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CRITICOS Y CURADORES

Mi retiro de SEMANA una decisión dificil pero conveniente.

EDUARDO SERRANO
3 de enero de 2000


HABIA PENSAdo solicitar los permisos pertinentes para continuar ejerciendo la crítica de arte en SEMANA al
tiempo con las funciones de jefe de la Dirección de Asuntos Culturales de la Cancillería, pero no sólo mis
nuevas labores exigen una dedicación de tiempo completo sino que considero que llevar a cabo ambas tareas
simultáneamente equivaldría a cohonestar el peor de los males que aquejan a la crítica y la curaduría de arte
en el país, a saber: la falta de independencia y la imposibilidad de asumir posiciones radicales por parte de
quienes ejercen estas gratas profesiones.
Harald Szeemann, el más prestigioso de los curadores internacionales, afirmaba en una entrevista reciente que
el auge de las curadurías independientes se debe en primer lugar "a una cuestíón de impetu o vigor. El curador
de una instítución o museo tiene que dedicar una gran energía a la burocracia, a la gerencia, a compromisos
sociales, a reuniones interminables y a la consecución de un consenso. El curador independiente no tiene,
encambio, la obligación de organizar exposiciones que no sean de su completa convicción, de manera que
puede pasar con entera libertad de una aventura a la siguiente, tiene una mayor movilidad, es más flexible y
puede reaccionar con más rapidez ".
Las palabras de Szeemann dan en el clavo en relación con las limitaciones que padecen los curadores
adscritos a instituciones y hacen claro que sus apreciaciones difícilmente pueden reflejar un criterio autónomo
cuando están sometidas a todo tipo de aprobaciones por parte de las directivas de sus respectivas entidades
e, inclusive, por parte de las nefastas juntas asesoras compuestas, por regla general, por artistas que rara vez
consienten en una programación que no coincida con su afán autopromocional. Es esta la razón de que haya
curadores en Colombia =en especial aquellos vinculados con las instituciones más pudientes= a quienes no se
les permite siquiera la, organización de una muestra anual en sus respectivas entidades y mucho menos el
reconocimiento de artistas que no se hallen directamente vinculados con ellas. Son curadores y críticos sin
alas, sin autonomía de vuelo, cuyas posiciones no pasan de ser el reflejo de opiniones ajenas y cuya labor se
reduce a instalar exposiciones concebidas y organizadas por otros, por lo general en el exterior.
Exactamente igual sucede con la crítica de arte. ¿Cómo puede un crítico cuestionar las decisiones de quienes
le brindan su sustento? La blanda excusa de que el crítico se abstiene de juzgar las muestras de la institución
a la que pertenece no diluye las sospechas sobre los motivos de su enjuiciamiento a entidades que pueden
considerarse competencia de la suya y, peor aun, hace manifiesta su impotencia ante situaciones que, por
más equivocadas y perjudiciales que resulten para el arte nacional, tiene que abstenerse de impugnar como
sería lo lógico y lo ético dada la esencia de su oficio.
Continuar, entonces, ejerciendo la crítica de arte al tiempo con el honroso cargo que se me ha ofrecido sería
colaborar con esta situación a todas luces inconveniente para el arte del país. No quiere decir esto que la
Dirección de Asuntos Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores padezca el mismo tipo de presiones
que las instituciones dedicadas exclusivamente al desarrollo de la plástica, ni que el cargo me impida expresar
mis opiniones o tomar posiciones radicales en lo relativo a su desempeño. Pero es claro que tampoco podría
asumir públicamente actitudes extremas o emplazar abiertamente las actividades de instituciones vinculadas
con mis nuevas funciones, lo que podría tomarse como si yo también hubiera decidido unir mi voz al triste coro
de los críticos que ensalzan o impugnan según las conveniencias de sus cargos.
Agradezco a las directivas de SEMANA todo el apoyo que me brindaron a lo largo de estos cuatro años y la
total independencia con que me permitieron llevar a cabo la tarea crítica. Ha sido un período de continuo
enriquecimiento intelectual en busca de los razonamientos adecuados para analizar las obras y las
exposiciones con Imaginación y justeza. Agradezvo a los artistas por la generosidad con que recibieron mis
comentarios, no siempre positivos, y a los lectores por la fidelidad con que siguieron mis escritos así como
por sus amables comentarios sobre mi gestión. Estoy seguro que la experiencia de haber ejercido la crítica de
arte en la más aguda y acatada revista nacional constituye la mejor preparación para mi nuevo empeño de
cambiar la imagen negativa de la sociedad colombiana en el exterior a través de aquellas expresiones que
reflejan su talento.