Jean Paul Ruard (Gino) y Remi Lajtman (Remi, a secas) son dos jóvenes franceses que en materia de vallenatos son más papistas que el Papa (en el buen sentido): cuando se convirtieron en dúo para incursionar en la música popular de la Costa Norte de Colombia, adoptaron un nombre que jamás se le ocurrió a conjunto alguno de Valledupar, pero que no podía tener una resonancia más local: "Los Chipi Chipi". Los franceses, cuya apariencia es la de dos punks en trance de dejar de serlo, habían sido bautizados así en 1983 por niños de la capital del Cesar después que los oyeron cantar una canción vallenata con extraño acento galo, en un festival de esa ciudad. Poco después la leyenda de los dos franceses "friquiados" por el vallenato comenzó a aparecer en los diarios de la Costa y hace unas pocas semanas en algunos de Bogotá, que no terminan de preguntarse qué hacen esos dos muchachos ex rockeros cantando las nobles historias de Escalona en el idioma de Descartes.
"Conocí esa música espléndida en el apartamento de Remí, en París", dice Gino a SEMANA "El no hacía otra cosa que oírla en discos, a toda hora y a todo volumen. Sus vecinos se quejaban por eso". Remí era en esos días el discjockey de "El tango", una discoteca latina de París y su manía era consagrar la rumba de los miércoles al vallenato colombiano. "Un día yo mismo me encontré tarareando mentalmente una de esas canciones, mientras esperaba el metro, explica Gino, y como no entendía la letra en español, le inventé una en francés", agrega. Contagiados ambos de esa fiebre, meses más tarde, emprendieron viaje a Colombia yendo a parar a Barranquilla y Santa Marta. Al comienzo no se atrevían a meterle al vallenato. Sólo daban conciertos de rock, alternando con conjuntos vallenatos. Poco después fueron a dar a Valledupar, la meca de ese ritmo, y allí encontraron a quienes después serían sus amigos: al compositor Beto Murgas, a los acordioneros Juancho Rois y Máximo Jiménez y al cantante Diomedes Díaz, quien para Remí se convirtió en el acto en su ídolo. Con semejantes compañeros no tardaron en ensayar vallenatos en español con tramos en francés. Un día, en un festival, sus amigos virtualmente empujaron a Remí a una tarima y éste, a pesar del miedo que lo sacudía, tuvo que cantar "Déjenme quererla", en medio de los gritos de entusiasmo y novelería del auditorio.
Más y más metidos en el vallenato, ahora "Los Chipi Chipi" quieren grabar un disco (tienen ya algunas propuestas) y aspiran a participar como concursantes en el próximo festival vallenato. Para eso compusieron una canción: "La universidad vallenata", que es un homenaje a sus amigos más admirados. Diomedes Díaz aparece allí haciendo de rector y Colacho Mendoza es el secretario. Rafael Escalona es el "maestro de composición" y los hermanos Zuleta "dan clases de filosofía".
Los dos franceses tienen ahora la reputación de ser expertos en vallenatos y se precian de haber leído todo al respecto. La fórmula de su música es sencilla: dos guitarras y sus voces, pues ninguno sabe aún tocar el acordeón de botones, y como buenos puristas se niegan a emplear otros instrumentos para esa música sagrada. Más papistas que el Papa, Gino y Remí dicen que prefieren la obra de Calixto Ochoa a la de Alfredo Gutiérrez aunque admiten que en el campo del vallenato comercial (que es más "balada al acordeón" que otra cosa, según ellos) hay cosas buenas también, pero que ellos nunca van a meterse en eso, ya que sólo lo "puro" paga.--