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DE DIENTES PA'FUERA

Drácula: un mito que lleva 90 años alimentando películas de terror.

14 de diciembre de 1987

Lleva 90 años sirviendo de materia prima para películas y especulaciones. Hizo su debut paseando por Piccadilly. Se trata del conde Drácula, el epónimo vampiro de Bram Stoker.
Anticipándose al centenario, Peter Haining, un editor inglés, acaba de publicar "El libro del centenario de Drácula". Haining localiza con precisión la dirección del vampiro en el número 347 de Piccadilly (un número tan ficticio como el inmortal 221 B de Baker Street). El edificio que inspiró a Stoker, sostiene Haining, aún está en pie y queda junto al Café Hard Rock .
Aunque Haining sostiene que Drácula apareció un otoño de 1887, otros expertos afirman que fue en 1893. Haining soporta su tesis con una evidencia hallada en el editor de "The Annotated Dracula", un profesor Leonard Wolf, nacido en Rumania quien concluye que Drácula apareció en Piccadilly en un año en el cual el 22 de septiembre cayó en jueves. Tenia que ser 1887.
Además de Wolf, Haining encontró otras autoridades en el tema. Unas de ellas fueron el critico Donald Glut y un bioquímico, David Dolphin, quien explica que los vampiros sufren de una deficiencia sanguínea que se convierte en pophyria, una enfermedad desfigurante que obliga a sus víctimas a ocultarse de día y a salir de noche, posiblemente para suplir su deficiencia de sangre "metiéndole muela" al cuello de cualquier transeúnte ocasional. Haining también echa mano de otro libro, "El vampirismo desde el siglo XIII hasta nuestros días", que reune casos de Moldavia y Transilvania, de donde se supone procede Drácula, también de Norwich, Connecticut, el cementerio de Highgate en Londres, y Hamburgo donde en 1973 un hombre conocido como "el señor Lorca" fue confinado en una institución, después de varios ataques de vampirismo a víctimas que dormían.
Ha habido intentos para sostener que el lugar real de procedencia de Drácula es Escocia, particularmente la zona rocosa del norte de la bahía de Cruden, y que Drácula era irlandés. Pero es más razonable suponer, con el sobrino-nieto de Stoker, Daniel Farson, que la intuición de Stoker con respecto al vampirismo procedía de un profesor de lenguas orientales de la Universidad de Budapest, llamado Arminius Vambery.
Sin duda, afirman, Vambery le contó a Stoker sobre dos personalidades históricas: el príncipe de Transilvania, conocido como Vlad Drácula, quien enterró entre 23 y 100 enemigos en el siglo 15, y la condesa Elizabeth Bathory, quien asesinó a 600 virgenes con la creencia de que su sangre sería buena para conservarse. La condesa ha logrado que pesos pesados como Marguerite Yourcenar y Delphine Seyring fijen su atención en ella, pero es Drácula quien prueba que no se puede enterrar a un buen vampiro. Siempre sobrevive.
Haining dice que el gobierno rumano, que gana divisas de los viajes de rejuvenecimiento, también patrocina paquetes turísticos que incluyen el castillo de Drácula. Esto, claro está, no satisface a todos los rumanos. Un escritor publicó un artículo en 1966 en una revista rumana y describió a Drácula como "política pornográfica dirigida contra nosotros por nuestros vecinos". Ve la popularidad del vampiro como parte de una campaña concertada por "reaccionarios de todos los pelambres, para difamar a los rumanos y distorsionar la verdadera imagen de Rumania".

BUEN VAMPIRO, NUNCA MUERE
Drácula ha sobrevivido para aparecer en cerca de 200 películas, incluyendo "Abbot y Costello se encuentran con Frankestein" y el "Nosferatu" de Herzog (1979), con Klaus Kinski como un obsesionado chupador de sangre, y con Isabelle Adjoni como su víctima, una actriz con cualidades aparentemente contradictorias, pero al mismo tiempo adecuadas, como las de aparentar ser al mismo tiempo una histérica chillona y profundamente adormecida. Andy Warhol produjo "Sangre para Drácula" y Alain Robe-Grillet escribió el guión de una película de 1977 "Drácula tierno".
La novela de Stoker nunca ha dejado de circular y ha sido traducida a 22 idiomas que se han vendido en 91 ediciones en 47 países. Variaciones del tema han aparecido en más de 30 novelas, 120 cuentos y 5 series de televisión con 430 millones de espectadores en 17 países. Haining afirma que "La audiencia y resonancia que ha logrado este mito en el siglo 20 no tiene paralelo".
Abraham (Bram) Stoker nació en Dublín en 1847 y trabajó en el servicio civil y como crítico de teatro antes de convertirse en el empresario y secretario privado del actor Sir Henry Irving.
Irving, naturalmente, leyó "Drácula" cuando salió al mercado en 1897. "¡Aterrador!" exclamó y lo tiró al suelo. Aunque la madre de Stoker creía que su hijo tenía mejores dotes que Poe, pocos estaban de acuerdo y no fue sino hasta el siglo 20, cuando Drácula cogió al público "por la yugular" .
El cine contribuyó para que Drácula se volviera un nombre internacional. La primera película de vampiros fue la del director alemán F.W Murnau, "Nosferatu" (1922). Muchas de las características del Drácula de Stoker fueron llevadas al cine -entre ellas, comprensiblemente, su habilidad para descender arrastrándose por las paredes con la cabeza hacia abajo-, pero "Nosferatu" fue suficientemente memorable para inspirar no solamente la nueva versión de Herzog, sino también un ballet que montó la Compañía de Teatro de Inglaterra en 1981 y un disco cocompuesto por el vocalista de The Strangers.
El actor mas asociado con el papel de Drácula fue el húngaro Bela Lugosi, quien daba entrevistas metido en un ataúd y quien pidió que lo enterraran con su capa de Drácula. En épocas más recientes el Drácula más famoso ha sido Christopher Lee, quien ha contribuido a la iconografía del conde con los ojos inyectados de sangre y unos largos colmillos. Lee dejó el papel después de aparecer a disgusto en 1973 en "Drácula está muerto y bien, y viviendo en Londres" .
Cuando Hollywood se dedicó a hacer películas con negros, William Marshall actuó en "Blacula" (1972), haciendo el papel del príncipe Mamuwalde, un noble africano que se convirtió en vampiro después de visitar al conde Drácula en Transilvania. "Tal vez lo más interesante que descubri dice Marshall es que una película efectiva de vampiros debía estar llena de emociones fuertes como la angustia, el terror, la ambición y, finalmente, el alivio".
Ninguno de los actores que han hecho el papel de Drácula habla de él con ligereza. Frank Langella, que lo encarnó en una película de 1979, hablaba de Drácula como vulnerable y sensitivo, "aislado, digno y austero ; explota en feroz actividad cuando es necesario". Pero cuando era necesario, Langella se negaba a usar colmillos. Christopher Lee sí los usaba. No le incomodaban para hablar, pero le hacían imposible masticar. Lee tenía una percepción particularmente rica de Drácula, a quien describe como una criatura "de mucho cerebro y fortaleza, con extraño oscuro heroismo... En muchos sentidos es alguien que todo el mundo quisiera ser -el anti-héroe o el villano heróico- y, como el maligno Rasputin, es parte santo, parte pecador".
El único actor que matuvo sus pies en el suelo con respecto a las películas de horror fue Boris Karloff. Las llamaba "historias de duendes" con mucha tontería". Karloff fue inmune a la dentellada del vampiro. Aunque fue el mejor actor de horror de todos los tiempos, Drácula fue el único papel que nunca desempeñó.

EL DRACULA CRIOLLO
En la historia de la televisión colombiana son muchos los vampiros que han quemado pantalla. Casi sin excepción, los dráculas criollos se han limitado a salir de sus toscos ataúdes -poco parecidos a los tenebrosos sarcofagos del conde de Transilvania- para asustar a mujeres despistadas o transeúntes desprevenidos en las series de humor.
Pero de todas las apariciones de los émulos del famoso conde, la mas reciente ha sido la más polémica. Cuando se anunció la aparición de Julio César Luna en la serie "La hora del vampiro", más de una amante de las telenovelas quedó sorprendida. La reaparición en la pantalla chica del antiguo galán de melodramas fue todo un suceso, especialmente cuando, durante años, se nego a aceptar papeles de actor por considerar que su verdadera vocación era la dirección. Sin embargo, "La hora del vampiro" no respondió a las expectativas el nuevo conde retomó la línea cómica de sus antecesores nacionales, se ha limitado a mostrar su desafiante figura ante las cámaras y, en realidad, es muy poco lo que conserva del Drácula original salvo la capa negra, los colmillos y el peinado.
El programa, dirigido por David Stivel, ha recibido muchas críticas relacionadas especialmente con su carácter jocoso, que choca con la aparente seriedad que se le quiere dar al personaje. De otro lado, están los efectos especiales, como los destellos que salen de la mano del vampiro cuando va a hacer desaparecer a alguien, que tampoco riman mucho con la idea que se tiene del acartonado personaje, lo mismo que el calvo esclavo que lo acompaña.
En fin, parece que en la televisión colombiana han tenido más éxito los murcielagos importados que los vampiros nacionales.