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COSA DE LOCOS

La historia detrás de "María de mi corazón"

12 de agosto de 1985

Cinco años después de haber sido realizada y cuatro de ganarse el primer premio en el Festival de Cine de Cartagena, los colombianos finalmente pueden mirar la que se considera una de las historias más alucinantes y también más poéticas de Gabriel García Márquez, "María de mi corazón".
Basada en un hecho veridico que ocurrió en España: una muchacha de 25 años, casada con un empleado de los servicios públicos, tiene una avería en la carretera y toma un bus que la conduce a un manicomio de donde ya no podrá salir jamás. En forma paralela la película tuvo toda clase de tropiezos que la convirtieron durante algunos años en una especie de objeto maldito dentro de la industria del cine en México.
En ese país los sindicatos ejercen un control absoluto de la producción cinematográfica, y Jaime Humberto Hermosillo, un joven guionista y director que estuvo hace poco en Cartagena con su nueva película, "Doña Herlinda y su hijo" la cual levantó una polvareda por la forma como trata el tema del homosexualismo, se la jugó toda para enfrentarse a esa maquinaria. Quería hacer su película a bajo costo, sin contar con los técnicos y actores sindicalizados y además en un formato que escapaba, presuntamente, a la influencia sindicalista: en 16 milimetros y sin que nadie cobrara un centavo, ni siquiera el autor de la historia.
Todo comenzó cuando en 1978, García Márquez le conto a Hermosillo un episodio de la vida real con la esperanza de que lo convirtiera en película. Ese día Hermosillo no aparentó mucho interés pero dos meses más tarde se presentó con un borrador de guión de lo que ya era una historia tremenda, cargada de poesia y violencia interior.
La idea le venía rondando a Garcia Márquez desde muchos años atrás.
En Barcelona, cuando conoció la anécdota, la apuntó en un cuaderno escolar con un proyecto de título: "No: yo solo vine a hablar por teléfono". Cuando Hermosillo se presentó con el primer borrador del guión, y con el fin de materializar más los personajes, se decidieron por dos actores que en esa epoca no eran tan conocidos como ahora: Hector Bonilla (aparece en la telenovela "Viviana que actualmente se pasa en Colombia), y Maria Rojo. Pensaron en un titulo muy mexicano, "María de mis amores", el que sería transformado en uno más adecuado, el definitivo de "María de mi corazón". Lo dice todo.
Con el guión listo, los actores escogidos y hasta las locaciones señaladas en una de las zonas más turbulentas y típicas de Ciudad de México, la colonia Portales, Hermosillo, García Márquez y un grupo de técnicos y actores se lanzaron a realizar una película que durante algunos años sufrió la maldición sindical.
Para que el único aporte conseguido, unos 80 mil dólares de la Universidad veracruzana, pudiera estirarse, nadie cobró. Trabajaron sin seguir los reglamentos sindicales, con el formato de 16 milímetros--que en principio los excluía de las salas comerciales-y con la esperanza de que más adelante se pudiera lograr algún acuerdo con los sindicatos. Solo en esas condiciones y manejando costos mínimos se pudo hacer la película, en color, en 93 días de rodaje que representan una auténtica odisea para un país donde los directores gastan tiempo y dinero amparados por la ayuda oficial.
Una de las primeras reacciones cuando la película se exhibió inicialmente, fue la del mismo novelista: Acabo de ver la película y me alegré de comprobar que no nos habíamos equivocado. Es excelente tierna y brutal a la vez y al salir de la sala me sentí estremecido por una ráfaga de nostalgia .
Hermosillo, en los primeros meses tuvo que presentar su película solo en ciertas salas disponibles, ya que el sindicato también maneja la exhibición dentro de México. En universidades, salas de arte, museos y otras loeaciones pequeñas se fue creando una especie de culto alrededor de una película maldita, de la que todos hablaban sin haberla visto. Ganó en Carta Yena, se exhibió en otros festivales del mundo, mientras la misma carrera de Hermosillo y el Nobel de García Márquez servían para ir limando asperesas con los sindicatos que no le perdonaban a los actores y técnicos ese gesto de rebeldía momentánea, el que sirvió, elocuentemente, para demostrar que si alguien no tiene dinero suficiente para hacer una buena película dentro de los moldes comerciales y convencionales del cine mexicano puede salirse del rebaño y probar suerte.
Desde 1981, los espectadores colombianos se preguntaban cuándo podrían verla y ahora tienen la oportunidad de enfrentarse a esa alucinación que va creciendo en una crónica de la vida diaria, donde el amor, la magia, la desesperación, la soledad y la locura juegan con los protagonistas, especialmente con ella, una muchacha que es capaz de pasar por encima de varios candados y rejas y mallas y cadenas en el apartamento cerrado del amante y echarse en su cama y esperarlo pero, en cambio, no tiene el mismo poder para salir de ese manicomio a donde es conducida con un grupo de enfermas remitidas desde otra localidad y encerrada en esa clínica donde hablan de pacientes y tratamientos como si fueran dóciles animales.
La película está dividida en dos partes: la primera es la vida cotidiana, el romance, las caricias, las relaciones de ese ladrón mediocre y esa naga que se reencuentran cuando ella aparece con su vestido de novia porque el prometido la ha dejado plantada en la iglesia. Todo funciona en forma normal hasta la avería del vehículo que ella conduce por esa autopista. Cuando aparece el bus, cuando la lluvia arrecia, cuando en medio de la oscuridad alcanzamos a distinguir los rostros herméticos y distantes de las mujeres que van arrastradas en medio del sueño, entonces el espectador entiende que la pelicula cobra otro giro.
Se acaba el romance, se acaban las caricias, se acaban los gestos tiernos y también se acaba la magia, que es lo peor que puede ocurrirle a ella, empujada por enfermeras que no entienden o no quieren entender esa obsesión de la chica por un teléfono. Sólo quiere llamar al marido. Sólo quiere decirle que la rescate. Nada más. Por eso una de las escenas más tremendas, más violentas y también más alucinantes de la película tiene lugar cuando, en el jardin, tratando de explicarle a una remisa trabajadora social qué es lo que está pasando, María le dice a la cámara en un gran primer plano: "El solito tendrá que darse cuenta que no lo abandoné, el solito tendrá que venir a buscarme y entonces aparecerá con su vestido negro y su sombrero y su capa roja, entonces se dará cuenta que yo no lo abandoné... ".
La maldición ya no pesa sobre la película pero sí sobre el personaje que mirará con asombro la aparición del que era ladrón y ahora es un mago, elegante y hermoso, como los sueños llenos de conejos y palomas.
Alberto Duque
Como con varita mágica Todavía no sé si "María de mi corazón" me gustó o no. Reconozco que la situación central es interesante: María, la maga esposa de Héctor, va por la carretera en la camioneta de los trucos a encontrarse con Héctor en una ciudad, cuando tiene que parar por un daño en el motor del vehículo. A continuación una serie de coincidencias la conducen a un manicomio donde es tomada por loca con la consecuente desesperación. Sin duda muchos recordarán la narración de esta historia que publicó hace uno o dos años García Márquez en su columna de El Espectador.
Antes de llegar a esta situación la película ha presentado a los dos personajes, Héctor, un ladrón muy hábil María, la maga que hace desaparece y transformar los objetos. Los dos son expertos en penetrar puertas bien seguras. Uniendo esta caracterización de los personajes con la segunda parte, la situación de Maria en el manicomio, tenemos una idea muy original, difícil de expresar con palabras porque es algo vivencial en la película, pero que trato de expresar asi: la vida termina pareciendose a las actividades y formas de ser de las personas.
En efecto, las circunstancias de la vida hacen con María lo que ésta lograba con los objetos gracias a su magia: hacerlos desaparecer a los ojos de las personas interesadas. Todo sucede como si estuviera previamente preparado, como los trucos del mago: la varada, la lluvia, el bus de locas que pasa precisamente en ese momento, el abrir y cerrar de puertas, el chofer --que podría declarar--se regresa.
Como con varita mágica. Y el director, el mejicano Jaime Humberto Hermosillo, conduce la escena con calma, sin recalcar el suspenso, con la naturalidad del mago que saca la paloma del sombrero. A partir de ese momento comienza el segundo acto de la magia de la vida: la transformación de María en una loca. Y lo mejor es que nadie percibe la magia: las enfermeras, la doctora, el chofer del bus, los guardianes que inyectan a Maria, nadie se da cuenta de la magia que están ejecutando. María tampoco percibe que ella ha dejado de ser el sujeto para convertirse en el objeto de la magia y Juan en el espectador.
Es una idea muy simple, la vida se parece a las personas o, desde el lado opuesto, las personas hacen en la vida lo que la vida hace con ellas. Parecería lógico que en esle momento llenara de adjetivos a "Maria de mi corazón", pero no, no creo que una pelicula sea interesante porque se pueda interpretar en ella una idea interesante, sino porque la forma como la construye y desarrolla es emocionante. En este caso sucede que la primera parte--las desapariciones que realizan Héctor y Maria por medio de los robos y la magia--está contada evitando darle a los hechos intensidad dramática: Héctor roba como quien se come un helado, hasta se da el lujo de ponerle la alarma a su viejo volkswagen mientras entra a la casa elegida para el robo. Maria convierte la leche en confeti como quien le echa azúcar al café. Por eso está tan bien lograda la escena de la entrada de Maria en el manicomio. Pero después la situación con las locas y enfermeras toma una fuerza tal que se descompensa la película, porque es muy difícil quitarle dramaticidad a esas miradas perdidas, a las inyecciones y pepas, a los castigos. Se siente como quien va en canoa por un río tranquilo y de repente cae en una catarata. El impacto de esta absorve todas las posibles emociones anteriores.
Todavía se puede mirar la película desde otro punto: Héctor fracasa en un intento de robo cuando comete una falla, rompe un ritual social al colocarse un delantal especial que alguien le había regalado al dueño de casa; Maria, que se ha mostrado capaz de dominar los objetos y de "romper" las leyes de la naturaleza (transformar y desaparecer las cosas), se vuelve impotente cuando se introduce en otro mecanismo, que no es ya el de las leyes naturales sino sociales en el cual las apariencias (si está alli, en el manicomio, tiene que estar loca) hacen inútiles los argumentos y los trucos. Es otra idea interesante: el poder de los rituales y leyes sociales para controlar al individuo. El manicomio se vuelve entonces en una especie de microcosmos o representación de la sociedad, en un espacio donde funciona una lógica, unas leyes, que no se pueden controvertir, por más mago que se sea.
En conclusión, vale la pena ver "María de mi corazón", tiene situaciones muy bien trabajadas y algo qué expresar. Espero que esa partecita de gusto que sentí al verla sea más fuerte otros espectadores. Entre tanto hay que seguir esperando la película con guión o con idea original de Gabriel García Márquez que nos deje plenamente satisfechos. Porque "María de mi corazón" tiene guión de Gabriel García Márquez y se alcanza a percibir algo de su mundo, pero, lo mismo que en "Presagio", "La viuda de Montiel" y en " La cándida Herendida", se siente que sus historias e ideas le funcionan mejor, mucho mejor en literatura que en cine.-
Hernando Martínez Pardo.