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CUMBRES SILENCIOSAS

Las fotografías de Erwin Kraus recogen la belleza de regiones desconocidas del país.

EDUARDO SERRANO
7 de septiembre de 1998

Entre las gratas sorpresas que se encuentran al estudiar la historia de la fotografía en Colombia figuran los espléndidos registros de Erwin Kraus _artista nacido en Bogotá en 1911 y fallecido recientemente_ algunos de los cuales se hallan expuestos en la Biblioteca Luis-Angel Arango. Aparte de fotógrafo, Kraus fue un pintor formado bajo la fértil influencia de los artistas de la Escuela de la Sabana, y aunque su temática en ambos medios se concentra en el paisaje, su aproximación en uno y otro es diferente, lo que pone de relieve su profunda comprensión de las distintas posibilidades expresivas del pincel y de la cámara.
Mientras su pintura acusa cierto ánimo esquematizante y un color inverosímil _características posiblemente adquiridas durante su permanencia en Europa entre 1926 y 1935_ su fotografía es meditada y detallada pero igualmente particular y visionaria. Kraus fue un incansable explorador y un montañista apasionado que buscó conscientemente los lugares más espectaculares del territorio nacional, y que registró con emoción desbordada la impactante belleza de regiones donde no hemos puesto pie la inmensa mayoría de sus compatriotas.
Kraus se cuenta entre los primeros fotógrafos colombianos que se especializó en un tema determinado y podría decirse que sus imágenes informan sobre particularidades nacionales. A diferencia de otros fotógrafos de su generación, sin embargo, Kraus no se concentró en el costumbrismo ni en la temática propia de la reportería gráfica sino en lo excepcional de la geografía del país. La imponencia de las cordilleras, la luminosidad de las nieves perpetuas, la aterciopelada antigüedad de los frailejones, las caprichosas formaciones de las estalactitas y el impactante silencio de valles, lagunas y cañones cuyo eco infinito sólo pueden escuchar los más arriesgados andinistas fueron su pasión; y así quedó plasmado un buen número de las fotografías más bellas y bien logradas técnicamente que se hayan realizado en nuestro medio.
Sus imágenes de la Sierra Nevada de Santa Marta, de la Sierra de El Cocuy o del Páramo de Puracé pueden compararse con las del parque nacional Yosemite de California realizadas por el fotógrafo norteamericano Ansel Adams por la nitidez de los registros en el primer plano, en la media distancia y en el fondo. La fotografía de ambos, además, testimonia realidades distintas a la experiencia cotidiana en las cuales tanto lo macro como lo micro adquieren un carácter asombroso.
Pero cada cual hace gala de objetivos diferentes, y a Kraus le interesaba especialmente el horizonte irregular de regiones donde la tierra es más alta que las nubes, y también el contrapunto entre la niebla y los picos nevados, es decir, entre lo momentáneo y lo monumental. Sus imágenes hacen gala de un ánimo poético que asoma en detalles exquisitos como los destellos en la hierba, los reflejos en los lagos, e, inclusive, en la presencia de la luna que a veces aparece vigilando la sobrecogedora soledad de las cimas más cercanas a su luz.