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CRIMEN VERDADERO

Un periodista trata de expiar sus culpas salvando de la muerte a un condenado a la inyección <BR>letal.

28 de junio de 1999

Director: Clint Eastwood
Protagonistas: Clint Eastwood, Isaiah Washington, Lisa Gay Hamilton, Denis Leary, James Woods
QUE tiene que ver la vida disipada de un periodista mujeriego y ex alcohólico con la condena de un hombre
a muerte por el asesinato de una tendera? No mucho. En realidad el espectador nunca se entera. Sin
embargo ese periodista, interpretado por Clint Eastwood, quien también es el director de la cinta, es la pieza
clave del rompecabezas de la película Crimen verdadero.
Por pura casualidad, dada la muerte por accidente de su joven amante de turno, el viejo reportero queda
encargado de redactar una nota sobre los últimos momentos de un condenado a la inyección letal. Sólo tiene
12 horas, suficientes para visitar al preso y componer un retrato humano alrededor de su figura. Sin
embargo su olfato periodístico _una característica que quedará señalada a lo largo de la cinta en más de
una ocasión_ le dicta una corazonada: que aquel muchacho negro es inocente. En escaso medio día el
periodista intentará resolver el caso a su favor. Nada más increíble. Nadie, durante los seis años que demoró
el juicio, se había percatado de que algo sonaba chueco. Nadie había podido encontrar la evidencia clave
que el perspicaz reportero halló en el cuello de una mujer.
Acostumbrado por su propio gusto a interpretar personajes de dudosa reputación, al parecer Eastwood no
podía fallar en esta ocasión. Elevó a las cumbres de la fama a Harry el sucio, un policía neurótico que
desafiaba las normas de procedimiento en virtud de sus propósitos justicieros. Desempolvó el recuerdo de
sus años de vaquero en Los imperdonables, la galardonada historia de un redimido matón a sueldo que
vuelve a caer luego del fallecimiento de su esposa. Ahora, en Crimen verdadero, la cuestión no residía sólo
en que el héroe le salvara la vida al acusado. Tenía que ser además un personaje fracasado y duro de
corazón, adicto al alcohol y al azar, quien ejecutara la hazaña, quizá para expiar sus propias culpas. Sólo
que la vida privada del periodista está tan desconectada de la trama que parece más un agregado
gratuito que un ingrediente enriquecedor. Y si a todo esto se le suma la inverosimilitud del drama, la
película termina por no pasar la prueba