden tener entre un minuto y 30 ó 40 minutos. Las distribuidoras, como si fuera poco, pueden proyectarlos por dos meses y después cederlos a otras distribuidoras, y así sucesivamente, hasta el punto de que en un año sólo se proyectan entre seis y ocho cortos en todas las salas del país.

La gran paradoja es que como están las cosas, las salas cine son el peor escenario para enterarse de lo que pasa con la cinematografía nacional. Y mucho menos ayudan a ofrecer una perspectiva acertada sobre el futuro del cine, cuyo panorama es bastante interesante, según afirman quienes conocen bien lo que está sucediendo con los jóvenes realizadores colombianos. Lastimosamente, los mejores proyectos de los últimos años, como Alguien mató algo, de Jorge Navas; La cerca, de Rubén Mendoza; Od el camino, de Martín Mejía, y Xpectativa, de Frank Benítez, por citar algunos, nunca podrán ser presentados en este marco, por no cumplir los requisitos.

"El corto en Colombia es cada vez más fuerte, pero el problema es que tiene poca atención de los medios", explica Jaime Manrique, director de Laboratorios Blackvelvet y uno de los coordinadores de In Vitro Visual. Desde hace unos años, en el país ha surgido una gran pasión entre los jóvenes por el cine, lo que ha llevado a que cada vez más personas estudien cinematografía (la oferta de estos estudios ha aumentado considerablemente en el país) y cada día más personas quieran filmar sus propios proyectos. "Mucha gente quiere producir, pero no hay plata para hacer largometrajes y por eso la gran producción se centra en los cortos", dice Manrique.

La ley de cine ha ayudado en cierta manera a que estos trabajos sean más numerosos y de mejor calidad. En sus dos años de vigencia, ha premiado 16 proyectos, muchos de los cuales ya han sido estrenados con éxito. Sin embargo, la pionera en ofrecer esta clase de ayuda fue la Cinemateca Distrital de Bogotá que desde hace ocho años premia a las mejores propuestas. Muchos de los más importantes cortos que se han hecho en los últimos años en el país, como el de Navas y Benítez, se han podido realizar gracias a ese apoyo.

Aun así, los realizadores piensan que todavía falta mucha ayuda para la creación cinematográfica. Hacer un corto puede costar entre 10 y 300 millones de pesos, por poner un ejemplo. Todo depende de los medios que se utilicen en su producción, aunque hay que rescatar que tecnologías como el video han llevado a que se produzca una 'democratización' a la hora de hacer cine. De todas maneras, en Colombia, para hacer cortos, y ni qué decir de los largometrajes, hay que tener alma de mendigo. Por alguna razón, el 70 por ciento de los que se hacen al año son parte de proyectos académicos y sólo el 30 por ciento son iniciativa de realizadores independientes, quienes generalmente terminan haciendo uso de sus ahorros para sacar adelante un proyecto. Buscar financiación para estos fines es una tarea de titanes.

El nivel de difusión de estos cortos, tanto de universitarios como de independientes, es tan limitado, que terminan moviéndose a nivel underground. Son vistos, la mayor parte de las veces, por el mismo círculo de gente que se mueve en el medio. Una lástima si se tiene en cuenta que esta 'profesionalización' del cine nacional ha llevado a que en los últimos cinco años la calidad de estas producciones haya mejorado considerablemente. Ya hay fotógrafos, sonidistas, productores, en fin, hay una 'especialización' de oficios que ha mejorado el nivel de los productos. El mejor ejemplo es que muchas de estas producciones han ganado premios importantes en el exterior y cada vez más trabajos son seleccionados para ser presentados en diferentes festivales del mundo.

"Afuera de Colombia hay mucho interés por los cortos que hacemos. Esto se debe a que nuestro país siempre genera interés y este es un medio a través del cual la gente se aproxima a nuestra realidad", explica Felipe Moreno, director de El espejo, que se transmite diariamente por Canal Capital y que ha sido el espacio de televisión pionero en presentar este tipo de trabajos. El programa fue tan bien recibido dentro del medio, que terminó realizando un festival de cortos cuya tercera edición se llevará a cabo en Bogotá entre el 28 de junio y el 5 de julio.

Y es que este gran movimiento entre los jóvenes por la producción cinematográfica ha generado la creación de espacios alternativos, tanto televisivos como encuentros, para mostrar los trabajos. A El espejo se suma Opera prima, de Señal Colombia, que se empezó a emitir diariamente desde la semana pasada, con la particularidad de que sólo presentan trabajos de personas menores de 30 años. Otro ejemplo de estos espacios es In Vitro Visual, en Bogotá, donde cada martes se muestra un corto que es calificado por los asistentes (la audiencia sería envidiada por el cualquier sala de cine), y al final del año, de acuerdo con estas valoraciones, se escoge el mejor de la temporada.

En la versión anterior, el ganador de los dos millones y medio de pesos fue Xpectativa. Este es un premio muy cotizado entre los realizadores, si se tiene en cuenta la cantidad de proyectos que se presentan a la convocatoria anualmente: alrededor de 150. Es por esto que este espacio ha terminado por ser un lugar donde se puede acceder a la mejor producción de cortos del país. "Es un cine con una mirada renovada. Es muy interesante lo que está pasando porque hay otras maneras de acercarse a lo que pasa en el país", explica Jorge Navas, quien está en proceso de buscar financiación para su largo La sangre y la lluvia.

Es debido a esta renovación que muchas de estas personas que están en contacto con lo que pasa en el mundo del cine creen que Colombia se puede convertir en los próximos años en un país cuya cinematografía logre abrirse un paso en el panorama mundial. Tal como le ha pasado a Argentina y a México en los últimos años. Pero, para que eso suceda, hay que apoyarlos.